¡Ay, Dios mío! Se armó un brete con estas elecciones. Laura Fernández, la candidata de Pueblo Soberano, anda echándole ganas para convencer al país de que la tecnología es la solución mágica a la inseguridad. Y hablando claro, nos estamos dirigiendo a un tercer año con cifras de homicidios que dan qué pensar, ¡qué torta!
La verdad, la situación está fea. Casi mil homicidios al año ya varios años seguidos. Sicarios, ajustes de cuentas... parece novela, pero es la realidad que vivimos algunos barrios. Y ahora resulta que la respuesta es meterle más tecnología. Pero, ¿realmente eso va a hacer la diferencia, o es solo humo para subirnos el ánimo?
Fernández se reunió con los jefes de Infocom la otra semana, rodeada de sus compas Gamboa y Soto, para presentarles su plan. Dicen que quiere una Costa Rica “tecnológica”. Esto significa desplegar la Red 5G a toda máquina y crear un Centro de Control y Mando Policial con cacharros de última generación. Imagínate, como en esas películas de Hollywood.
Según le explicaron a los empresarios, este centro sería el corazón de la operación. Conectaría cámaras de seguridad, analizaría datos en tiempo real y permitiría a la policía reaccionar más rápido ante cualquier emergencia. Suena bien en teoría, ¿eh? Un montón de pantallas, algoritmos sofisticados… ¡pero, diay!, ¿quién va a operar todo eso? ¿Y cómo evitamos que esos datos caigan en malas manos?
Ahora, hay que darle crédito a la iniciativa. La innovación tecnológica puede ayudar, nadie lo niega. Sistemas de reconocimiento facial, drones vigilando zonas peligrosas… cosas así. Pero también hay que ser críticos. No podemos creer que comprar unos cuantos gadgets vaya a solucionar problemas estructurales como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades para los jóvenes. Eso es echarle salsa donde no hay tomate.
Algunos expertos señalan que estos centros de control pueden convertirse en herramientas de vigilancia masiva, afectando las libertades civiles. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar para sentirnos seguros? Porque, a ver, nadie quiere vivir con miedo, pero tampoco queremos convertirnos en peones de un Estado omnipresente. Es un equilibrio delicado, chunche.
Además, no olvidemos que la tecnología falla. Las cámaras se pueden hackear, los sistemas se pueden colapsar, y los algoritmos pueden estar sesgados. Depender exclusivamente de la tecnología para combatir el crimen es arriesgado. Necesitamos policías capacitados, mejores condiciones laborales, una justicia más eficiente y programas sociales que aborden las causas profundas de la delincuencia. Eso sí que sería una vara alta.
En fin, la propuesta de Fernández suena prometedora, pero también plantea muchas preguntas. ¿Será suficiente con la tecnología para acabar con la ola de violencia que azota nuestro país? ¿Estamos realmente preparados para entregar tanta información personal a las autoridades? ¿O caeremos en la trampa de creer que la tecnología es una bala de plata que resolverá todos nuestros problemas? ¡Compas del Foro, díganme qué piensan ustedes! ¿Creen que esta apuesta tecnológica es un paso adelante o un espejismo electoral?
La verdad, la situación está fea. Casi mil homicidios al año ya varios años seguidos. Sicarios, ajustes de cuentas... parece novela, pero es la realidad que vivimos algunos barrios. Y ahora resulta que la respuesta es meterle más tecnología. Pero, ¿realmente eso va a hacer la diferencia, o es solo humo para subirnos el ánimo?
Fernández se reunió con los jefes de Infocom la otra semana, rodeada de sus compas Gamboa y Soto, para presentarles su plan. Dicen que quiere una Costa Rica “tecnológica”. Esto significa desplegar la Red 5G a toda máquina y crear un Centro de Control y Mando Policial con cacharros de última generación. Imagínate, como en esas películas de Hollywood.
Según le explicaron a los empresarios, este centro sería el corazón de la operación. Conectaría cámaras de seguridad, analizaría datos en tiempo real y permitiría a la policía reaccionar más rápido ante cualquier emergencia. Suena bien en teoría, ¿eh? Un montón de pantallas, algoritmos sofisticados… ¡pero, diay!, ¿quién va a operar todo eso? ¿Y cómo evitamos que esos datos caigan en malas manos?
Ahora, hay que darle crédito a la iniciativa. La innovación tecnológica puede ayudar, nadie lo niega. Sistemas de reconocimiento facial, drones vigilando zonas peligrosas… cosas así. Pero también hay que ser críticos. No podemos creer que comprar unos cuantos gadgets vaya a solucionar problemas estructurales como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades para los jóvenes. Eso es echarle salsa donde no hay tomate.
Algunos expertos señalan que estos centros de control pueden convertirse en herramientas de vigilancia masiva, afectando las libertades civiles. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar para sentirnos seguros? Porque, a ver, nadie quiere vivir con miedo, pero tampoco queremos convertirnos en peones de un Estado omnipresente. Es un equilibrio delicado, chunche.
Además, no olvidemos que la tecnología falla. Las cámaras se pueden hackear, los sistemas se pueden colapsar, y los algoritmos pueden estar sesgados. Depender exclusivamente de la tecnología para combatir el crimen es arriesgado. Necesitamos policías capacitados, mejores condiciones laborales, una justicia más eficiente y programas sociales que aborden las causas profundas de la delincuencia. Eso sí que sería una vara alta.
En fin, la propuesta de Fernández suena prometedora, pero también plantea muchas preguntas. ¿Será suficiente con la tecnología para acabar con la ola de violencia que azota nuestro país? ¿Estamos realmente preparados para entregar tanta información personal a las autoridades? ¿O caeremos en la trampa de creer que la tecnología es una bala de plata que resolverá todos nuestros problemas? ¡Compas del Foro, díganme qué piensan ustedes! ¿Creen que esta apuesta tecnológica es un paso adelante o un espejismo electoral?
