¡Ay, Dios mío, qué vara nos cayó encima! Aquí andamos sacudidos porque la exjefa del INS, Mónica Araya, soltó la bomba ante los diputados. Resulta que el presidente Chaves, aparentemente, la estaba apremiando para darle luz verde a una garantía a Tradeco, una constructora mexicana que busca meterle mano al proyecto Barranca-Limonal. ¡Un bronca tremenda!
Para ponerlos en el contexto, el proyecto Barranca-Limonal ha sido un dolor de cabeza desde el principio. Se trata de una carretera crucial para conectar zonas importantes del país, pero los trámites y la adjudicación han estado llenos de polémica. Ya habíamos tenido roces con el exministro de Obras Públicas, Luis Amador, quien también salió a hablar sobre la presión del presidente para favorecer a Tradeco. Parece que esto tiene patas largas, mae.
Araya, contundente, relató cómo el presidente la llamaba insistentemente, incluso gritándole e insultándola cuando la junta directiva del INS rechazó la propuesta. Según ella, el mandatario quería que el INS emitiera un seguro de cumplimiento para facilitar el traspaso del contrato. ¡Imagínate el descaro! Después de eso, dicen que siguió moviendo los hilos a través de su jefa de despacho para presionar al gerente de la institución. ¡Esto huele raro, chícharos!
Y no es solo eso, la exdirectora también denunció haber recibido amenazas de seguidores oficialistas tras la controversia. Imagínate, recibir mensajes amenazantes solo por hacer lo correcto. Esto ya va más allá de la política, vamos directo a la intimidación. Uno esperaría respeto y protección, no estar recibiendo saldos por defender sus principios. Da qué pensar, ¿verdad?
Amador, por su parte, confirmó la insistencia de Chaves en entregar el contrato a Tradeco, alegando que el presidente tenía “sangre en el ojo”. Hasta le llegó a echarles la culpa a Araya, diciendo que “llevaba 2 de 3” por no ceder a sus exigencias. ¡Uy, se le nota el nerviosismo! Parece que el asunto lo tiene bien complicado, y buscando chivos expiatorios para salir del apuro.
El propio Chaves admitió haber intervenido en el intento de traspaso, justificándose con que la operación le habría ahorrado al país millones de colones. Pero claro, entre tanto ahorro, parece que se olvida de mencionar el posible daño a la transparencia y la legalidad de las cosas. No sé ustedes, pero yo empiezo a tener mis sospechas. Y esas suspicacias no son precisamente de las que te hacen dormir tranquilo.
Ahora, analizando la situación, uno piensa que esto podría ser la punta del iceberg. Tal vez haya otros negocios turbios detrás de esta jugada. Lo que sí es cierto es que la credibilidad del gobierno está en juego, y si estas acusaciones resultan ciertas, sería un escándalo mayúsculo. Además, el caso plantea interrogantes sobre la independencia de las instituciones públicas y la influencia del poder político en ellas. ¡Una verdadera carga para el país!
En fin, toda esta vaina deja un sabor amargo en la boca. Con tantas crisis y problemas urgentes que atender, ¿para qué andar metiéndose en líos innecesarios? Ahora, dime tú, ¿crees que el presidente Chaves debería renunciar si se comprueba que presionó a la exdirectora del INS para favorecer intereses particulares?
Para ponerlos en el contexto, el proyecto Barranca-Limonal ha sido un dolor de cabeza desde el principio. Se trata de una carretera crucial para conectar zonas importantes del país, pero los trámites y la adjudicación han estado llenos de polémica. Ya habíamos tenido roces con el exministro de Obras Públicas, Luis Amador, quien también salió a hablar sobre la presión del presidente para favorecer a Tradeco. Parece que esto tiene patas largas, mae.
Araya, contundente, relató cómo el presidente la llamaba insistentemente, incluso gritándole e insultándola cuando la junta directiva del INS rechazó la propuesta. Según ella, el mandatario quería que el INS emitiera un seguro de cumplimiento para facilitar el traspaso del contrato. ¡Imagínate el descaro! Después de eso, dicen que siguió moviendo los hilos a través de su jefa de despacho para presionar al gerente de la institución. ¡Esto huele raro, chícharos!
Y no es solo eso, la exdirectora también denunció haber recibido amenazas de seguidores oficialistas tras la controversia. Imagínate, recibir mensajes amenazantes solo por hacer lo correcto. Esto ya va más allá de la política, vamos directo a la intimidación. Uno esperaría respeto y protección, no estar recibiendo saldos por defender sus principios. Da qué pensar, ¿verdad?
Amador, por su parte, confirmó la insistencia de Chaves en entregar el contrato a Tradeco, alegando que el presidente tenía “sangre en el ojo”. Hasta le llegó a echarles la culpa a Araya, diciendo que “llevaba 2 de 3” por no ceder a sus exigencias. ¡Uy, se le nota el nerviosismo! Parece que el asunto lo tiene bien complicado, y buscando chivos expiatorios para salir del apuro.
El propio Chaves admitió haber intervenido en el intento de traspaso, justificándose con que la operación le habría ahorrado al país millones de colones. Pero claro, entre tanto ahorro, parece que se olvida de mencionar el posible daño a la transparencia y la legalidad de las cosas. No sé ustedes, pero yo empiezo a tener mis sospechas. Y esas suspicacias no son precisamente de las que te hacen dormir tranquilo.
Ahora, analizando la situación, uno piensa que esto podría ser la punta del iceberg. Tal vez haya otros negocios turbios detrás de esta jugada. Lo que sí es cierto es que la credibilidad del gobierno está en juego, y si estas acusaciones resultan ciertas, sería un escándalo mayúsculo. Además, el caso plantea interrogantes sobre la independencia de las instituciones públicas y la influencia del poder político en ellas. ¡Una verdadera carga para el país!
En fin, toda esta vaina deja un sabor amargo en la boca. Con tantas crisis y problemas urgentes que atender, ¿para qué andar metiéndose en líos innecesarios? Ahora, dime tú, ¿crees que el presidente Chaves debería renunciar si se comprueba que presionó a la exdirectora del INS para favorecer intereses particulares?