¡Ay, Dios mío! Esto sí que es una vaina rara. Resulta que un médico general, parece que andaba con las ideas un poquito revueltas, decidió amenazar con un arma de fuego al director de posgrado de la UCR. ¡Qué torta! Uno piensa que estos profes deberían estar dedicándose a salvar vidas, no a meterse en broncas así.
La movida se armó la semana pasada, un jueves por la noche, cuando el doctor, aparentemente frustrado por sus aspiraciones profesionales, irrumpió en una clínica particular y le apuntó al pobre director de carrera. Según el OIJ, quería que le hagan “arreglos” a sus calificaciones y a algunos trabajos académicos, buscando pavonearse en una especialidad. ¡Un descaro!
Las autoridades, activas como pocas, pusieron manos a la obra y comenzaron a seguirle la pista al tipo. Rastrearon cámaras de seguridad y revisaron cada detalle. Al final, lo encontraron en Miramar de Puntarenas, donde los agentes del OIJ realizaron un allanamiento en su casa. Allí hallaron la supuesta arma homicida, un maletín y algunas prendas de vestir que, al parecer, usó el día del hecho. ¡Imagínate el susto!
Pero no quedó ahí, brete. Se descubrió que el tipo, después de amenazar al director, caminó varios kilómetros hasta dejar un carro estacionado a unos metros del centro médico. ¡Qué cerebro! Como si alguien no lo iba a pillar caminando por la calle con toda esa actitud. Este caso demuestra que, aunque intentes hacer macanas, siempre te alcanzan.
El Ministerio Público ya tiene al sospechoso bajo custodia, listos para definir su situación legal. Ahora toca ver qué pasa con este señor y qué sanciones enfrentará por semejante osadía. Esperemos que sirva de ejemplo para todos aquellos que piensen en recurrir a amenazas y violencia para conseguir sus objetivos. ¡No hay atajos, diay!
Por supuesto, la UCR no tardó en reaccionar. El rector Carlos Araya emitió un comunicado expresando su solidaridad con el director de posgrado y su familia. Afortunadamente, aseguraron que no hubo daños físicos ni lesiones graves, pero la amenaza, sin duda, dejó huella en la comunidad universitaria. Dijo que estaban a todo dar apoyando al colega afectado y que la investigación está en curso, no van a andar dando más detalles por ahora.
Esto nos hace pensar en cómo la ambición puede llevar a la gente a cometer locuras. Parece que algunos están dispuestos a todo para llegar a la cima, incluso a poner en riesgo la integridad física y emocional de otros. Y encima, justo en una universidad pública, un templo del conocimiento y la educación… ¡Qué pena ajena!
En fin, un caso bastante peculiar que ha generado mucha conversación en redes sociales y en los corrillos del barrio. ¿Creen que este tipo debería recibir la máxima pena por sus actos, o creen que podría haber otras formas de abordar este problema? ¿Cómo podemos fomentar una cultura de respeto y honestidad en nuestras instituciones educativas?
La movida se armó la semana pasada, un jueves por la noche, cuando el doctor, aparentemente frustrado por sus aspiraciones profesionales, irrumpió en una clínica particular y le apuntó al pobre director de carrera. Según el OIJ, quería que le hagan “arreglos” a sus calificaciones y a algunos trabajos académicos, buscando pavonearse en una especialidad. ¡Un descaro!
Las autoridades, activas como pocas, pusieron manos a la obra y comenzaron a seguirle la pista al tipo. Rastrearon cámaras de seguridad y revisaron cada detalle. Al final, lo encontraron en Miramar de Puntarenas, donde los agentes del OIJ realizaron un allanamiento en su casa. Allí hallaron la supuesta arma homicida, un maletín y algunas prendas de vestir que, al parecer, usó el día del hecho. ¡Imagínate el susto!
Pero no quedó ahí, brete. Se descubrió que el tipo, después de amenazar al director, caminó varios kilómetros hasta dejar un carro estacionado a unos metros del centro médico. ¡Qué cerebro! Como si alguien no lo iba a pillar caminando por la calle con toda esa actitud. Este caso demuestra que, aunque intentes hacer macanas, siempre te alcanzan.
El Ministerio Público ya tiene al sospechoso bajo custodia, listos para definir su situación legal. Ahora toca ver qué pasa con este señor y qué sanciones enfrentará por semejante osadía. Esperemos que sirva de ejemplo para todos aquellos que piensen en recurrir a amenazas y violencia para conseguir sus objetivos. ¡No hay atajos, diay!
Por supuesto, la UCR no tardó en reaccionar. El rector Carlos Araya emitió un comunicado expresando su solidaridad con el director de posgrado y su familia. Afortunadamente, aseguraron que no hubo daños físicos ni lesiones graves, pero la amenaza, sin duda, dejó huella en la comunidad universitaria. Dijo que estaban a todo dar apoyando al colega afectado y que la investigación está en curso, no van a andar dando más detalles por ahora.
Esto nos hace pensar en cómo la ambición puede llevar a la gente a cometer locuras. Parece que algunos están dispuestos a todo para llegar a la cima, incluso a poner en riesgo la integridad física y emocional de otros. Y encima, justo en una universidad pública, un templo del conocimiento y la educación… ¡Qué pena ajena!
En fin, un caso bastante peculiar que ha generado mucha conversación en redes sociales y en los corrillos del barrio. ¿Creen que este tipo debería recibir la máxima pena por sus actos, o creen que podría haber otras formas de abordar este problema? ¿Cómo podemos fomentar una cultura de respeto y honestidad en nuestras instituciones educativas?
