Maes, a ver, sentémonos un toque a hablar de esta vara, porque el novelón diplomático entre Nicaragua y Estados Unidos acaba de estrenar un capítulo que nos salpica directamente. Resulta que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Nicaragua, o sea, la gente de Ortega, salió con los tacos de frente a decirle a los gringos que dejen de inventar “mentiras y calumnias” sobre el caso del doctor costarricense Yerri Gustavo Estrada Ruiz, el mae que tienen detenido allá desde agosto. ¡Qué despiche se armó! Esto ya pasó de ser una noticia preocupante a un circo de tres pistas donde el pobre doctor es el que está en la cuerda floja, y nosotros de espectadores sin saber qué cara poner.
La cosa es que, según el comunicado oficial que le mandaron a la Embajada gringa en Managua, la Cancillería nica está que echa chispas. Calificaron la preocupación de EE. UU. como “irrespetuosa, calumniosa y difamatoria”. Básicamente, les dijeron de todo menos bonitos. El régimen de Ortega insiste en que el doctor Estrada no es ninguna pobre paloma, sino un “golpista” acusado de “actividades terroristas”. Es la misma narrativa de siempre que usan para cualquiera que les incomode, pero ahora la están defendiendo con uñas y dientes ante una potencia mundial, usando a un compatriota como ficha de cambio en su ajedrez político. Es una jugada riesgosa y, sinceramente, bastante cansada de ver.
Y para rematar, en un intento de lavarse las manos que da hasta risa nerviosa, el documento asegura que al doctor lo presentaron el jueves pasado ante los medios y que el mae está “gozando no solo de perfecta salud, sino de todos sus derechos”. ¡Qué sal la del pobre mae! Primero lo acusan de terrorismo y después salen a decir que está prácticamente en un spa, con visitas familiares y todo. Diay, ¿entonces? Es esa disonancia la que genera toda la desconfianza. Es como si te dijeran que el lobo está cuidando súper bien a las ovejas. Cuesta mucho tragarse el cuento cuando el historial del que lo cuenta es tan, pero tan oscuro. La credibilidad del régimen está por los suelos desde hace años.
El comunicado sigue y se pone mejor. Acusan a Washington de que sus declaraciones no tienen “nada que ver con la diplomacia” y que más bien parecen “activismo de organismos irresponsables”. En otras palabras, le mandaron a decir a los gringos que le bajaran dos rayitas a su supuesto drama, que dejen de meter la cuchara y que se dediquen a lo suyo. La Cancillería de Ortega exigió “respeto” y hasta tiró una amenaza velada, advirtiendo que este tipo de acusaciones “exponen a quienes las difunden”. Es una movida clásica de ellos: hacerse las víctimas, montar un escándalo y desviar la atención del problema de fondo, que sigue siendo la detención arbitraria de una persona.
Al final, aquí estamos nosotros, en el medio de un pleito de perros grandes. Por un lado, la maquinaria de propaganda de un régimen que no tiene pelos en la lengua para acusar a quien sea. Por otro, los intereses geopolíticos de Estados Unidos. Y en el centro, un médico tico cuya familia de fijo está viviendo una pesadilla. La situación es una verdadera torta y deja una pregunta en el aire que es casi imposible de responder con certeza. El gobierno de Costa Rica, como siempre, mantiene un perfil bajo, que a veces funciona y a veces desespera. La gran duda es qué es lo que realmente está pasando detrás de esas paredes.
Entonces, se las tiro a ustedes, maes del foro: ¿Le creen al régimen de Ortega que el doctor está 'a cachete' y que todo es un show mediático de los gringos, o aquí hay un gato encerrado más grande de lo que parece? ¿Cómo debería manejar Costa Rica este despiche para no quedar mal con Dios y con el diablo?
La cosa es que, según el comunicado oficial que le mandaron a la Embajada gringa en Managua, la Cancillería nica está que echa chispas. Calificaron la preocupación de EE. UU. como “irrespetuosa, calumniosa y difamatoria”. Básicamente, les dijeron de todo menos bonitos. El régimen de Ortega insiste en que el doctor Estrada no es ninguna pobre paloma, sino un “golpista” acusado de “actividades terroristas”. Es la misma narrativa de siempre que usan para cualquiera que les incomode, pero ahora la están defendiendo con uñas y dientes ante una potencia mundial, usando a un compatriota como ficha de cambio en su ajedrez político. Es una jugada riesgosa y, sinceramente, bastante cansada de ver.
Y para rematar, en un intento de lavarse las manos que da hasta risa nerviosa, el documento asegura que al doctor lo presentaron el jueves pasado ante los medios y que el mae está “gozando no solo de perfecta salud, sino de todos sus derechos”. ¡Qué sal la del pobre mae! Primero lo acusan de terrorismo y después salen a decir que está prácticamente en un spa, con visitas familiares y todo. Diay, ¿entonces? Es esa disonancia la que genera toda la desconfianza. Es como si te dijeran que el lobo está cuidando súper bien a las ovejas. Cuesta mucho tragarse el cuento cuando el historial del que lo cuenta es tan, pero tan oscuro. La credibilidad del régimen está por los suelos desde hace años.
El comunicado sigue y se pone mejor. Acusan a Washington de que sus declaraciones no tienen “nada que ver con la diplomacia” y que más bien parecen “activismo de organismos irresponsables”. En otras palabras, le mandaron a decir a los gringos que le bajaran dos rayitas a su supuesto drama, que dejen de meter la cuchara y que se dediquen a lo suyo. La Cancillería de Ortega exigió “respeto” y hasta tiró una amenaza velada, advirtiendo que este tipo de acusaciones “exponen a quienes las difunden”. Es una movida clásica de ellos: hacerse las víctimas, montar un escándalo y desviar la atención del problema de fondo, que sigue siendo la detención arbitraria de una persona.
Al final, aquí estamos nosotros, en el medio de un pleito de perros grandes. Por un lado, la maquinaria de propaganda de un régimen que no tiene pelos en la lengua para acusar a quien sea. Por otro, los intereses geopolíticos de Estados Unidos. Y en el centro, un médico tico cuya familia de fijo está viviendo una pesadilla. La situación es una verdadera torta y deja una pregunta en el aire que es casi imposible de responder con certeza. El gobierno de Costa Rica, como siempre, mantiene un perfil bajo, que a veces funciona y a veces desespera. La gran duda es qué es lo que realmente está pasando detrás de esas paredes.
Entonces, se las tiro a ustedes, maes del foro: ¿Le creen al régimen de Ortega que el doctor está 'a cachete' y que todo es un show mediático de los gringos, o aquí hay un gato encerrado más grande de lo que parece? ¿Cómo debería manejar Costa Rica este despiche para no quedar mal con Dios y con el diablo?
