Seguro ya varios vieron las noticias, pero quería abrir el tema acá porque la situación del doctor Jerry Estrada Ruiz en Nicaragua está cada vez más color de hormiga. Para los que andan perdidos, les hago un resumen rápido: a este mae, un médico costarricense de 30 años, se lo llevaron agentes policiales cerca del hospital donde trabajaba en Granada. Eso fue el 13 de agosto. Estamos hablando de semanas de silencio, de no saber dónde está, en qué condiciones, ni de qué se le acusa. La familia no sabe nada, la defensa legal no puede acceder a él, Cancillería con el freno de mano puesto... o sea, ¡qué despiche de situación para todos!
Diay, por un lado, tenemos la versión oficial de nuestra Cancillería. Salieron con el típico cassette diplomático a decir que están dando "asistencia consular prioritaria" y que mantienen "comunicación constante" con la familia y las autoridades nicas. Pero, y aquí es donde la cosa se pone tensa, aclaran que por "razones de confidencialidad" no pueden soltar más prenda. Mae, uno entiende la prudencia y los protocolos, de verdad. Pero cuando hay rumores serios, de fuentes extraoficiales, de que el tico podría estar siendo torturado, la palabra "confidencialidad" empieza a sonar... hueca. Es una línea muy delgada entre la discreción diplomática y el silencio que podría interpretarse como inacción frente a un régimen que ya sabemos cómo se las gasta.
El abogado del doctor, Salvador Marenco, lo dijo clarito: está exigiendo lo más básico del mundo, el ABC de los derechos humanos. Quiere saber dónde tienen a su cliente, quiere poder hablar con él y quiere que le digan, formalmente, de qué lo acusan. Nada de eso ha pasado. Es como si a Jerry Estrada lo hubieran borrado del mapa y del sistema. Cualquier semblanza de debido proceso, de una mínima garantía legal, parece haberse ido completamente al traste. Y esa es la parte que más asusta, porque demuestra la vulnerabilidad absoluta en la que se encuentra un ciudadano tico una vez que cruza esa frontera y cae en las manos equivocadas.
Y luego está el drama humano, el que de verdad pega. La mamá del médico, Rosa Ruiz, ni siquiera está en Nicaragua; se encuentra en el exilio. Imaginen la angustia de esa señora. No solo no tiene información oficial, sino que le llegan rumores de tortura por debajo de la mesa. ¡Qué sal! Es una impotencia que uno ni se imagina: saber que tu hijo está en una celda desconocida, posiblemente sufriendo, y que las únicas herramientas a tu disposición son la fe y la presión mediática. Es una tortura psicológica para toda la familia, que ve cómo pasan los días sin una sola respuesta concreta. La incertidumbre, en estos casos, es casi tan mala como las peores noticias.
Al final, esta vara va más allá de un solo caso. Pone sobre la mesa una pregunta incómoda que como país a veces evitamos: ¿qué tanto puede (o debe) hacer nuestro gobierno cuando uno de los nuestros cae en las garras de un régimen como el de Ortega? Es fácil hablar de soberanía y no intervención desde la comodidad de San José, pero la realidad es que hay un tico desaparecido en un sistema judicial que no respeta ni sus propias leyes. La presión diplomática tiene un límite, claro, pero a veces da la impresión de que nos falta colmillo o que nos da miedo escalar el tono. Ustedes qué piensan, maes, ¿es pura impotencia diplomática o le está faltando carácter a nuestra Cancillería para presionar más duro por uno de los nuestros? Se abre el debate.
Diay, por un lado, tenemos la versión oficial de nuestra Cancillería. Salieron con el típico cassette diplomático a decir que están dando "asistencia consular prioritaria" y que mantienen "comunicación constante" con la familia y las autoridades nicas. Pero, y aquí es donde la cosa se pone tensa, aclaran que por "razones de confidencialidad" no pueden soltar más prenda. Mae, uno entiende la prudencia y los protocolos, de verdad. Pero cuando hay rumores serios, de fuentes extraoficiales, de que el tico podría estar siendo torturado, la palabra "confidencialidad" empieza a sonar... hueca. Es una línea muy delgada entre la discreción diplomática y el silencio que podría interpretarse como inacción frente a un régimen que ya sabemos cómo se las gasta.
El abogado del doctor, Salvador Marenco, lo dijo clarito: está exigiendo lo más básico del mundo, el ABC de los derechos humanos. Quiere saber dónde tienen a su cliente, quiere poder hablar con él y quiere que le digan, formalmente, de qué lo acusan. Nada de eso ha pasado. Es como si a Jerry Estrada lo hubieran borrado del mapa y del sistema. Cualquier semblanza de debido proceso, de una mínima garantía legal, parece haberse ido completamente al traste. Y esa es la parte que más asusta, porque demuestra la vulnerabilidad absoluta en la que se encuentra un ciudadano tico una vez que cruza esa frontera y cae en las manos equivocadas.
Y luego está el drama humano, el que de verdad pega. La mamá del médico, Rosa Ruiz, ni siquiera está en Nicaragua; se encuentra en el exilio. Imaginen la angustia de esa señora. No solo no tiene información oficial, sino que le llegan rumores de tortura por debajo de la mesa. ¡Qué sal! Es una impotencia que uno ni se imagina: saber que tu hijo está en una celda desconocida, posiblemente sufriendo, y que las únicas herramientas a tu disposición son la fe y la presión mediática. Es una tortura psicológica para toda la familia, que ve cómo pasan los días sin una sola respuesta concreta. La incertidumbre, en estos casos, es casi tan mala como las peores noticias.
Al final, esta vara va más allá de un solo caso. Pone sobre la mesa una pregunta incómoda que como país a veces evitamos: ¿qué tanto puede (o debe) hacer nuestro gobierno cuando uno de los nuestros cae en las garras de un régimen como el de Ortega? Es fácil hablar de soberanía y no intervención desde la comodidad de San José, pero la realidad es que hay un tico desaparecido en un sistema judicial que no respeta ni sus propias leyes. La presión diplomática tiene un límite, claro, pero a veces da la impresión de que nos falta colmillo o que nos da miedo escalar el tono. Ustedes qué piensan, maes, ¿es pura impotencia diplomática o le está faltando carácter a nuestra Cancillería para presionar más duro por uno de los nuestros? Se abre el debate.