¡Ay, Dios mío, qué bronca! Jamaica amaneció con una escena digna de película postapocalíptica, después del azote del huracán Melissa. El Primer Ministro Holness no anduvo con rodeos: declaró zona catastrófica. Parece que esto se puso feo, bien feo, y la preocupación ahora es cómo va a afectar a otros países de la región, incluyendo nosotros, chavos.
Melissa, que empezó como una tormenta furiosa, se convirtió en huracán categoría 5 al tocar tierra este martes, descargando vientos de hasta 295 kilómetros por hora. Según cuentan, es el más potente que ha golpeado la isla en toda su historia, superando hasta al temido Gilbert de 1988. El pobre diablo ahí sí debió estar temblando como gelatina, imagínate la bronca tener que enfrentar eso. Ahora toca hacer cuentas y ver a cuánto asciende el daño material, que seguro será una torta.
Y no es que Jamaica sea el único preocupado, porque Melissa, aunque debilitada, sigue amenazando a Cuba con inundaciones catastróficas. El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC) está gritando a los cuatro vientos que la situación sigue siendo 'extremadamente peligrosa y con riesgo para la vida', y eso no da pie a relajarse ni un poquito. Se habla de hasta 63 centímetros de lluvia en Cuba… ¡Madre mía!
Las primeras informaciones pintan un panorama desolador en Jamaica. Hospitales dañados –dicen que al menos seis–, carreteras hechas agua, árboles y postes de luz tirados por doquier. Pero, claro, con las comunicaciones cortadas y la electricidad en cero, todavía estamos en la etapa de tanteaos. Seguro que cuando se restablezca todo, la verdad será mucho peor de lo que imaginamos. Uno se queda pensando, ¿cómo van a salir adelante esas familias?
Lo que más me preocupa, y creo que a muchos ticos también, es cómo esto pone el foco en nuestros propios preparativos frente al cambio climático. Porque no nos hagamos ilusiones, Melissa es solo una muestra de lo que nos espera. Ya no es cuestión de si vendrá otro huracán, sino cuándo. Y si no nos preparamos ahora, vamos a terminar como Jamaica, lidiando con una torta que no podemos manejar.
Tamisha Lee, una líder comunitaria jamaiquina, me hizo reflexionar bastante. Dice que el miedo es real, pero que su gente está luchando contra él con preparación y resiliencia. Eso sí que es espíritu tico, mi pana. Ella dice que el rescate va a ser una maratón, no una carrera de velocidad, y que la logística será un verdadero brete, especialmente con las carreteras imposibles y la falta de energía eléctrica. ¡Me imagino el esfuerzo!
Aquí viene la parte que duele: Mike Brennan, del NHC, advierte que después de Melissa, el ambiente va a ser un peligro constante. Árboles caídos, cables eléctricos colgando, edificios a medio derrumbar... Un escenario digno de película de terror. Y mientras tanto, en Cuba, las Fuerzas Armadas Revolucionarias están movilizando recursos para proteger a Santiago de Cuba, donde se espera el primer impacto del huracán. Más de 600 mil personas han sido evacuadas. ¡Eso sí que es tomar cartas en el asunto!
Ahora bien, volviendo a casa, a nuestro querido Costa Rica. ¿Estamos realmente preparados para un evento de estas magnitudes? Hemos visto las imágenes de Jamaica, sentimos la inquietud que genera este fenómeno. Con el aumento del nivel del mar y los patrones climáticos extremos, ¿qué medidas concretas debemos implementar para proteger nuestras comunidades costeras, fortalecer nuestra infraestructura y garantizar la seguridad de todos los ciudadanos? ¿Crees que el gobierno está invirtiendo lo suficiente en mitigación y adaptación al cambio climático o deberíamos exigir más acciones urgentes?
Melissa, que empezó como una tormenta furiosa, se convirtió en huracán categoría 5 al tocar tierra este martes, descargando vientos de hasta 295 kilómetros por hora. Según cuentan, es el más potente que ha golpeado la isla en toda su historia, superando hasta al temido Gilbert de 1988. El pobre diablo ahí sí debió estar temblando como gelatina, imagínate la bronca tener que enfrentar eso. Ahora toca hacer cuentas y ver a cuánto asciende el daño material, que seguro será una torta.
Y no es que Jamaica sea el único preocupado, porque Melissa, aunque debilitada, sigue amenazando a Cuba con inundaciones catastróficas. El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC) está gritando a los cuatro vientos que la situación sigue siendo 'extremadamente peligrosa y con riesgo para la vida', y eso no da pie a relajarse ni un poquito. Se habla de hasta 63 centímetros de lluvia en Cuba… ¡Madre mía!
Las primeras informaciones pintan un panorama desolador en Jamaica. Hospitales dañados –dicen que al menos seis–, carreteras hechas agua, árboles y postes de luz tirados por doquier. Pero, claro, con las comunicaciones cortadas y la electricidad en cero, todavía estamos en la etapa de tanteaos. Seguro que cuando se restablezca todo, la verdad será mucho peor de lo que imaginamos. Uno se queda pensando, ¿cómo van a salir adelante esas familias?
Lo que más me preocupa, y creo que a muchos ticos también, es cómo esto pone el foco en nuestros propios preparativos frente al cambio climático. Porque no nos hagamos ilusiones, Melissa es solo una muestra de lo que nos espera. Ya no es cuestión de si vendrá otro huracán, sino cuándo. Y si no nos preparamos ahora, vamos a terminar como Jamaica, lidiando con una torta que no podemos manejar.
Tamisha Lee, una líder comunitaria jamaiquina, me hizo reflexionar bastante. Dice que el miedo es real, pero que su gente está luchando contra él con preparación y resiliencia. Eso sí que es espíritu tico, mi pana. Ella dice que el rescate va a ser una maratón, no una carrera de velocidad, y que la logística será un verdadero brete, especialmente con las carreteras imposibles y la falta de energía eléctrica. ¡Me imagino el esfuerzo!
Aquí viene la parte que duele: Mike Brennan, del NHC, advierte que después de Melissa, el ambiente va a ser un peligro constante. Árboles caídos, cables eléctricos colgando, edificios a medio derrumbar... Un escenario digno de película de terror. Y mientras tanto, en Cuba, las Fuerzas Armadas Revolucionarias están movilizando recursos para proteger a Santiago de Cuba, donde se espera el primer impacto del huracán. Más de 600 mil personas han sido evacuadas. ¡Eso sí que es tomar cartas en el asunto!
Ahora bien, volviendo a casa, a nuestro querido Costa Rica. ¿Estamos realmente preparados para un evento de estas magnitudes? Hemos visto las imágenes de Jamaica, sentimos la inquietud que genera este fenómeno. Con el aumento del nivel del mar y los patrones climáticos extremos, ¿qué medidas concretas debemos implementar para proteger nuestras comunidades costeras, fortalecer nuestra infraestructura y garantizar la seguridad de todos los ciudadanos? ¿Crees que el gobierno está invirtiendo lo suficiente en mitigación y adaptación al cambio climático o deberíamos exigir más acciones urgentes?
