¡Ay, Dios mío! Parece que seguimos dando vueltas en círculo, ¿verdad, compas? Un nuevo estudio, presentado desde Bogotá, nos confirma lo que muchas sabemos desde siempre: las mujeres acá en Costa Rica todavía tienen que batallar el doble para acceder a cosas básicas como el agua y el transporte público. Ya saben, la vida cotidiana… y resulta que ni siquiera estamos en igualdad de condiciones para reclamarle eso a la Aresep.
Este estudio, que lleva por nombre largo e impresionante – “Identificación de brechas de género en el acceso y uso de servicios públicos para el desarrollo de estrategias en la implementación de las políticas de igualdad y equidad de género en los procesos de la Aresep” – involucró a 96 líderes femeninas de diferentes comunidades. Se dio a conocer allá en Colombia, y aunque suene lejano, la realidad es que refleja problemas bien presentes acá en nuestros barrios y cantones.
Lo que se encontró es que no se trata de casos aislados, mi gente. No, no. Esto es parte de un entramado, de una maraña de estructuras sociales y culturales que siguen perpetuando desigualdades que vienen de años atrás. Como diría mi abuela, “la tradición pesa tanto como una piedra”. Según la Aresep, las mujeres se enfrentan a una “doble jornada” (y esto nadie lo discute), a ser invisibles en las decisiones importantes, y a vivir en condiciones de inseguridad que les quitan la tranquilidad y la autonomía.
Hablemos claro del agua, porque ahí hay tela que cortar. El estudio reveló que casi dos tercios (66,7%) de las mujeres encuestadas son quienes se hacen cargo de recoger el agua y asegurarse de que haya pa’ la casa. ¡Imagínate el brete! Además, si se va el agua, ellas son las que tienen que andar buscando soluciones, negociando con vecinos, llamando a la Asada… Y ojo, que solo el 32% son dueñas del servicio, lo que significa que muchas veces ni siquiera tienen voz ni voto en esas reuniones comunitarias donde se toman las decisiones importantes. ¡Qué injusticia!
Y qué decir del transporte público... ¡diay! Muchas de nosotras hemos vivido situaciones incómodas, sentirnos observadas, hasta acosadas. El 37,7% de las mujeres que participaron en el estudio dicen haberse sentido inseguras o vulnerables en el autobús, ya sea por miradas raras, comentarios groseros o incluso agresiones físicas. Lo peor es que el 27% de la gente encargada del servicio no hace nada cuando ocurre esto. ¡Parece sacado de una telenovela, pero es nuestra realidad!
Este trabajo, hecho por estudiantes de la UCR (siempre agradecidos con la universidad), nos da datos duros que necesitamos enfrentar. No podemos seguir haciéndole la vista gorda a estas desigualdades. Necesitamos exigir cambios reales, leyes que protejan nuestros derechos y políticas públicas que promuevan la igualdad. Porque, ¿qué clase de país queremos dejarle a las futuras generaciones?
Pero no todo está perdido, mi gente. Este tipo de estudios sirven para poner el dedo en la llaga, para que las autoridades tomen cartas en el asunto y para que nosotras mismas nos demos cuenta de que no estamos solas. Hay que organizarnos, unirnos, hacer escuchar nuestras voces. Recordemos que juntas somos más fuertes y que podemos lograr el cambio que necesitamos. Al final del día, todos buscamos una Costa Rica más justa y segura para todas y todos.
Ahora sí, me pregunto… ¿Cuáles creen ustedes que serían las medidas más efectivas para garantizar que las mujeres tengan igual acceso a los servicios públicos y se sientan seguras en nuestro país? ¿Serían necesarias más regulaciones por parte de la Aresep o deberíamos enfocarnos en cambiar las mentalidades y combatir los prejuicios arraigados? Déjenme sus opiniones en el foro, quiero leerlas… ¡a ver qué sale de esos cabecitas!”,
Este estudio, que lleva por nombre largo e impresionante – “Identificación de brechas de género en el acceso y uso de servicios públicos para el desarrollo de estrategias en la implementación de las políticas de igualdad y equidad de género en los procesos de la Aresep” – involucró a 96 líderes femeninas de diferentes comunidades. Se dio a conocer allá en Colombia, y aunque suene lejano, la realidad es que refleja problemas bien presentes acá en nuestros barrios y cantones.
Lo que se encontró es que no se trata de casos aislados, mi gente. No, no. Esto es parte de un entramado, de una maraña de estructuras sociales y culturales que siguen perpetuando desigualdades que vienen de años atrás. Como diría mi abuela, “la tradición pesa tanto como una piedra”. Según la Aresep, las mujeres se enfrentan a una “doble jornada” (y esto nadie lo discute), a ser invisibles en las decisiones importantes, y a vivir en condiciones de inseguridad que les quitan la tranquilidad y la autonomía.
Hablemos claro del agua, porque ahí hay tela que cortar. El estudio reveló que casi dos tercios (66,7%) de las mujeres encuestadas son quienes se hacen cargo de recoger el agua y asegurarse de que haya pa’ la casa. ¡Imagínate el brete! Además, si se va el agua, ellas son las que tienen que andar buscando soluciones, negociando con vecinos, llamando a la Asada… Y ojo, que solo el 32% son dueñas del servicio, lo que significa que muchas veces ni siquiera tienen voz ni voto en esas reuniones comunitarias donde se toman las decisiones importantes. ¡Qué injusticia!
Y qué decir del transporte público... ¡diay! Muchas de nosotras hemos vivido situaciones incómodas, sentirnos observadas, hasta acosadas. El 37,7% de las mujeres que participaron en el estudio dicen haberse sentido inseguras o vulnerables en el autobús, ya sea por miradas raras, comentarios groseros o incluso agresiones físicas. Lo peor es que el 27% de la gente encargada del servicio no hace nada cuando ocurre esto. ¡Parece sacado de una telenovela, pero es nuestra realidad!
Este trabajo, hecho por estudiantes de la UCR (siempre agradecidos con la universidad), nos da datos duros que necesitamos enfrentar. No podemos seguir haciéndole la vista gorda a estas desigualdades. Necesitamos exigir cambios reales, leyes que protejan nuestros derechos y políticas públicas que promuevan la igualdad. Porque, ¿qué clase de país queremos dejarle a las futuras generaciones?
Pero no todo está perdido, mi gente. Este tipo de estudios sirven para poner el dedo en la llaga, para que las autoridades tomen cartas en el asunto y para que nosotras mismas nos demos cuenta de que no estamos solas. Hay que organizarnos, unirnos, hacer escuchar nuestras voces. Recordemos que juntas somos más fuertes y que podemos lograr el cambio que necesitamos. Al final del día, todos buscamos una Costa Rica más justa y segura para todas y todos.
Ahora sí, me pregunto… ¿Cuáles creen ustedes que serían las medidas más efectivas para garantizar que las mujeres tengan igual acceso a los servicios públicos y se sientan seguras en nuestro país? ¿Serían necesarias más regulaciones por parte de la Aresep o deberíamos enfocarnos en cambiar las mentalidades y combatir los prejuicios arraigados? Déjenme sus opiniones en el foro, quiero leerlas… ¡a ver qué sale de esos cabecitas!”,