Diay maes, seamos honestos. A veces, entre tanto fútbol y polémicas, se nos van de lado eventos que de verdad demuestran de qué está hecho el deporte tico. Este fin de semana que pasó fue uno de esos casos. Terminó la quinta edición de la Vuelta Máster Femenina y, ¡qué nivel de evento! Olvídense de una carrerita de domingo para quitarse el estrés. Lo que se vio en esas tres etapas fue pura estrategia, sudor y una competitividad que ya quisieran muchas otras disciplinas. Fue la prueba de que cuando hay pasión y organización, la vara sale a cachete.
La categoría que se robó el show, por lo menos en cuanto a drama, fue la Máster A. Aquí la cosa estuvo de infarto. Johanna Solano, que es una figura súper reconocida, había agarrado la camiseta de líder en la segunda etapa y todo parecía apuntar a que se la iba a dejar. Pero diay, en el ciclismo nada está escrito hasta que se cruza la última meta. Llegó la contrarreloj final de 10 kilómetros y Pamela Venegas, del Nandayure Cycling Team, salió con todo. Se mandó un tiempazo de 16:13 y no solo ganó la etapa, sino que le dio vuelta a la general. Le metió 20 segundos a Solano, ¡veinte! Mae, eso en una crono es una eternidad y una salvajada de esfuerzo. ¡Qué carga de cierre!
Pero si creían que esa era toda la emoción, agárrense. La categoría Máster B nos regaló un final de película, de esos que se definen por un respiro. Ana María Bernal Vargas se coronó campeona, pero la diferencia con el segundo lugar, Melissa Cruz, fue de apenas tres segundos. ¡Tres! Imagínense pedalear durante tres etapas, acumular más de cuatro horas de esfuerzo puro, para que todo se defina por lo que dura un parpadeo. Es una locura y una belleza al mismo tiempo. Ese tipo de finales son los que demuestran el brete tan serio que hay detrás de cada una de estas atletas. No es jugando, es una dedicación absoluta que merece todo el respeto del mundo.
Y claro, en toda competencia están las que dominan con una autoridad que asusta. En la Máster E, la italiana Caterina Tellini fue simplemente de otro planeta. Ganó las tres etapas. No dio chance a nadie, fue un monólogo de principio a fin que demuestra una preparación física y mental increíble. Por otro lado, y esto es algo que me parece tuanis resaltar, está la categoría Pre-Máster. Ahí brilló una güila que tenemos que empezar a seguirle la pista: María Valentina Chaves. Ganó con un tiempazo y dejó claro que tiene madera de campeona. Apunten ese nombre, porque si sigue así, esta chamaca va a ser una de las grandes del ciclismo nacional. Es una carga ver cómo viene subiendo el talento joven.
Al final, más allá de los podios y los cronómetros, lo que deja esta Vuelta Máster Femenina es una sensación demasiado positiva. Ver a tantas mujeres, de diferentes edades y con distintas historias, compitiendo a ese nivel es la mejor noticia. Es un recordatorio de que el deporte femenino en Costa Rica tiene una fuerza y una garra tremendas, y que eventos como este son vitales para darle visibilidad y para inspirar a las que vienen detrás. Ojalá más gente le pusiera atención a estas varas, porque el espectáculo es de primera calidad. Y ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿creen que le damos suficiente bola al ciclismo femenino en el país o todavía nos falta mucho camino por recorrer para apoyarlas como se merecen?
La categoría que se robó el show, por lo menos en cuanto a drama, fue la Máster A. Aquí la cosa estuvo de infarto. Johanna Solano, que es una figura súper reconocida, había agarrado la camiseta de líder en la segunda etapa y todo parecía apuntar a que se la iba a dejar. Pero diay, en el ciclismo nada está escrito hasta que se cruza la última meta. Llegó la contrarreloj final de 10 kilómetros y Pamela Venegas, del Nandayure Cycling Team, salió con todo. Se mandó un tiempazo de 16:13 y no solo ganó la etapa, sino que le dio vuelta a la general. Le metió 20 segundos a Solano, ¡veinte! Mae, eso en una crono es una eternidad y una salvajada de esfuerzo. ¡Qué carga de cierre!
Pero si creían que esa era toda la emoción, agárrense. La categoría Máster B nos regaló un final de película, de esos que se definen por un respiro. Ana María Bernal Vargas se coronó campeona, pero la diferencia con el segundo lugar, Melissa Cruz, fue de apenas tres segundos. ¡Tres! Imagínense pedalear durante tres etapas, acumular más de cuatro horas de esfuerzo puro, para que todo se defina por lo que dura un parpadeo. Es una locura y una belleza al mismo tiempo. Ese tipo de finales son los que demuestran el brete tan serio que hay detrás de cada una de estas atletas. No es jugando, es una dedicación absoluta que merece todo el respeto del mundo.
Y claro, en toda competencia están las que dominan con una autoridad que asusta. En la Máster E, la italiana Caterina Tellini fue simplemente de otro planeta. Ganó las tres etapas. No dio chance a nadie, fue un monólogo de principio a fin que demuestra una preparación física y mental increíble. Por otro lado, y esto es algo que me parece tuanis resaltar, está la categoría Pre-Máster. Ahí brilló una güila que tenemos que empezar a seguirle la pista: María Valentina Chaves. Ganó con un tiempazo y dejó claro que tiene madera de campeona. Apunten ese nombre, porque si sigue así, esta chamaca va a ser una de las grandes del ciclismo nacional. Es una carga ver cómo viene subiendo el talento joven.
Al final, más allá de los podios y los cronómetros, lo que deja esta Vuelta Máster Femenina es una sensación demasiado positiva. Ver a tantas mujeres, de diferentes edades y con distintas historias, compitiendo a ese nivel es la mejor noticia. Es un recordatorio de que el deporte femenino en Costa Rica tiene una fuerza y una garra tremendas, y que eventos como este son vitales para darle visibilidad y para inspirar a las que vienen detrás. Ojalá más gente le pusiera atención a estas varas, porque el espectáculo es de primera calidad. Y ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿creen que le damos suficiente bola al ciclismo femenino en el país o todavía nos falta mucho camino por recorrer para apoyarlas como se merecen?