Maes, a veces entre tanto despiche de noticias, uno se topa con una vara que de verdad le saca una sonrisa y le devuelve un poco la fe. Hoy vamos a hablar de una de esas. Todos hemos oído hablar del Rescate Wildlife Rescue Center allá en La Garita de Alajuela, ese lugar que se la juega todos los días por los animales que andan por ahí pasándola mal. Bueno, resulta que ahora tienen un nuevo aliado en esta lucha, y es uno que quizás no se esperarían: Repuestos La Guaca. ¡Qué tuanis! Una empresa que normalmente asociamos con los chunches del carro, ahora está metiendo el hombro para proteger monos, lapas y hasta capibaras. Esta es la historia de cómo una buena alianza puede marcar la diferencia.
Para entender por qué esta noticia es tan chiva, primero hay que dimensionar el problemón que tienen entre manos en el centro de rescate. Estamos hablando de que cada año reciben más de 3.000 animales silvestres. ¡Tres mil! Es un número absurdo. Y lo más triste es la razón por la que llegan. Diay, la torta es que la mayoría llega por culpa nuestra. Un 45% son víctimas del tráfico ilegal de animales; esa gente sin corazón que los saca de su hábitat para venderlos como si fueran cualquier chereque. Otro 23% llega porque los extraen de su entorno, seguro para tenerlos de “mascota”. El resto son bichos que se encuentran heridos o que fueron abandonados de recién nacidos. Es un panorama salado, la verdad, y un reflejo del despiche que a veces hacemos como sociedad.
Pero bueno, aquí es donde la vara se pone a cachete. Ante la creciente demanda y la necesidad de más recursos, Repuestos La Guaca levantó la mano y dijo: "aquí estamos". Anunciaron una alianza formal con el centro para meterle plata y apoyo a los programas de conservación, rehabilitación y, súper importante, educación ambiental. Marcia Fallas, la gerente de sostenibilidad de La Guaca, lo explicó clarísimo: la idea es que la sostenibilidad no sea solo un papelito bonito, sino acciones concretas. No se trata solo de girar un cheque, sino de involucrar a sus propios colaboradores y clientes en voluntariado y actividades para crear conciencia. ¡Qué nivel de compromiso! Están apostando fuerte, incluso, por la protección y reproducción de la lapa roja, esa maravilla de animal que casi desaparece de algunas zonas del país.
Y es que el brete que hacen en el Rescate Wildlife Rescue Center es de otro planeta. La gente que trabaja ahí es una carga, en serio. Para los que no ubican el nombre, este es el antiguo ZoAve, que se ha consolidado como el centro de rescate más grande y complejo de toda Centroamérica. No es cualquier cosa: tienen el único hospital de fauna silvestre del país, un programa de reproducción de especies amenazadas que es vital y hasta reservas privadas para liberar a los animales que logran rehabilitar. De hecho, de esos 3.000 que reciben, logran liberar a más de 1.600 cada año. ¡Un éxito increíble! Y ni hablar del mega operativo que se mandaron cuando cerraron los zoológicos del Estado este año, recibiendo a más de 190 animales para darles una segunda oportunidad con atención especializada.
Al final del día, por más alianzas chivas y por más gente carga que trabaje en esto, la vara nos toca a todos. Amy Van Esch, la gerente de comunicaciones del centro, lo dejó más que claro: los animales silvestres no son mascotas. Punto. Cada perezoso, cada tucán y cada danta tiene un rol fundamental en el ecosistema, y mantenerlos libres asegura el equilibrio del que todos dependemos. Así que la próxima vez que vean a alguien con un mono amarrado en el patio o vendiendo pericos en la calle, recuerden el brete titánico que hacen lugares como este para arreglar esas tortas. Apoyar es fácil: podemos visitar el santuario, donar, educar a nuestros conocidos y, sobre todo, denunciar. Proteger nuestra fauna es cuidar el futuro de este chuzo de país.
Y ahora, para abrir el debate en el foro: Maes, más allá de la plata, ¿qué se les ocurre que podemos hacer como ciudadanos para bajarle dos rayas al tráfico de animales? ¿Denunciar más funciona? ¿Educar en las casas desde güilas? ¿Qué opinan ustedes?
Para entender por qué esta noticia es tan chiva, primero hay que dimensionar el problemón que tienen entre manos en el centro de rescate. Estamos hablando de que cada año reciben más de 3.000 animales silvestres. ¡Tres mil! Es un número absurdo. Y lo más triste es la razón por la que llegan. Diay, la torta es que la mayoría llega por culpa nuestra. Un 45% son víctimas del tráfico ilegal de animales; esa gente sin corazón que los saca de su hábitat para venderlos como si fueran cualquier chereque. Otro 23% llega porque los extraen de su entorno, seguro para tenerlos de “mascota”. El resto son bichos que se encuentran heridos o que fueron abandonados de recién nacidos. Es un panorama salado, la verdad, y un reflejo del despiche que a veces hacemos como sociedad.
Pero bueno, aquí es donde la vara se pone a cachete. Ante la creciente demanda y la necesidad de más recursos, Repuestos La Guaca levantó la mano y dijo: "aquí estamos". Anunciaron una alianza formal con el centro para meterle plata y apoyo a los programas de conservación, rehabilitación y, súper importante, educación ambiental. Marcia Fallas, la gerente de sostenibilidad de La Guaca, lo explicó clarísimo: la idea es que la sostenibilidad no sea solo un papelito bonito, sino acciones concretas. No se trata solo de girar un cheque, sino de involucrar a sus propios colaboradores y clientes en voluntariado y actividades para crear conciencia. ¡Qué nivel de compromiso! Están apostando fuerte, incluso, por la protección y reproducción de la lapa roja, esa maravilla de animal que casi desaparece de algunas zonas del país.
Y es que el brete que hacen en el Rescate Wildlife Rescue Center es de otro planeta. La gente que trabaja ahí es una carga, en serio. Para los que no ubican el nombre, este es el antiguo ZoAve, que se ha consolidado como el centro de rescate más grande y complejo de toda Centroamérica. No es cualquier cosa: tienen el único hospital de fauna silvestre del país, un programa de reproducción de especies amenazadas que es vital y hasta reservas privadas para liberar a los animales que logran rehabilitar. De hecho, de esos 3.000 que reciben, logran liberar a más de 1.600 cada año. ¡Un éxito increíble! Y ni hablar del mega operativo que se mandaron cuando cerraron los zoológicos del Estado este año, recibiendo a más de 190 animales para darles una segunda oportunidad con atención especializada.
Al final del día, por más alianzas chivas y por más gente carga que trabaje en esto, la vara nos toca a todos. Amy Van Esch, la gerente de comunicaciones del centro, lo dejó más que claro: los animales silvestres no son mascotas. Punto. Cada perezoso, cada tucán y cada danta tiene un rol fundamental en el ecosistema, y mantenerlos libres asegura el equilibrio del que todos dependemos. Así que la próxima vez que vean a alguien con un mono amarrado en el patio o vendiendo pericos en la calle, recuerden el brete titánico que hacen lugares como este para arreglar esas tortas. Apoyar es fácil: podemos visitar el santuario, donar, educar a nuestros conocidos y, sobre todo, denunciar. Proteger nuestra fauna es cuidar el futuro de este chuzo de país.
Y ahora, para abrir el debate en el foro: Maes, más allá de la plata, ¿qué se les ocurre que podemos hacer como ciudadanos para bajarle dos rayas al tráfico de animales? ¿Denunciar más funciona? ¿Educar en las casas desde güilas? ¿Qué opinan ustedes?