¡Ay, amiga! María González, la influenciadora que todos conocemos, nos dejó bien clarito que 2025 no fue precisamente un paseo por Parque Metropolitano. Después de batallar contra el cáncer, la morita salió a las redes sociales a compartir una reflexión profunda, cargada de sentimientos y con un toque espiritual que te llega al alma.
Y no fue cualquier reflexión, ¡híjole! La González puso encima de la mesa su experiencia personal, acompañada de fotos que hablan por sí solas. Pero lo que realmente llamó la atención fue cómo conectó toda su vivencia con el número 33, asignándole significados poderosos que van desde la edad de Cristo hasta los tratamientos que recibió. Se nota que le metió empeño y corazón, buscando darle sentido a todo lo vivido.
Pa’ muchos puede sonar raro, pero pa’ nosotros, los tranquilos, entender las cosas desde una perspectiva diferente es parte del espíritu tico. En tiempos difíciles, buscamos refugio en la fe, en la familia y, claro, en los símbolos que nos ayudan a encontrarle un poquito de luz al túnel. Y la González hizo exactamente eso, demostrando que incluso en medio de la tormenta, se puede hallar belleza y esperanza.
“Este año aprendí que el 33 no es solo un número”, escribió en su publicación. “Es la edad de Cristo, asociada al amor llevado hasta el extremo, la entrega y la resurrección.” ¡Uff, qué manera de ponerle poesía a la vida! Y luego sigue diciendo que esos mismos 33 representan las vértebras que nos sostienen y los 33 tratamientos que atravesó su cuerpo y su corazón. Eso dice bastante de la fuerza mental que tuvo durante todo este proceso, ¿verdad?
No podemos negar que el cáncer es una enfermedad dura, que te pone a prueba en todos los sentidos. María González ha sido muy abierta sobre sus experiencias con la radioterapia, compartiendo sus emociones y mostrando cómo la enfermedad afectó su día a día y el de sus seres queridos. Esto es importante porque ayuda a romper tabúes y a crear conciencia sobre la importancia de la prevención y del apoyo a quienes atraviesan situaciones similares. Así se rompen las paredes, má!
Y no fue cualquier reflexión, ¡híjole! La González puso encima de la mesa su experiencia personal, acompañada de fotos que hablan por sí solas. Pero lo que realmente llamó la atención fue cómo conectó toda su vivencia con el número 33, asignándole significados poderosos que van desde la edad de Cristo hasta los tratamientos que recibió. Se nota que le metió empeño y corazón, buscando darle sentido a todo lo vivido.
Pa’ muchos puede sonar raro, pero pa’ nosotros, los tranquilos, entender las cosas desde una perspectiva diferente es parte del espíritu tico. En tiempos difíciles, buscamos refugio en la fe, en la familia y, claro, en los símbolos que nos ayudan a encontrarle un poquito de luz al túnel. Y la González hizo exactamente eso, demostrando que incluso en medio de la tormenta, se puede hallar belleza y esperanza.
“Este año aprendí que el 33 no es solo un número”, escribió en su publicación. “Es la edad de Cristo, asociada al amor llevado hasta el extremo, la entrega y la resurrección.” ¡Uff, qué manera de ponerle poesía a la vida! Y luego sigue diciendo que esos mismos 33 representan las vértebras que nos sostienen y los 33 tratamientos que atravesó su cuerpo y su corazón. Eso dice bastante de la fuerza mental que tuvo durante todo este proceso, ¿verdad?
No podemos negar que el cáncer es una enfermedad dura, que te pone a prueba en todos los sentidos. María González ha sido muy abierta sobre sus experiencias con la radioterapia, compartiendo sus emociones y mostrando cómo la enfermedad afectó su día a día y el de sus seres queridos. Esto es importante porque ayuda a romper tabúes y a crear conciencia sobre la importancia de la prevención y del apoyo a quienes atraviesan situaciones similares. Así se rompen las paredes, má!
