¡Ay, Dios mío! Esto sí que está feo, parceros. La Contraloría nos tiró la bomba: el presupuesto inicial del 2026 para la Municipalidad de Puntarenas quedó improbado. Hablamos de casi 18 mil millones de colones, una varonada de plata que ahora se va por el caño. Y no es porque hubo un terremoto ni nada dramático; es por pura chapucería administrativa, diay.
Según la Contraloría, los concejales se mandaron unas macanas. En vez de discutir el presupuesto en una sesión especial, como manda la ley, lo metieron entre otras cosas en la agenda. ¡Una torta! Como si fuera un chunche más a tratar. Pero eso no es todo, luego tuvieron la gallardía de intentar cambiar actas ya firmadas para “arreglar” el asunto y aparentar que cumplieron con lo legal. Imagínate la cara que les debió caer cuando la Contraloría puso el dedo encima.
Esto significa que la Municipalidad tendrá que operar con el presupuesto del año pasado, ¡el 2024! Ya saben lo que eso implica: menos recursos para todo, desde arreglos básicos en las calles hasta programas sociales. Parece mentira que con tantos años de experiencia, todavía le tengan miedo a leer la ley, ¿verdad?
Lo que más preocupa a todos, y con justa razón, es el impacto en la salud pública. Estaba proyectada la construcción de una planta de tratamiento para el mercado, una necesidad urgente para mantener limpio el lugar y evitar enfermedades. Ahora, con este lío, el proyecto corre serio peligro de quedar congelado. El Ministerio de Salud ya manifestó su inquietud, así que no es bronca de inventarse cosas, ¡es una realidad!
Marlen Luna, presidenta del IFAM, no se anduvo con rodeos: dijo que esto afecta gravemente la gestión municipal y pidió al alcalde y al Concejo que corrijan sus errores. Y la ministra de Salud, Mary Munive, soltó una frase que me quedé pensando: “Parece que lo hacen a propósito…” Bueno, Mary, esa es la gran pregunta que ronda por la cabeza de muchos. ¿Será que hay intereses turbios detrás de esta situación?
No es la primera vez que vemos este tipo de problemas en Puntarenas. Parece que hay un patrón de malas prácticas, de improvisación y de desinterés por hacer bien las cosas. Y al final, quien paga las cuentas es la población, los ciudadanos de a pie que se merecen vivir en un cantón digno y con servicios adecuados.
Puntarenas necesita una Municipalidad responsable, transparente y comprometida con el bienestar de su gente. Basta de jueguitos políticos y de decisiones irresponsables que ponen en riesgo nuestra salud y nuestro futuro. La Contraloría hizo su parte, dejó claro que esto era evitable. Ahora, la pelota está en el techo de los alcaldes y concejales. Tendrán que dar muchas explicaciones y asumir las consecuencias de sus actos.
En fin, parceros, esta novela tiene varios capítulos por escribir. Una cosa es segura: la ciudadanía está harta de tanta incoherencia. ¿Ustedes creen que esta improbación es un error administrativo aislado o refleja una cultura de corrupción y negligencia en la Municipalidad de Puntarenas? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!
Según la Contraloría, los concejales se mandaron unas macanas. En vez de discutir el presupuesto en una sesión especial, como manda la ley, lo metieron entre otras cosas en la agenda. ¡Una torta! Como si fuera un chunche más a tratar. Pero eso no es todo, luego tuvieron la gallardía de intentar cambiar actas ya firmadas para “arreglar” el asunto y aparentar que cumplieron con lo legal. Imagínate la cara que les debió caer cuando la Contraloría puso el dedo encima.
Esto significa que la Municipalidad tendrá que operar con el presupuesto del año pasado, ¡el 2024! Ya saben lo que eso implica: menos recursos para todo, desde arreglos básicos en las calles hasta programas sociales. Parece mentira que con tantos años de experiencia, todavía le tengan miedo a leer la ley, ¿verdad?
Lo que más preocupa a todos, y con justa razón, es el impacto en la salud pública. Estaba proyectada la construcción de una planta de tratamiento para el mercado, una necesidad urgente para mantener limpio el lugar y evitar enfermedades. Ahora, con este lío, el proyecto corre serio peligro de quedar congelado. El Ministerio de Salud ya manifestó su inquietud, así que no es bronca de inventarse cosas, ¡es una realidad!
Marlen Luna, presidenta del IFAM, no se anduvo con rodeos: dijo que esto afecta gravemente la gestión municipal y pidió al alcalde y al Concejo que corrijan sus errores. Y la ministra de Salud, Mary Munive, soltó una frase que me quedé pensando: “Parece que lo hacen a propósito…” Bueno, Mary, esa es la gran pregunta que ronda por la cabeza de muchos. ¿Será que hay intereses turbios detrás de esta situación?
No es la primera vez que vemos este tipo de problemas en Puntarenas. Parece que hay un patrón de malas prácticas, de improvisación y de desinterés por hacer bien las cosas. Y al final, quien paga las cuentas es la población, los ciudadanos de a pie que se merecen vivir en un cantón digno y con servicios adecuados.
Puntarenas necesita una Municipalidad responsable, transparente y comprometida con el bienestar de su gente. Basta de jueguitos políticos y de decisiones irresponsables que ponen en riesgo nuestra salud y nuestro futuro. La Contraloría hizo su parte, dejó claro que esto era evitable. Ahora, la pelota está en el techo de los alcaldes y concejales. Tendrán que dar muchas explicaciones y asumir las consecuencias de sus actos.
En fin, parceros, esta novela tiene varios capítulos por escribir. Una cosa es segura: la ciudadanía está harta de tanta incoherencia. ¿Ustedes creen que esta improbación es un error administrativo aislado o refleja una cultura de corrupción y negligencia en la Municipalidad de Puntarenas? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!