Maes, pónganse cómodos porque la novela del recibo de la luz para el 2026 ya empezó, y el primer capítulo es un despiche de proporciones épicas. Por un lado, tenemos al ICE, con su presidente Marco Acuña a la cabeza, jurando y perjurando que las tarifas para las casas y las industrias van a bajar. Y por el otro, sale la Aresep, con el intendente de Energía Mario Mora, a tirarnos un balde de agua fría diciendo que, con los números que les dio el mismo ICE, más bien se ve venir un garrotazo de hasta un 40% en una parte del recibo. ¡Qué torta! O sea, ¿en qué quedamos?
Vamos a desmenuzar la vara, porque tiene su ciencia. Según el mae de la Aresep, el ICE les pasó una solicitud donde el costo de “distribución” —básicamente, lo que cuesta que el chunche eléctrico llegue desde el poste hasta su casa— podría subir un montón. Mora, muy tieso y muy majo, aclara que la supuesta rebaja de la que habla el ICE viene de otra parte, del llamado Costo Variable de Generación (CVG). En tico simple: como este año llovió a cántaros, no tuvieron que quemar tanto combustible caro (búnker y diésel) en las plantas térmicas. O sea, la rebaja no es por eficiencia ni porque se volvieron unos cargas en administración, sino simplemente porque Tláloc nos hizo el favor. Es como alegrarse porque se le quitó el dolor de cabeza, pero sin darse cuenta de que le está dando un infarto.
Diay, y como en toda buena novela, aquí viene el protagonista a defender su honor. Sale don Marco Acuña, presi del ICE, con un tono de “no se dejen engañar” que ya uno conoce. Él insiste en que el recibo tiene muchos componentes, que unos suben y otros bajan, pero que “el neto”, la cifra final que nos duele en la quincena, va para abajo. Acuña nos pide un acto de fe, que ignoremos el ruido de la Aresep y confiemos en que el resultado final nos va a favorecer. El problema es que la confianza, después de tantos años de recibos que parecen un electrocardiograma, está un poco gastada, ¿no creen?
Al final del día, ¿quién queda en el medio de este pleito de titanes? Exacto, usted y yo. El tico de a pie que se levanta todos los días a pulsearla en el brete y que ve el recibo de la luz como uno de esos gastos fijos que solo parecen ir en una dirección. Uno queda bien salado, porque mientras las altas esferas se tiran comunicados de prensa y se contradicen en público, en la casa seguimos haciendo números para ver si este mes alcanza. Esta falta de claridad es frustrante; no se sabe si ahorrar para un posible aumento o si podemos darnos el lujo de dejar el ventilador prendido un rato más sin sentir culpa.
La verdad es que esto va más allá de un simple número. Es una cuestión de transparencia y confianza. Si dos de las entidades más importantes del sector energético del país no se pueden poner de acuerdo en algo tan básico como si una tarifa sube o baja, ¿qué nos queda al resto? Es un dime y direte técnico que nos deja a todos con una incertidumbre que nadie pidió. Por eso, abro el foro con la pregunta del millón, maes: ¿a quién le creemos? ¿Estamos ante una rebaja real como dice el ICE o nos están cocinando un aumento disfrazado como advierte la Aresep? ¡Los leo!
Vamos a desmenuzar la vara, porque tiene su ciencia. Según el mae de la Aresep, el ICE les pasó una solicitud donde el costo de “distribución” —básicamente, lo que cuesta que el chunche eléctrico llegue desde el poste hasta su casa— podría subir un montón. Mora, muy tieso y muy majo, aclara que la supuesta rebaja de la que habla el ICE viene de otra parte, del llamado Costo Variable de Generación (CVG). En tico simple: como este año llovió a cántaros, no tuvieron que quemar tanto combustible caro (búnker y diésel) en las plantas térmicas. O sea, la rebaja no es por eficiencia ni porque se volvieron unos cargas en administración, sino simplemente porque Tláloc nos hizo el favor. Es como alegrarse porque se le quitó el dolor de cabeza, pero sin darse cuenta de que le está dando un infarto.
Diay, y como en toda buena novela, aquí viene el protagonista a defender su honor. Sale don Marco Acuña, presi del ICE, con un tono de “no se dejen engañar” que ya uno conoce. Él insiste en que el recibo tiene muchos componentes, que unos suben y otros bajan, pero que “el neto”, la cifra final que nos duele en la quincena, va para abajo. Acuña nos pide un acto de fe, que ignoremos el ruido de la Aresep y confiemos en que el resultado final nos va a favorecer. El problema es que la confianza, después de tantos años de recibos que parecen un electrocardiograma, está un poco gastada, ¿no creen?
Al final del día, ¿quién queda en el medio de este pleito de titanes? Exacto, usted y yo. El tico de a pie que se levanta todos los días a pulsearla en el brete y que ve el recibo de la luz como uno de esos gastos fijos que solo parecen ir en una dirección. Uno queda bien salado, porque mientras las altas esferas se tiran comunicados de prensa y se contradicen en público, en la casa seguimos haciendo números para ver si este mes alcanza. Esta falta de claridad es frustrante; no se sabe si ahorrar para un posible aumento o si podemos darnos el lujo de dejar el ventilador prendido un rato más sin sentir culpa.
La verdad es que esto va más allá de un simple número. Es una cuestión de transparencia y confianza. Si dos de las entidades más importantes del sector energético del país no se pueden poner de acuerdo en algo tan básico como si una tarifa sube o baja, ¿qué nos queda al resto? Es un dime y direte técnico que nos deja a todos con una incertidumbre que nadie pidió. Por eso, abro el foro con la pregunta del millón, maes: ¿a quién le creemos? ¿Estamos ante una rebaja real como dice el ICE o nos están cocinando un aumento disfrazado como advierte la Aresep? ¡Los leo!