¡Ay, Dios mío, qué responsabilidad! Más de 66 mil jovencitos de sexto año se pusieron las pilas la semana pasada para la Prueba Nacional Estandarizada Sumativa 2025. Imagínate el estrés, los nervios… ¡hasta los profes debieron estar sudando la gota gorda!
Como bien saben los que andamos por acá informados, esta prueba no es cualquier vaina. El Ministerio de Educación Pública (MEP), en su sabiduría, decidió que esto vale la mitad de la nota final del curso. La otra mitad depende del trabajo diario en el salón, así que no sean vagos y le echen duro a las clases, ¿ok?
El cronograma quedó claro como el agua de Barva: martes, Estudios Sociales; miércoles, Matemáticas; jueves, Español; y viernes, Ciencias. Un calendario apretadito, pero todos sabemos que así es la vida, ¿verdad, mae? A ver si los nenes estaban bien alimentados y descansados para rendir al máximo.
Ahora, vamos por los números: 66.496 estudiantes, distribuidos en 3.779 escuelas públicas y privadas por todo el país. Una locura pensar en cuántos chunches debieron estar moviéndose para organizar todo eso. Y encima, ¡más de 18 mil estudiantes necesitaban apoyo especial! Prueba en braille, tutores, letras más grandes, tiempo extra... ¡Se esforzaron al máximo para que nadie se quedara atrás!
Lo bueno es que flexibilizaron el formato. Algunos centros hicieron la prueba en papel, otros la agarraron con la tecnología, dependiendo de cómo esté el equipamiento y la señal de internet en cada lugar. Que viva la adaptabilidad, porque aquí en Costa Rica tenemos de todo, desde selvas profundas hasta modernos call centers. Imaginen la diferencia entre una escuela en Pérez Zeledón y una en Escazú… ¡una vara diferente totalmente!
Este año, el Consejo Superior de Educación (CSE) tomó una decisión importante: la prueba sumativa valdría el 50% de la nota final. Esto significa que ya no hay margen para irse al traste en el último momento. Hay que trabajar todo el año para tener buenos resultados. Recordemos también la prueba diagnóstica de marzo, esa sí era solo para saber dónde estábamos parados, ahora sí cuenta doble.
Muchos padres seguramente andaban preocupadísimos, preguntándose si sus hijos estaban preparados. Claro, con tanta cosa que pasa en el mundo, es normal sentirse así. Pero lo importante es apoyar a los niños, darles ánimos y recordales que lo importante es aprender, no solamente sacar una buena nota. Después de todo, son ellos quienes van a construir el futuro de nuestro país.
Con toda esta información a cuestas, me pregunto: ¿Creen que darle tanto peso a una única prueba estandarizada realmente refleja el aprendizaje y el potencial de nuestros estudiantes? ¿O deberíamos buscar formas más completas y personalizadas de evaluar su progreso?
Como bien saben los que andamos por acá informados, esta prueba no es cualquier vaina. El Ministerio de Educación Pública (MEP), en su sabiduría, decidió que esto vale la mitad de la nota final del curso. La otra mitad depende del trabajo diario en el salón, así que no sean vagos y le echen duro a las clases, ¿ok?
El cronograma quedó claro como el agua de Barva: martes, Estudios Sociales; miércoles, Matemáticas; jueves, Español; y viernes, Ciencias. Un calendario apretadito, pero todos sabemos que así es la vida, ¿verdad, mae? A ver si los nenes estaban bien alimentados y descansados para rendir al máximo.
Ahora, vamos por los números: 66.496 estudiantes, distribuidos en 3.779 escuelas públicas y privadas por todo el país. Una locura pensar en cuántos chunches debieron estar moviéndose para organizar todo eso. Y encima, ¡más de 18 mil estudiantes necesitaban apoyo especial! Prueba en braille, tutores, letras más grandes, tiempo extra... ¡Se esforzaron al máximo para que nadie se quedara atrás!
Lo bueno es que flexibilizaron el formato. Algunos centros hicieron la prueba en papel, otros la agarraron con la tecnología, dependiendo de cómo esté el equipamiento y la señal de internet en cada lugar. Que viva la adaptabilidad, porque aquí en Costa Rica tenemos de todo, desde selvas profundas hasta modernos call centers. Imaginen la diferencia entre una escuela en Pérez Zeledón y una en Escazú… ¡una vara diferente totalmente!
Este año, el Consejo Superior de Educación (CSE) tomó una decisión importante: la prueba sumativa valdría el 50% de la nota final. Esto significa que ya no hay margen para irse al traste en el último momento. Hay que trabajar todo el año para tener buenos resultados. Recordemos también la prueba diagnóstica de marzo, esa sí era solo para saber dónde estábamos parados, ahora sí cuenta doble.
Muchos padres seguramente andaban preocupadísimos, preguntándose si sus hijos estaban preparados. Claro, con tanta cosa que pasa en el mundo, es normal sentirse así. Pero lo importante es apoyar a los niños, darles ánimos y recordales que lo importante es aprender, no solamente sacar una buena nota. Después de todo, son ellos quienes van a construir el futuro de nuestro país.
Con toda esta información a cuestas, me pregunto: ¿Creen que darle tanto peso a una única prueba estandarizada realmente refleja el aprendizaje y el potencial de nuestros estudiantes? ¿O deberíamos buscar formas más completas y personalizadas de evaluar su progreso?
