¡Ay, Dios mío! Se armó un bronca tremenda, fíjate tú. Laura Fernández, la candidata del Pueblo Soberano, anda diciendo que la estaban espiando en su oficina. Sí, doña Laura, la del discurso aguerrido y las promesas de cambio, ahora dice que alguien estaba poniendo orejas a sus conversaciones.
Según cuenta la jugada, después de que el tesorero de su campaña, Carlitos Valenciano –el mismo que siempre anda buscando cómo financiarle la campaña– le recomendó una empresa de seguridad “internacionalísima”, hicieron un rastreo en toda la oficina que tiene alquilada en Pavas. Resulta que ahí, escondido en un tomacorriente, ¡zas!, encontraron un micrón. Uno de esos que te graban hasta el pestañeo, dicen que valen unos tres mil dólares, ¡una barbaridad!
Lo curioso es que la oficina, según fuentes cercanas, es un inmueble prestado por don Antonio Barzuna, el candidato a diputado por San José de los taxistas del PLN. Imagínate la movida, la candidata opositora usando un espacio del oficialismo, y encima, ¡con esto del espionaje! Parece novela, pero te digo, ¡esto huele raro!
Doña Laura, bien dramática, asegura que este descubrimiento confirma sus sospechas de que hay gente tratando de sabotear su campaña. No dio nombres, claro, porque eso sí que metería más leña al fuego. Pero sí dejó caer que va a presentar una denuncia formal ante el OIJ. Ya verás, van a tener trabajo, ¡y no poquito!
Y hablando de misterio, nadie sabe bien quién tenía acceso a esa oficina. Doña Laura se niega rotundamente a decir con quiénes se ha reunido allí, ni quiénes podrían ser los responsables de este presunto atentado contra su privacidad. Fíjate, ¡más sospechas genera guardándose esas cartas cerca al pecho! Algunos murmuran que podría tratarse de una estrategia para ganar simpatías… ¿Será?
En redes sociales, la reacción no se hizo esperar. Un comentario, el de un tal Rigoberto Castro Rojas, dice textualmente: “Ya empezamos con la paranoia. Pronto va a empezar con otros delirios. Estaba muy calladita”. Hay que reconocer que el tipo le pegó justo al clavo, ¡porque la señora andaba bastante discreta hasta ahora!
Pero vamos, dejando de lado las especulaciones, esto pone en evidencia algo importante: la intensidad de la contienda electoral. Porque si hasta las candidaturas presidenciales tienen que andar cuidándose de micrófonos ocultos, imagínate nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes. El ambiente está tenso, la política está brava, y parece que todos están jugando a esconderse. ¿Será que este caso abre una puerta a más denuncias similares durante estas elecciones?
Ahora dime, ¿crees que realmente hubo una intención de espiar a Laura Fernández, o será una treta más para llamar la atención en medio de la campaña? ¿Y qué tan confiable crees que es la versión de la empresa de seguridad contratada, considerando que fue recomendada por el tesorero de su campaña? Deja tu opinión en los comentarios, ¡quiero saber qué piensas!
Según cuenta la jugada, después de que el tesorero de su campaña, Carlitos Valenciano –el mismo que siempre anda buscando cómo financiarle la campaña– le recomendó una empresa de seguridad “internacionalísima”, hicieron un rastreo en toda la oficina que tiene alquilada en Pavas. Resulta que ahí, escondido en un tomacorriente, ¡zas!, encontraron un micrón. Uno de esos que te graban hasta el pestañeo, dicen que valen unos tres mil dólares, ¡una barbaridad!
Lo curioso es que la oficina, según fuentes cercanas, es un inmueble prestado por don Antonio Barzuna, el candidato a diputado por San José de los taxistas del PLN. Imagínate la movida, la candidata opositora usando un espacio del oficialismo, y encima, ¡con esto del espionaje! Parece novela, pero te digo, ¡esto huele raro!
Doña Laura, bien dramática, asegura que este descubrimiento confirma sus sospechas de que hay gente tratando de sabotear su campaña. No dio nombres, claro, porque eso sí que metería más leña al fuego. Pero sí dejó caer que va a presentar una denuncia formal ante el OIJ. Ya verás, van a tener trabajo, ¡y no poquito!
Y hablando de misterio, nadie sabe bien quién tenía acceso a esa oficina. Doña Laura se niega rotundamente a decir con quiénes se ha reunido allí, ni quiénes podrían ser los responsables de este presunto atentado contra su privacidad. Fíjate, ¡más sospechas genera guardándose esas cartas cerca al pecho! Algunos murmuran que podría tratarse de una estrategia para ganar simpatías… ¿Será?
En redes sociales, la reacción no se hizo esperar. Un comentario, el de un tal Rigoberto Castro Rojas, dice textualmente: “Ya empezamos con la paranoia. Pronto va a empezar con otros delirios. Estaba muy calladita”. Hay que reconocer que el tipo le pegó justo al clavo, ¡porque la señora andaba bastante discreta hasta ahora!
Pero vamos, dejando de lado las especulaciones, esto pone en evidencia algo importante: la intensidad de la contienda electoral. Porque si hasta las candidaturas presidenciales tienen que andar cuidándose de micrófonos ocultos, imagínate nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes. El ambiente está tenso, la política está brava, y parece que todos están jugando a esconderse. ¿Será que este caso abre una puerta a más denuncias similares durante estas elecciones?
Ahora dime, ¿crees que realmente hubo una intención de espiar a Laura Fernández, o será una treta más para llamar la atención en medio de la campaña? ¿Y qué tan confiable crees que es la versión de la empresa de seguridad contratada, considerando que fue recomendada por el tesorero de su campaña? Deja tu opinión en los comentarios, ¡quiero saber qué piensas!