Diay, maes, cuando uno piensa que ya vio todo en la política tica, sale una nueva vara que lo deja a uno con la boca abierta. Lo que está pasando en Liberación Nacional ya no es ni noticia, es casi una telenovela por entregas. Resulta que el partido más antiguo del país está a punto de jalarse una torta monumental y quedarse sin un cinco de la deuda política. Sí, así como lo leen: sin la platica de todos nosotros para financiar su campaña. ¿La razón? Un enredo digno de un capítulo de La Pensión en San Ramón, donde no logran ni ponerse de acuerdo para hacer una simple asamblea cantonal.
El sábado pasado, el PLN tenía que hacer la Asamblea Cantonal en San Ramón para nombrar delegados y seguir con el brete de armar las papeletas para el 2026. Pero, ¡sorpresa! No llegó la gente suficiente. Faltó cuórum. Y ante este desaire, el secretario general, Miguel Guillén, salió con un tono que parecía sacado de una película de acción, a decir que “Liberación Nacional no se prestará a sabotajes ni a chantajes”. ¡Qué nivel de drama! El mae insiste en que todo es culpa de unos cuantos que quieren atravesar el caballo, pero la procesión va por dentro. Cuando un secretario general tiene que salir a hablar de “sabotaje” por una asamblea que no se hizo, es porque el rancho está ardiendo y feo.
Y aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Esto no es un simple berrinche interno. El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ya les cantó la gallina bien clarito: o hacen TODAS las asambleas cantonales como manda la ley, o le pueden ir diciendo adiós al financiamiento estatal. ¡Qué sal! Imagínense una campaña presidencial sin un colón de la deuda política. Sería como intentar subir el Chirripó en sandalias. El TSE no se anda con juegos, y si los verdiblancos creen que pueden resolver sus broncas a la libre sin cumplir los requisitos, van directo a pegarse contra la pared. La plata del Estado no es un regalo, es un derecho que se gana cumpliendo las reglas, y parece que en el PLN se les olvidó leer esa parte del manual.
Pero, ¿cuál es el meollo de todo este despiche? Pues, como casi siempre en política, la vara es por poder y por un campito en la papeleta de diputados. El grupo que está bloqueando el avance, aparentemente liderado por el exalcalde de San Ramón, Nixon Ureña, no está haciendo esto por deporte. Lo que está en juego es quién se queda con la candidatura a diputado por esa zona. Es un pulso de poder en toda regla. Unos jalan para un lado, otros para el otro, y mientras tanto el partido entero se tambalea. Los esfuerzos de la campaña presidencial se van al traste porque no pueden resolver un nudo en un solo cantón. Es la definición de pegarse un balazo en el pie.
Ahora, Liberación dice que volverá a convocar la asamblea en las próximas semanas, como quien le da otra oportunidad al destino. Pero la pregunta flota en el aire y pesa como una yunta de bueyes. Esto ya no se siente como un tropezón, sino como un síntoma de una enfermedad más profunda. El partido que por décadas fue una aplanadora política, hoy parece un carro al que se le zafó una llanta en media General Cañas y nadie sabe dónde dejaron la gata. La declaración de Guillén, más que dar confianza, suena a un intento desesperado por tapar el sol con un dedo mientras la estructura se agrieta.
Maes, ahora en serio, ¿ustedes creen que Liberación logre desenredar este nudo a tiempo, o este es el primer capítulo de cómo un partido se queda sin financiamiento por sus propias broncas internas? ¿Es pura estrategia de un grupo o ya es un descontrol total que nadie puede parar?
El sábado pasado, el PLN tenía que hacer la Asamblea Cantonal en San Ramón para nombrar delegados y seguir con el brete de armar las papeletas para el 2026. Pero, ¡sorpresa! No llegó la gente suficiente. Faltó cuórum. Y ante este desaire, el secretario general, Miguel Guillén, salió con un tono que parecía sacado de una película de acción, a decir que “Liberación Nacional no se prestará a sabotajes ni a chantajes”. ¡Qué nivel de drama! El mae insiste en que todo es culpa de unos cuantos que quieren atravesar el caballo, pero la procesión va por dentro. Cuando un secretario general tiene que salir a hablar de “sabotaje” por una asamblea que no se hizo, es porque el rancho está ardiendo y feo.
Y aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Esto no es un simple berrinche interno. El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ya les cantó la gallina bien clarito: o hacen TODAS las asambleas cantonales como manda la ley, o le pueden ir diciendo adiós al financiamiento estatal. ¡Qué sal! Imagínense una campaña presidencial sin un colón de la deuda política. Sería como intentar subir el Chirripó en sandalias. El TSE no se anda con juegos, y si los verdiblancos creen que pueden resolver sus broncas a la libre sin cumplir los requisitos, van directo a pegarse contra la pared. La plata del Estado no es un regalo, es un derecho que se gana cumpliendo las reglas, y parece que en el PLN se les olvidó leer esa parte del manual.
Pero, ¿cuál es el meollo de todo este despiche? Pues, como casi siempre en política, la vara es por poder y por un campito en la papeleta de diputados. El grupo que está bloqueando el avance, aparentemente liderado por el exalcalde de San Ramón, Nixon Ureña, no está haciendo esto por deporte. Lo que está en juego es quién se queda con la candidatura a diputado por esa zona. Es un pulso de poder en toda regla. Unos jalan para un lado, otros para el otro, y mientras tanto el partido entero se tambalea. Los esfuerzos de la campaña presidencial se van al traste porque no pueden resolver un nudo en un solo cantón. Es la definición de pegarse un balazo en el pie.
Ahora, Liberación dice que volverá a convocar la asamblea en las próximas semanas, como quien le da otra oportunidad al destino. Pero la pregunta flota en el aire y pesa como una yunta de bueyes. Esto ya no se siente como un tropezón, sino como un síntoma de una enfermedad más profunda. El partido que por décadas fue una aplanadora política, hoy parece un carro al que se le zafó una llanta en media General Cañas y nadie sabe dónde dejaron la gata. La declaración de Guillén, más que dar confianza, suena a un intento desesperado por tapar el sol con un dedo mientras la estructura se agrieta.
Maes, ahora en serio, ¿ustedes creen que Liberación logre desenredar este nudo a tiempo, o este es el primer capítulo de cómo un partido se queda sin financiamiento por sus propias broncas internas? ¿Es pura estrategia de un grupo o ya es un descontrol total que nadie puede parar?