¡Ay, Dios mío! La cosa está dura, pura vida… Pero no toda tan chiva, porque parece que las microempresas en Costa Rica todavía andan arrastrando los pies desde la pandemia. Un estudio nuevo de la Universidad Nacional (UNA), hecho por el Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (CINPE), nos pone la lupa encima de este brete.
Imagínate, huele a despiche, porque resulta que un 25.8% de estas pequeñas empresas desaparecieron desde 2020. ¡Un golpe certero! Esto no es cualquier cosita, porque las mipymes representan el 81% del parque empresarial en nuestro país. Somos un pueblito donde el corazón de la economía late ahí, entre los negocios familiares y los emprendedores que se rifan día y noche, y verlos así batallando es que da qué pensar.
Y no crean que solo es una pena sentimental, esto le pega duro al bolsillo de todos. Las microempresas, aunque no sean gigantescas, sí generan muchos empleos, muchísimos. Cuando ellas se van al traste, es gente perdiendo su trabajo, sus proyectos y eso impacta a sus familias, al barrio entero. ¡Qué carga!
Según el estudio, mientras las microempresas sufren, las grandes empresas son las que están sosteniendo la nave, aportando el 74% de los ingresos y prácticamente todo (95%) de las exportaciones. Ahí hay una desigualdad bastante marcada, ¿eh? Un panorama que grita a los cuatro vientos que el terreno de juego no es parejo para todos.
Lo que queda claro es que necesitamos ponerle atención a este chunche. Estas mipymes son la base de nuestra economía, el caldo tico que alimenta a todo el sistema. Si no les damos un empujoncito, si no creamos condiciones favorables para que puedan crecer y prosperar, nos vamos a ir al traste todos juntos.
Ahora, no quiero caer en el victimismo barato ni echarle la culpa a nadie en particular. Lo importante es identificar qué podemos hacer diferente, qué políticas públicas pueden ayudar, cómo podemos fortalecer a estos pequeños empresarios para que puedan enfrentar los cambios del mercado y seguir generando empleo.
Muchos hablan de facilidades crediticias, de capacitación, de reducir la burocracia… pero la verdad es que hasta ahora, poco ha cambiado. Parece que las palabras bonitas no bastan para levantar a las microempresas de este pozo. Hay que pasar a la acción, maes, y demostrarles que sí les importamos.
En fin, este estudio del CINPE es una llamada de atención bien clara. Nos recuerda que nuestra economía depende de la salud de nuestras microempresas. Así que, mi pregunta para ustedes, compañeros del Foro: ¿qué medidas concretas creen que deberían tomarse para apoyar a las mipymes costarricenses y evitar que sigan siendo el eslabón más débil de nuestra economía?
Imagínate, huele a despiche, porque resulta que un 25.8% de estas pequeñas empresas desaparecieron desde 2020. ¡Un golpe certero! Esto no es cualquier cosita, porque las mipymes representan el 81% del parque empresarial en nuestro país. Somos un pueblito donde el corazón de la economía late ahí, entre los negocios familiares y los emprendedores que se rifan día y noche, y verlos así batallando es que da qué pensar.
Y no crean que solo es una pena sentimental, esto le pega duro al bolsillo de todos. Las microempresas, aunque no sean gigantescas, sí generan muchos empleos, muchísimos. Cuando ellas se van al traste, es gente perdiendo su trabajo, sus proyectos y eso impacta a sus familias, al barrio entero. ¡Qué carga!
Según el estudio, mientras las microempresas sufren, las grandes empresas son las que están sosteniendo la nave, aportando el 74% de los ingresos y prácticamente todo (95%) de las exportaciones. Ahí hay una desigualdad bastante marcada, ¿eh? Un panorama que grita a los cuatro vientos que el terreno de juego no es parejo para todos.
Lo que queda claro es que necesitamos ponerle atención a este chunche. Estas mipymes son la base de nuestra economía, el caldo tico que alimenta a todo el sistema. Si no les damos un empujoncito, si no creamos condiciones favorables para que puedan crecer y prosperar, nos vamos a ir al traste todos juntos.
Ahora, no quiero caer en el victimismo barato ni echarle la culpa a nadie en particular. Lo importante es identificar qué podemos hacer diferente, qué políticas públicas pueden ayudar, cómo podemos fortalecer a estos pequeños empresarios para que puedan enfrentar los cambios del mercado y seguir generando empleo.
Muchos hablan de facilidades crediticias, de capacitación, de reducir la burocracia… pero la verdad es que hasta ahora, poco ha cambiado. Parece que las palabras bonitas no bastan para levantar a las microempresas de este pozo. Hay que pasar a la acción, maes, y demostrarles que sí les importamos.
En fin, este estudio del CINPE es una llamada de atención bien clara. Nos recuerda que nuestra economía depende de la salud de nuestras microempresas. Así que, mi pregunta para ustedes, compañeros del Foro: ¿qué medidas concretas creen que deberían tomarse para apoyar a las mipymes costarricenses y evitar que sigan siendo el eslabón más débil de nuestra economía?