A ver, maes, seamos honestos. Cuando el mundo piensa en Costa Rica, se imaginan tucanes, café, gente diciendo "pura vida" y cero ejército. Y sí, mucho de eso es cierto. Pero a veces se nos olvida que el "pura vida" no es ser quedito ni hacerse el mae. A veces, significa alzar la voz bien duro cuando alguien está haciendo un desmadre. Y eso es exactamente lo que acaba de hacer el Gobierno, mandándole un mensaje clarito a Rusia por el último despiche que armaron en Ucrania. No somos solo playita y paz, también tenemos colmillo diplomático, y parece que no nos da miedo usarlo.
La vara es que la Cancillería no se anduvo por las ramas. Sacaron un comunicado que, para efectos prácticos, le dice a Rusia que ya estuvo bueno. Condenaron con todo el bombardeo masivo del 28 de agosto sobre Kiev, que dejó muertos, heridos y un reguero de destrucción. Y aquí viene lo jugoso: no lo llamaron "un incidente" o "una acción militar". Lo etiquetaron como lo que es: una "grave violación al Derecho Internacional Humanitario". En otras palabras, Tiquicia oficialmente considera que Rusia se jaló una torta monumental, atacando civiles y hasta la sede de la Unión Europea. Eso ya no es un error, es pasarse de la raya a propósito.
Y para que vean la magnitud del asunto, no estamos hablando de un par de cohetes perdidos. Según la info de la Fuerza Aérea de Ucrania, los rusos se dejaron ir con todo el arsenal. Lanzaron la bicoca de 598 drones, incluyendo esos chunches iraníes, los Shahed, que son un verdadero dolor de cabeza. Por si fuera poco, tiraron 31 misiles, entre ellos los famosos Kinzhal, que son hipersónicos y casi imposibles de detener. ¡Qué salado estar en Kiev en esos momentos! Es una lluvia de metal y explosivos que busca, más que un objetivo militar, quebrar la moral de la gente. Es terrorismo con otro nombre, y es bueno ver que nuestro país no le pone filtros a la hora de condenarlo.
Ahora, siempre sale el que pregunta: "¿Y a nosotros qué nos importa? ¿Qué pito tocamos en ese conflicto tan lejos?". Y es una pregunta válida, pero la respuesta está en nuestro ADN como país. El brete de Costa Rica en el escenario mundial siempre ha sido defender la paz, los derechos humanos y el respeto a la ley. No tenemos tanques, pero tenemos una voz moral que, aunque no lo crean, pesa. Cuando un país sin ejército, que voluntariamente renunció a la guerra, condena una invasión, el mensaje es más potente. No es hipocresía, es coherencia pura. Es recordarle al mundo que la soberanía de un país no es negociable y que atacar civiles es, simple y sencillamente, una cochinada.
Al final, Costa Rica reitera su apoyo a Ucrania y pide, una vez más, que se busquen soluciones pacíficas. Suena a disco rayado, pero es lo único que podemos hacer y, honestamente, lo que nos toca hacer. No vamos a mandar armas, pero sí podemos usar nuestra plataforma para avergonzar al agresor y apoyar a la víctima. Es una forma de luchar sin disparar una sola bala. Diay, maes, y ahora la pregunta del millón queda para el foro: ¿Creen que estas condenas diplomáticas de un país como el nuestro realmente sirven para algo o son solo un gesto simbólico que se pierde en el ruido de la guerra?
La vara es que la Cancillería no se anduvo por las ramas. Sacaron un comunicado que, para efectos prácticos, le dice a Rusia que ya estuvo bueno. Condenaron con todo el bombardeo masivo del 28 de agosto sobre Kiev, que dejó muertos, heridos y un reguero de destrucción. Y aquí viene lo jugoso: no lo llamaron "un incidente" o "una acción militar". Lo etiquetaron como lo que es: una "grave violación al Derecho Internacional Humanitario". En otras palabras, Tiquicia oficialmente considera que Rusia se jaló una torta monumental, atacando civiles y hasta la sede de la Unión Europea. Eso ya no es un error, es pasarse de la raya a propósito.
Y para que vean la magnitud del asunto, no estamos hablando de un par de cohetes perdidos. Según la info de la Fuerza Aérea de Ucrania, los rusos se dejaron ir con todo el arsenal. Lanzaron la bicoca de 598 drones, incluyendo esos chunches iraníes, los Shahed, que son un verdadero dolor de cabeza. Por si fuera poco, tiraron 31 misiles, entre ellos los famosos Kinzhal, que son hipersónicos y casi imposibles de detener. ¡Qué salado estar en Kiev en esos momentos! Es una lluvia de metal y explosivos que busca, más que un objetivo militar, quebrar la moral de la gente. Es terrorismo con otro nombre, y es bueno ver que nuestro país no le pone filtros a la hora de condenarlo.
Ahora, siempre sale el que pregunta: "¿Y a nosotros qué nos importa? ¿Qué pito tocamos en ese conflicto tan lejos?". Y es una pregunta válida, pero la respuesta está en nuestro ADN como país. El brete de Costa Rica en el escenario mundial siempre ha sido defender la paz, los derechos humanos y el respeto a la ley. No tenemos tanques, pero tenemos una voz moral que, aunque no lo crean, pesa. Cuando un país sin ejército, que voluntariamente renunció a la guerra, condena una invasión, el mensaje es más potente. No es hipocresía, es coherencia pura. Es recordarle al mundo que la soberanía de un país no es negociable y que atacar civiles es, simple y sencillamente, una cochinada.
Al final, Costa Rica reitera su apoyo a Ucrania y pide, una vez más, que se busquen soluciones pacíficas. Suena a disco rayado, pero es lo único que podemos hacer y, honestamente, lo que nos toca hacer. No vamos a mandar armas, pero sí podemos usar nuestra plataforma para avergonzar al agresor y apoyar a la víctima. Es una forma de luchar sin disparar una sola bala. Diay, maes, y ahora la pregunta del millón queda para el foro: ¿Creen que estas condenas diplomáticas de un país como el nuestro realmente sirven para algo o son solo un gesto simbólico que se pierde en el ruido de la guerra?