¡Ay, Dios mío, qué torta! El clima nos anda jugando feo, mi gente. Después de un fin de semana de aguaceros intensos producto del huracán Melissa (aunque lejos, pegó su manita), el Ministerio de Educación Pública (MEP) tuvo que tomar una decisión difícil: suspender clases en varias escuelas del sur del país. Esto no es ningún juego; la situación allá está bien fea.
Como si fuera poco la pandemia que todavía estamos sacudiendo de encima, ahora tenemos que lidiar con calles inundadas, lodo hasta las rodillas y caminos intransitables. Las autoridades dicen que el efecto indirecto del huracán generó fuertes lluvias en zonas ya vulnerables, donde el suelo está saturado y los deslizamientos son el pan de cada día. En resumen, irse al traste es casi inevitable si no se toman medidas.
La suspensión afecta principalmente a escuelas de las Direcciones Regionales de Coto y Grande de Térraba, un montón de circulos y pueblos que conocemos todos. Desde Vista Térraba hasta Rancho Quemado, pasando por Drake y Puerto Jiménez, los estudiantes, maestros y administrativos tendrán un par de días libres… aunque con la preocupación latente de ver cómo se recuperan de esto. Imagínense la vara para las familias que dependen del colegio como centro comunitario y espacio seguro.
El MEP no se quedó con los brazos cruzados. La decisión, aseguran, se tomó luego de coordinar con los comités de emergencia locales, direcciones regionales y municipios. Se hizo un monitoreo constante de la situación y se llegó a la conclusión de que era lo más sensato para proteger a todos. Que bueno que se avisaron a tiempo, porque andar corriendo a llevar niños a lugares inseguros sería otra torta.
Y ojo, mae, porque no solo se trata de la seguridad física. La conectividad también es un problema importante. Muchas áreas afectadas tienen acceso limitado a internet, lo que dificulta las clases virtuales, si es que se pudieran ofrecer. Ahora, con tanta inundación, ni siquiera hay señal de celular en algunos lados. ¡Qué sal!
Para quienes tenían pruebas estandarizadas programadas durante estos días, no se preocupen. El MEP aseguró que se reprogramarán la semana siguiente. Un alivio, digo yo, porque meterle presión a los estudiantes en estas condiciones sería injusto. Aunque ahora habrá que organizarse para recuperar ese tiempo perdido, eso sí es brete.
Lo que me preocupa, y seguramente a muchos de ustedes también, es que esto podría pasar seguido. Con el cambio climático acelerándose, estamos viendo cada vez más fenómenos meteorológicos extremos. ¿Será que nuestras escuelas no están preparadas para enfrentar estos desafíos? ¿Tenemos planes sólidos de contingencia a largo plazo? ¿Estamos invirtiendo suficiente en infraestructura resiliente?
Después de esta bronca, me pregunto: ¿qué medidas cree usted que deberían tomarse desde el gobierno y las comunidades para fortalecer la preparación ante emergencias climáticas en las escuelas de nuestro país? Compartamos ideas y soluciones para que nuestros hijos puedan seguir aprendiendo seguros, diay.
Como si fuera poco la pandemia que todavía estamos sacudiendo de encima, ahora tenemos que lidiar con calles inundadas, lodo hasta las rodillas y caminos intransitables. Las autoridades dicen que el efecto indirecto del huracán generó fuertes lluvias en zonas ya vulnerables, donde el suelo está saturado y los deslizamientos son el pan de cada día. En resumen, irse al traste es casi inevitable si no se toman medidas.
La suspensión afecta principalmente a escuelas de las Direcciones Regionales de Coto y Grande de Térraba, un montón de circulos y pueblos que conocemos todos. Desde Vista Térraba hasta Rancho Quemado, pasando por Drake y Puerto Jiménez, los estudiantes, maestros y administrativos tendrán un par de días libres… aunque con la preocupación latente de ver cómo se recuperan de esto. Imagínense la vara para las familias que dependen del colegio como centro comunitario y espacio seguro.
El MEP no se quedó con los brazos cruzados. La decisión, aseguran, se tomó luego de coordinar con los comités de emergencia locales, direcciones regionales y municipios. Se hizo un monitoreo constante de la situación y se llegó a la conclusión de que era lo más sensato para proteger a todos. Que bueno que se avisaron a tiempo, porque andar corriendo a llevar niños a lugares inseguros sería otra torta.
Y ojo, mae, porque no solo se trata de la seguridad física. La conectividad también es un problema importante. Muchas áreas afectadas tienen acceso limitado a internet, lo que dificulta las clases virtuales, si es que se pudieran ofrecer. Ahora, con tanta inundación, ni siquiera hay señal de celular en algunos lados. ¡Qué sal!
Para quienes tenían pruebas estandarizadas programadas durante estos días, no se preocupen. El MEP aseguró que se reprogramarán la semana siguiente. Un alivio, digo yo, porque meterle presión a los estudiantes en estas condiciones sería injusto. Aunque ahora habrá que organizarse para recuperar ese tiempo perdido, eso sí es brete.
Lo que me preocupa, y seguramente a muchos de ustedes también, es que esto podría pasar seguido. Con el cambio climático acelerándose, estamos viendo cada vez más fenómenos meteorológicos extremos. ¿Será que nuestras escuelas no están preparadas para enfrentar estos desafíos? ¿Tenemos planes sólidos de contingencia a largo plazo? ¿Estamos invirtiendo suficiente en infraestructura resiliente?
Después de esta bronca, me pregunto: ¿qué medidas cree usted que deberían tomarse desde el gobierno y las comunidades para fortalecer la preparación ante emergencias climáticas en las escuelas de nuestro país? Compartamos ideas y soluciones para que nuestros hijos puedan seguir aprendiendo seguros, diay.