Mae, hay que hablar de una vara que, a primera vista, parece un simple despiste, pero que en el fondo toca una fibra sensible: la confianza. Imagínense la escena: usted va a Walmart, con toda la buena intención de apoyar el producto nacional. Ve una malla de cebollas amarillas, marca Hortifruti, con una etiqueta que grita “producto de Costa Rica”. ¡A cachete! La agarra, la echa al carrito y sigue con su vida, sintiéndose un poquito más patriota. Pero, ¿qué pasaría si le digo que esa cebolla tiene más de peruana que de tica? Diay, exactamente eso fue lo que pasó, y ahora Walmart tiene al MEIC respirándole en la nuca.
Resulta que la Corporación de Supermercados Unidos, o sea, Walmart Costa Rica, se jaló una torta de las buenas. Un abogado, César Gómez, que diay, se ve que es un carga para ponerle atención a la letra pequeña, se dio cuenta del enredo. En el Walmart de San Rafael de Escazú, y aparentemente en otros más, las cebollas tenían doble nacionalidad. Por delante, muy orgullosamente ticas; pero si uno le daba vuelta a la etiqueta, ¡sorpresa!, el origen real era Perú. ¡Qué despiche! Es como comprar un gallo pinto y que por detrás diga “made in China”. No solo eso, sino que en la sección a granel, la información del origen brillaba por su ausencia, lo cual es otra falta a la ley.
Como era de esperarse, la respuesta de Walmart fue la clásica jugada corporativa. Admitieron el “error en el etiquetado” y aseguraron que fue un caso aislado en “pocas tiendas”. Ya saben, el típico “ups, se nos fue”. Prometieron que ya están haciendo los ajustes y que todo volverá a la normalidad en un dos por tres. Pero la vara es que, más allá de la excusa, el daño a la confianza ya está hecho. Cuando una empresa de ese tamaño comete un error así, uno no puede evitar preguntarse cuántas otras veces habrá pasado sin que nadie se diera cuenta. La confianza del consumidor es un chunche frágil y estas cosas la quiebran.
Y aquí es donde el asunto se pone serio y deja de ser una simple anécdota de supermercado. El Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) no se lo tomó a la ligera y ya les abrió un procedimiento administrativo. Se basan en la Ley del Consumidor, que es bastante clara sobre nuestro derecho a recibir información veraz, clara y oportuna. Este no es un tema menor, porque afecta directamente al agricultor tico. Mucha gente hace el esfuerzo consciente de comprar producto local para apoyar el brete de nuestra gente. Si las grandes cadenas nos venden un producto importado como si fuera de aquí, ese esfuerzo se va al traste y, de paso, se compite de forma desleal con los productores nacionales que sí se la juegan todos los días.
Al final, esta situación con las cebollas es un llamado de atención para todos. Para las empresas, para que se tomen en serio el etiquetado y la transparencia. Y para nosotros, los consumidores, para que seamos más curiosos y exigentes con lo que compramos. No se trata de volvernos paranoicos, pero sí de entender que tenemos el poder y el derecho de saber exactamente qué nos estamos llevando a casa. Un error puede ser perdonable, pero un patrón de “errores” ya huele a otra cosa. Y en este caso, huele a cebolla peruana con bandera tica.
Pero diay, ahora la pregunta del millón es para ustedes, maes. ¿Ustedes de verdad se fijan en la letra pequeña de TODO lo que compran? ¿O confían en el “Hecho en Costa Rica” que ven de primera entrada? ¿Les ha pasado una torta similar con otro producto? ¡Cuenten todo en los comentarios!
Resulta que la Corporación de Supermercados Unidos, o sea, Walmart Costa Rica, se jaló una torta de las buenas. Un abogado, César Gómez, que diay, se ve que es un carga para ponerle atención a la letra pequeña, se dio cuenta del enredo. En el Walmart de San Rafael de Escazú, y aparentemente en otros más, las cebollas tenían doble nacionalidad. Por delante, muy orgullosamente ticas; pero si uno le daba vuelta a la etiqueta, ¡sorpresa!, el origen real era Perú. ¡Qué despiche! Es como comprar un gallo pinto y que por detrás diga “made in China”. No solo eso, sino que en la sección a granel, la información del origen brillaba por su ausencia, lo cual es otra falta a la ley.
Como era de esperarse, la respuesta de Walmart fue la clásica jugada corporativa. Admitieron el “error en el etiquetado” y aseguraron que fue un caso aislado en “pocas tiendas”. Ya saben, el típico “ups, se nos fue”. Prometieron que ya están haciendo los ajustes y que todo volverá a la normalidad en un dos por tres. Pero la vara es que, más allá de la excusa, el daño a la confianza ya está hecho. Cuando una empresa de ese tamaño comete un error así, uno no puede evitar preguntarse cuántas otras veces habrá pasado sin que nadie se diera cuenta. La confianza del consumidor es un chunche frágil y estas cosas la quiebran.
Y aquí es donde el asunto se pone serio y deja de ser una simple anécdota de supermercado. El Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) no se lo tomó a la ligera y ya les abrió un procedimiento administrativo. Se basan en la Ley del Consumidor, que es bastante clara sobre nuestro derecho a recibir información veraz, clara y oportuna. Este no es un tema menor, porque afecta directamente al agricultor tico. Mucha gente hace el esfuerzo consciente de comprar producto local para apoyar el brete de nuestra gente. Si las grandes cadenas nos venden un producto importado como si fuera de aquí, ese esfuerzo se va al traste y, de paso, se compite de forma desleal con los productores nacionales que sí se la juegan todos los días.
Al final, esta situación con las cebollas es un llamado de atención para todos. Para las empresas, para que se tomen en serio el etiquetado y la transparencia. Y para nosotros, los consumidores, para que seamos más curiosos y exigentes con lo que compramos. No se trata de volvernos paranoicos, pero sí de entender que tenemos el poder y el derecho de saber exactamente qué nos estamos llevando a casa. Un error puede ser perdonable, pero un patrón de “errores” ya huele a otra cosa. Y en este caso, huele a cebolla peruana con bandera tica.
Pero diay, ahora la pregunta del millón es para ustedes, maes. ¿Ustedes de verdad se fijan en la letra pequeña de TODO lo que compran? ¿O confían en el “Hecho en Costa Rica” que ven de primera entrada? ¿Les ha pasado una torta similar con otro producto? ¡Cuenten todo en los comentarios!
