¡Ay, Dios mío, qué brete nos cayó encima! El ambiente político en Costa Rica se puso más caliente que gallina pochada este jueves, luego de que el presidente Rodrigo Chaves soltara unas cositas que hicieron temblar las paredes del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE). Resulta que doña Eugenia Zamora, la presidenta del TSE, salió con un mensaje que no habíamos visto en décadas, acusándolo directamente de amenazar la paz y la estabilidad del país, especialmente con elecciones acercándose. ¡Esto pinta para novela!
Para entender la magnitud del asunto, hay que recordar que Zamora lleva 76 años y una trayectoria impecable en el servicio público. No es precisamente una novata, y su defensa del TSE llegó cargada de peso histórico. Recordemos que entre 1986 y 1990 trabajó en el gobierno de Óscar Arias, y ella misma enfatizó que esas experiencias públicas no la invalidan para ejercer su rol actual. ¡Esto es democracia, mae!, y participar en la vida política no es ningún pecado.
Pero vayamos al grano. Según Zamora, Chaves ha promovido agravios constantes en su contra, ha puesto en tela de juicio las decisiones del TSE y, en general, ha tratado de sabotear la integridad del proceso electoral. La gota que derramó el vaso parece ser la investigación sobre el financiamiento irregular de la campaña de Progreso Social, la cual llevó a Chaves a la presidencia. Además, mencionó la insistencia del mandatario en levantarle la inmunidad y su presión para evitar cambios en las frecuencias de radio y televisión hasta después de las elecciones. ¡Qué maraña, diay!
En un video de siete minutos, Zamora, acompañada de todos los magistrados del TSE, pidió respeto para su persona y, sobre todo, para la institución que dirige. Afirmó que las declaraciones de Chaves, al acusarla de tener sesgos partidarios, atacan la credibilidad del TSE y del propio proceso democrático. “Cuando usted, faltando a la verdad, acusa un sesgo partidario… está amenazando la paz y la estabilidad política del país”, sentenció con firmeza, demostrando que no se va a dejar amedrentar por nadie.
Lo que más sorprendió es que Zamora hizo hincapié en que este sería el único pronunciamiento del TSE sobre el tema durante la campaña electoral. Esto demuestra la gravedad con la que están tomando la situación. Normalmente, estas instituciones prefieren mantener un perfil bajo, pero la actitud de Chaves obligó a romper ese silencio. ¡Esto ya no es juego de niños, chunches!
Por supuesto, la reacción de la oposición no se hizo esperar. Vieron en esto una oportunidad para atacar al gobierno, acusando a Chaves de desprestigiar las instituciones del Estado y de poner en riesgo la transparencia de las elecciones. Incluso algunos analistas políticos sugirieron que Zamora podría presentar una denuncia formal ante la Fiscalía General de la Nación, alegando que las declaraciones de Chaves constituyen injurias y calumnias. ¡El ambiente está que arde, pura pólvora!
Pero más allá de las reacciones políticas, este caso plantea preguntas fundamentales sobre el respeto a las instituciones y el papel del Poder Ejecutivo en la vigilancia del proceso electoral. Un presidente que ataca abiertamente al TSE mina la confianza de la ciudadanía en la capacidad del país para celebrar elecciones libres y justas. Y eso, señores, es algo que no podemos permitirnos. Ahora bien, muchos recuerdan cómo criticó anteriormente el TSE en campañas anteriores, así que el debate sobre su legitimidad no es nuevo.
Definitivamente, esta controversia pondrá a prueba la fortaleza de nuestras instituciones democráticas. La pregunta que queda en el aire, y quiero saber qué piensan ustedes, es: ¿Debería el TSE tomar medidas legales contra el Presidente Chaves por sus declaraciones, o debería limitarse a defender su autonomía a través de comunicados públicos y acciones institucionales?
	
		
			
		
		
	
				
			Para entender la magnitud del asunto, hay que recordar que Zamora lleva 76 años y una trayectoria impecable en el servicio público. No es precisamente una novata, y su defensa del TSE llegó cargada de peso histórico. Recordemos que entre 1986 y 1990 trabajó en el gobierno de Óscar Arias, y ella misma enfatizó que esas experiencias públicas no la invalidan para ejercer su rol actual. ¡Esto es democracia, mae!, y participar en la vida política no es ningún pecado.
Pero vayamos al grano. Según Zamora, Chaves ha promovido agravios constantes en su contra, ha puesto en tela de juicio las decisiones del TSE y, en general, ha tratado de sabotear la integridad del proceso electoral. La gota que derramó el vaso parece ser la investigación sobre el financiamiento irregular de la campaña de Progreso Social, la cual llevó a Chaves a la presidencia. Además, mencionó la insistencia del mandatario en levantarle la inmunidad y su presión para evitar cambios en las frecuencias de radio y televisión hasta después de las elecciones. ¡Qué maraña, diay!
En un video de siete minutos, Zamora, acompañada de todos los magistrados del TSE, pidió respeto para su persona y, sobre todo, para la institución que dirige. Afirmó que las declaraciones de Chaves, al acusarla de tener sesgos partidarios, atacan la credibilidad del TSE y del propio proceso democrático. “Cuando usted, faltando a la verdad, acusa un sesgo partidario… está amenazando la paz y la estabilidad política del país”, sentenció con firmeza, demostrando que no se va a dejar amedrentar por nadie.
Lo que más sorprendió es que Zamora hizo hincapié en que este sería el único pronunciamiento del TSE sobre el tema durante la campaña electoral. Esto demuestra la gravedad con la que están tomando la situación. Normalmente, estas instituciones prefieren mantener un perfil bajo, pero la actitud de Chaves obligó a romper ese silencio. ¡Esto ya no es juego de niños, chunches!
Por supuesto, la reacción de la oposición no se hizo esperar. Vieron en esto una oportunidad para atacar al gobierno, acusando a Chaves de desprestigiar las instituciones del Estado y de poner en riesgo la transparencia de las elecciones. Incluso algunos analistas políticos sugirieron que Zamora podría presentar una denuncia formal ante la Fiscalía General de la Nación, alegando que las declaraciones de Chaves constituyen injurias y calumnias. ¡El ambiente está que arde, pura pólvora!
Pero más allá de las reacciones políticas, este caso plantea preguntas fundamentales sobre el respeto a las instituciones y el papel del Poder Ejecutivo en la vigilancia del proceso electoral. Un presidente que ataca abiertamente al TSE mina la confianza de la ciudadanía en la capacidad del país para celebrar elecciones libres y justas. Y eso, señores, es algo que no podemos permitirnos. Ahora bien, muchos recuerdan cómo criticó anteriormente el TSE en campañas anteriores, así que el debate sobre su legitimidad no es nuevo.
Definitivamente, esta controversia pondrá a prueba la fortaleza de nuestras instituciones democráticas. La pregunta que queda en el aire, y quiero saber qué piensan ustedes, es: ¿Debería el TSE tomar medidas legales contra el Presidente Chaves por sus declaraciones, o debería limitarse a defender su autonomía a través de comunicados públicos y acciones institucionales?
 
	 
 
		 
  
 
		 
 
		 
  
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		