¡Aguante, pura vida! Aquí su reporte desde el Foro de Costa Rica. Resulta que el Colegio de Médicos, ahí echándole ganas, organizó un foro llamado “Cerebro y Urnas: un Pueblo Sano, Vota Bien”. La idea era darle una mirada profesional a cómo estamos como país rumbo a las elecciones del 2026. Más allá de los debates políticos tradicionales, se metieron en la cabeza de los votantes y, sorpresa, sorpresa, tocaron temas bastante interesantes sobre salud mental y toma de decisiones.
A ver, vamos por partes. Parece que estamos divididos como café con leche: por un lado, los que se prenden a la política a muerte, defendiendo sus ideas hasta con uñas y dientes. Por el otro, los abstencionistas, que le hacen bufonear a la política y directamente se lavan las manos. Y en medio, un grupete que ya está quemadito, con pinta de haber sufrido un burnout político. ¡Qué carga!
Pero la cosa no termina ahí, mi raza. También pusieron bajo la lupa a los candidatos, a los que quieren llegar al Poder Ejecutivo. El psiquiatra Mauricio Campos soltó la bomba: “Me encantaría pensar que estos señores estén también pasando por terapia”. Dijo que es crucial que aborden sus traumas y emociones personales antes de meterse a decidirle la vida a todos nosotros. ¡Imagínate! Un presidente con el cerebro limpio, sin rencores ni ansias de poder… eso sí sería revolucionario.
Y no es solamente cuestión de estar tranquilo, oye. Según los expertos, un buen líder necesita inteligencia emocional, saber manejar las emociones y las presiones del cargo. No basta con tener un currículum lleno de logros, sino que también hay que ver cómo anda la persona emocionalmente. ¿Le pega una crisis de nervios cuando las encuestas van para abajo? ¿Se pone a gritar con cualquier crítica? Eso no da confianza, ¿verdad?
Volviendo a los votantes, el doctor Campos dice que la decisión política ideal debería ser racional, basada en argumentos y propuestas. Pero, claro, vivimos en Costa Rica, donde las emociones mandan. Hay gente llena de desesperanza, enojo, y hasta ira. Otros andan con la apatía pegada, pensando que nada va a cambiar. ¡Qué sal!
Esto es especialmente cierto para los jóvenes, ¿eh? Muchos ya están hartitos de promesas incumplidas y de ver cómo el país sigue igual. Prefieren ahorrar para comprar una casita, tener sus hijos, o simplemente desconectarse de la política. Lejos de involucrarse, optan por la distancia, evitando dolores de cabeza. Una estrategia de supervivencia, diría yo. Como dicen, en relaciones así, lo contrario del amor no es el odio, sino la apatía. Ese vacío que te deja irresponsabilidad y desinterés.
Por supuesto, no todos están negativos. Hay creyentes empedernidos, que confían ciegamente en que la próxima elección va a traer la salvación. A ellos les aconsejan bajarle un poco las expectativas, entender que nadie va a ser un salvador de la patria y que siempre habrá errores. Moderar las ilusiones es clave, diay. No caer en la trampa de creer que un candidato va a resolver todos nuestros problemas de la noche a la mañana.
Entonces, ¿qué debemos hacer ante este panorama tan complicado? Pues, según los expertos, buscar espacios sanos para analizar la política, informarnos bien y filtrar la información. No dejarnos llevar por las fake news ni por los discursos incendiarios. Mantener la calma, evaluar las propuestas con criterio y, sobre todo, ¡cuidar nuestra salud mental! Porque, al final, no queremos sufrir un ataque de presión arterial por culpa de las elecciones. Así que, mis queridos compatriotas, dime tú: ¿Crees que es realista pedir que los futuros líderes políticos busquen ayuda psicológica para gestionar sus emociones y tomar mejores decisiones para el país?
A ver, vamos por partes. Parece que estamos divididos como café con leche: por un lado, los que se prenden a la política a muerte, defendiendo sus ideas hasta con uñas y dientes. Por el otro, los abstencionistas, que le hacen bufonear a la política y directamente se lavan las manos. Y en medio, un grupete que ya está quemadito, con pinta de haber sufrido un burnout político. ¡Qué carga!
Pero la cosa no termina ahí, mi raza. También pusieron bajo la lupa a los candidatos, a los que quieren llegar al Poder Ejecutivo. El psiquiatra Mauricio Campos soltó la bomba: “Me encantaría pensar que estos señores estén también pasando por terapia”. Dijo que es crucial que aborden sus traumas y emociones personales antes de meterse a decidirle la vida a todos nosotros. ¡Imagínate! Un presidente con el cerebro limpio, sin rencores ni ansias de poder… eso sí sería revolucionario.
Y no es solamente cuestión de estar tranquilo, oye. Según los expertos, un buen líder necesita inteligencia emocional, saber manejar las emociones y las presiones del cargo. No basta con tener un currículum lleno de logros, sino que también hay que ver cómo anda la persona emocionalmente. ¿Le pega una crisis de nervios cuando las encuestas van para abajo? ¿Se pone a gritar con cualquier crítica? Eso no da confianza, ¿verdad?
Volviendo a los votantes, el doctor Campos dice que la decisión política ideal debería ser racional, basada en argumentos y propuestas. Pero, claro, vivimos en Costa Rica, donde las emociones mandan. Hay gente llena de desesperanza, enojo, y hasta ira. Otros andan con la apatía pegada, pensando que nada va a cambiar. ¡Qué sal!
Esto es especialmente cierto para los jóvenes, ¿eh? Muchos ya están hartitos de promesas incumplidas y de ver cómo el país sigue igual. Prefieren ahorrar para comprar una casita, tener sus hijos, o simplemente desconectarse de la política. Lejos de involucrarse, optan por la distancia, evitando dolores de cabeza. Una estrategia de supervivencia, diría yo. Como dicen, en relaciones así, lo contrario del amor no es el odio, sino la apatía. Ese vacío que te deja irresponsabilidad y desinterés.
Por supuesto, no todos están negativos. Hay creyentes empedernidos, que confían ciegamente en que la próxima elección va a traer la salvación. A ellos les aconsejan bajarle un poco las expectativas, entender que nadie va a ser un salvador de la patria y que siempre habrá errores. Moderar las ilusiones es clave, diay. No caer en la trampa de creer que un candidato va a resolver todos nuestros problemas de la noche a la mañana.
Entonces, ¿qué debemos hacer ante este panorama tan complicado? Pues, según los expertos, buscar espacios sanos para analizar la política, informarnos bien y filtrar la información. No dejarnos llevar por las fake news ni por los discursos incendiarios. Mantener la calma, evaluar las propuestas con criterio y, sobre todo, ¡cuidar nuestra salud mental! Porque, al final, no queremos sufrir un ataque de presión arterial por culpa de las elecciones. Así que, mis queridos compatriotas, dime tú: ¿Crees que es realista pedir que los futuros líderes políticos busquen ayuda psicológica para gestionar sus emociones y tomar mejores decisiones para el país?