¡Ay, Dios mío! Se armó la carnaza, pura bronca. Una nueva encuesta de la UCR nos cayó como balde de agua fría, porque parece que estamos más cerca de tocatela que de poder decir lo que pensamos. Según los datos, siete de cada diez ticos ahora andan preocupadísimos por si la libertad de expresión se va al traste. ¡Y eso que antes ya estábamos chirriandos!
La encuesta, que le preguntaron a mil personas por teléfono – bueno, así dicen los técnicos – muestra que la cosa ha empeorado bastante en los últimos años. El porcentaje de gente que cree que la libertad de expresión está en peligro ha ido subiendo como espuma, especialmente desde el 2023. Antes, era medio tranqui, pero ahora, ¡aguante! Parece que alguien anda apretando las tuercas.
Vamos por partes, pa’ que entiendan la magnitud del brete. En 2024, alrededor de un 65% de nosotros estaba de acuerdo o muy de acuerdo con que la libertad de expresión está amenazada. Ahora, ¡boom!, saltó a un 73,4%! Eso sí es cambio, maquina. Ya no es “si esto pasará” sino “¿cuándo?”. Un pequeño porcentaje, como un 3,8%, dice que ni ahí, que no saben qué decir. Pero la mayoría, la gran mayoría, está sintiendo la presión.
Pero la cosa no termina ahí, chunches. La encuesta también revisó el tema de la censura y la autocensura, y vaya si encontramos cosas turbias. Resulta que más de la mitad de la gente piensa que hay límites para lo que podemos decir. Que te vigilan, que te pueden meterle dedo, que mejor te callas la boca, diay. Como si viviéramos en Cuba, ¡qué pena!
Y luego está la autocensura, el peor bicho de todos. Porque eso sí duele, ¿eh? Casi la mitad de nosotros, por temor a las consecuencias, hemos dejado de opinar en redes sociales. Imagínate, nos andamos mordiendo la lengua para evitar problemas. Eso no es vivir en una democracia, es andar con cuidado pa’ no pisarle los pies a nadie. La encuesta dice que las mujeres están un poquito más sensibilizadas en este tema, pero los hombres tampoco andan precisamente relajados.
Ahora bien, ¿a quién echarle la culpa? Ahí es donde se pone interesante, porque cada quien tiene su propia vara. Algunos apuntan al gobierno, otros a los medios de comunicación, otros a las redes sociales… ¡Es un quilombo! Lo cierto es que algo está pasando y necesitamos analizarlo con calma, sin ponernos a gritarnos unos a otros. Tenemos que entender cómo llegamos hasta acá y qué podemos hacer para cambiar la tortilla.
Los investigadores de la UCR, esos listos, dicen que el estudio tiene un margen de error de más o menos tres puntos, pero con estas cifras, creo que ya nos queda claro que tenemos un problema serio. No es cuestión de ponerse a alarmarse, pero sí es momento de tomar cartas en el asunto y defender nuestra capacidad de hablar, de disentir, de criticar... de ser ticos, en fin. Porque si perdemos la libertad de expresión, perdemos todo, ¿me entienden?
Así que, díganme, compañeros: ¿ustedes sienten también que hay menos espacio para expresarnos libremente en Costa Rica? ¿Qué medidas creen que deberíamos tomar para proteger nuestra libertad de expresión y evitar que la cosa se siga poniendo más salada?
La encuesta, que le preguntaron a mil personas por teléfono – bueno, así dicen los técnicos – muestra que la cosa ha empeorado bastante en los últimos años. El porcentaje de gente que cree que la libertad de expresión está en peligro ha ido subiendo como espuma, especialmente desde el 2023. Antes, era medio tranqui, pero ahora, ¡aguante! Parece que alguien anda apretando las tuercas.
Vamos por partes, pa’ que entiendan la magnitud del brete. En 2024, alrededor de un 65% de nosotros estaba de acuerdo o muy de acuerdo con que la libertad de expresión está amenazada. Ahora, ¡boom!, saltó a un 73,4%! Eso sí es cambio, maquina. Ya no es “si esto pasará” sino “¿cuándo?”. Un pequeño porcentaje, como un 3,8%, dice que ni ahí, que no saben qué decir. Pero la mayoría, la gran mayoría, está sintiendo la presión.
Pero la cosa no termina ahí, chunches. La encuesta también revisó el tema de la censura y la autocensura, y vaya si encontramos cosas turbias. Resulta que más de la mitad de la gente piensa que hay límites para lo que podemos decir. Que te vigilan, que te pueden meterle dedo, que mejor te callas la boca, diay. Como si viviéramos en Cuba, ¡qué pena!
Y luego está la autocensura, el peor bicho de todos. Porque eso sí duele, ¿eh? Casi la mitad de nosotros, por temor a las consecuencias, hemos dejado de opinar en redes sociales. Imagínate, nos andamos mordiendo la lengua para evitar problemas. Eso no es vivir en una democracia, es andar con cuidado pa’ no pisarle los pies a nadie. La encuesta dice que las mujeres están un poquito más sensibilizadas en este tema, pero los hombres tampoco andan precisamente relajados.
Ahora bien, ¿a quién echarle la culpa? Ahí es donde se pone interesante, porque cada quien tiene su propia vara. Algunos apuntan al gobierno, otros a los medios de comunicación, otros a las redes sociales… ¡Es un quilombo! Lo cierto es que algo está pasando y necesitamos analizarlo con calma, sin ponernos a gritarnos unos a otros. Tenemos que entender cómo llegamos hasta acá y qué podemos hacer para cambiar la tortilla.
Los investigadores de la UCR, esos listos, dicen que el estudio tiene un margen de error de más o menos tres puntos, pero con estas cifras, creo que ya nos queda claro que tenemos un problema serio. No es cuestión de ponerse a alarmarse, pero sí es momento de tomar cartas en el asunto y defender nuestra capacidad de hablar, de disentir, de criticar... de ser ticos, en fin. Porque si perdemos la libertad de expresión, perdemos todo, ¿me entienden?
Así que, díganme, compañeros: ¿ustedes sienten también que hay menos espacio para expresarnos libremente en Costa Rica? ¿Qué medidas creen que deberíamos tomar para proteger nuestra libertad de expresión y evitar que la cosa se siga poniendo más salada?
