Maes, acaba de salir la encuesta del CIEP de la UCR y, para serles sincera, la única conclusión clara es que esto es un completo despiche. A cinco meses de las elecciones, la vara está tan enredada que parece un audífono que uno saca del bolsillo. El dato más bestia no es quién va de primero, sino que un 57% de la gente, o sea, más de la mitad del país, todavía no sabe por quién votar. La supuesta puntera, Laura Fernández del partido de gobierno, apenas rasguña un 12%. ¡Un 12%! Con eso no se gana ni una rifa de pueblo. Es una señal clarísima de que, por ahora, ninguna de las opciones que están sobre la mesa le está prendiendo la mecha a nadie.
Vamos a ver el podio, si es que se le puede llamar así. Como les decía, Fernández va ahí, de primera pero sin convencer. Lo más curioso es que un 7% de la gente dice que votaría por Rodrigo Chaves, que ni siquiera puede reelegirse. O sea, el fantasma de Chaves tiene más jale que la mayoría de los candidatos vivos. ¡Qué torta para el oficialismo! Diay, eso demuestra que el apoyo no se pasa como si fuera un sticker de WhatsApp. Después viene Álvaro Ramos del PLN con un 6% y pegadito, con un 5%, aparece Ariel Robles del Frente Amplio. Viendo esos números tan raquíticos, uno entiende por qué la campaña se siente más fría que el Cerro de la Muerte en la madrugada.
Obviamente, cada uno jala agua para su molino. Ariel Robles, que se ve en ese tercer lugar, salió a decir que la encuesta le da la razón. Según él, la cosa es simple: o seguimos con el "desorden y autoritarismo" del gobierno actual, o volvemos a la "corrupción" del pasado que él le achaca al PLN. La tercera opción, claro, es él. Su discurso es el de una nueva alternativa para rescatar la seguridad, la educación y la dignidad. Es un buen pitch, hay que admitirlo. Está tratando de pescar en ese río revuelto de gente harta, posicionándose como el mae que no es ni uno ni lo otro. El brete de él será convencer a ese gentío indeciso de que su vara es la que promete.
Pero aquí es donde la puerca tuerce el rabo, porque el verdadero titular de esta encuesta no son los candidatos, sino nosotros, la gente. El estudio revela algo que todos sentimos en la calle: un rechazo masivo a la política de siempre. Un 87.6% de los encuestados dice que su voto será para "quitar el poder a los de siempre". ¡Casi 9 de cada 10 personas! Y un 85.1% quiere "devolver el poder al pueblo". Estos no son solo números, son un grito. Es la gente diciendo que ya no se come el cuento, que está cansada de las mismas caras y las mismas promesas rotas. Los partidos la tienen salado, porque no están logrando conectar con esa frustración y convertirla en apoyo real.
Al final, la elección está completamente abierta, pero no porque haya una competencia reñida y emocionante, sino porque parece que nadie logra enamorar al electorado. El verdadero ganador de esta encuesta es "Don Nadie", el candidato del "no sé", el partido del "me da igual". Estamos en un punto donde el descontento es el sentimiento más popular del país, y si los candidatos no se ponen las pilas y empiezan a ofrecer algo más que ataques y discursos vacíos, corremos el riesgo de que el abstencionismo rompa récords o que terminemos eligiendo, una vez más, al "menos peor". La bola está en la cancha de los políticos, pero la paciencia de la gente se ve cada vez más corta.
Maes, en serio, ¿qué opinan de este despiche? ¿Es que de verdad no hay por quién votar, o es que estamos esperando un milagro a última hora? ¿Qué tiene que pasar para que alguien los convenza? ¡Los leo!
Vamos a ver el podio, si es que se le puede llamar así. Como les decía, Fernández va ahí, de primera pero sin convencer. Lo más curioso es que un 7% de la gente dice que votaría por Rodrigo Chaves, que ni siquiera puede reelegirse. O sea, el fantasma de Chaves tiene más jale que la mayoría de los candidatos vivos. ¡Qué torta para el oficialismo! Diay, eso demuestra que el apoyo no se pasa como si fuera un sticker de WhatsApp. Después viene Álvaro Ramos del PLN con un 6% y pegadito, con un 5%, aparece Ariel Robles del Frente Amplio. Viendo esos números tan raquíticos, uno entiende por qué la campaña se siente más fría que el Cerro de la Muerte en la madrugada.
Obviamente, cada uno jala agua para su molino. Ariel Robles, que se ve en ese tercer lugar, salió a decir que la encuesta le da la razón. Según él, la cosa es simple: o seguimos con el "desorden y autoritarismo" del gobierno actual, o volvemos a la "corrupción" del pasado que él le achaca al PLN. La tercera opción, claro, es él. Su discurso es el de una nueva alternativa para rescatar la seguridad, la educación y la dignidad. Es un buen pitch, hay que admitirlo. Está tratando de pescar en ese río revuelto de gente harta, posicionándose como el mae que no es ni uno ni lo otro. El brete de él será convencer a ese gentío indeciso de que su vara es la que promete.
Pero aquí es donde la puerca tuerce el rabo, porque el verdadero titular de esta encuesta no son los candidatos, sino nosotros, la gente. El estudio revela algo que todos sentimos en la calle: un rechazo masivo a la política de siempre. Un 87.6% de los encuestados dice que su voto será para "quitar el poder a los de siempre". ¡Casi 9 de cada 10 personas! Y un 85.1% quiere "devolver el poder al pueblo". Estos no son solo números, son un grito. Es la gente diciendo que ya no se come el cuento, que está cansada de las mismas caras y las mismas promesas rotas. Los partidos la tienen salado, porque no están logrando conectar con esa frustración y convertirla en apoyo real.
Al final, la elección está completamente abierta, pero no porque haya una competencia reñida y emocionante, sino porque parece que nadie logra enamorar al electorado. El verdadero ganador de esta encuesta es "Don Nadie", el candidato del "no sé", el partido del "me da igual". Estamos en un punto donde el descontento es el sentimiento más popular del país, y si los candidatos no se ponen las pilas y empiezan a ofrecer algo más que ataques y discursos vacíos, corremos el riesgo de que el abstencionismo rompa récords o que terminemos eligiendo, una vez más, al "menos peor". La bola está en la cancha de los políticos, pero la paciencia de la gente se ve cada vez más corta.
Maes, en serio, ¿qué opinan de este despiche? ¿Es que de verdad no hay por quién votar, o es que estamos esperando un milagro a última hora? ¿Qué tiene que pasar para que alguien los convenza? ¡Los leo!