¡Ay, Dios mío, qué torta nos cayó encima! La gota que derramó el vaso en este país, parece. Resulta que Randall Zúñiga, el mismísimo director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), está metido en un brete más grande que la Sabana. Según yerlanitas del Inamu, hay unas catorce mujeres que andan con el corazón en la boca, temerosas de echarle tierra al señor porque él, paradójicamente, es quien debería estar investigando estos casos. Esto es más complicado que encontrar estacionamiento en Escazú un viernes.
Para ponerlos en clima, la Presidenta Ejecutiva del Instituto Nacional de Mujeres (Inamu), Yerlin Zúñiga, soltó la bomba durante una conferencia de prensa. Dijo que varias mujeres afirman haber sido víctimas de abuso sexual por parte del director del OIJ. Imagínense la ironía, ¿verdad? El tipo que debería protegerlas, ellas dicen que les hizo daño. ¡Qué sal!
Hasta ahora, oficialmente, el Ministerio Público anda manejando solamente tres denuncias formales contra Zúñiga. Se le acusa de cosas gordas, como presunta violación, contagio venéreo e incluso ofensas a la dignidad. Todo esto se está investigando en la Fiscalía Adjunta de Género, así que esperemos que le pongan empeño y no se dejen influenciar por nadie. Porque si no, se va todo al traste.
Y aquí viene la parte que me tiene más preocupada, mijos. Estas catorce mujeres que temen denunciar, ¿por qué? Pues, según la información que ha salido, sienten que el poder que tiene Zúñiga dentro del OIJ las amedrenta. ¿Cómo vas a acusar al jefe de jefes si sientes que te van a buscar las cosquillas? Es un círculo vicioso que hay que romper urgentemente. Esto demuestra lo cochina que puede ser la cultura de impunidad en nuestra querida Costa Rica.
Ahora bien, la directora del Inamu, Yerlin, le echó un pulso a los magistrados del sistema judicial, diciéndoles que ellos son quienes tienen que garantizar justicia a estas mujeres y luchar contra la impunidad. Y tiene toda la razón. No pueden quedarse viendo como esto se cocina a fuego lento. Necesitamos ver acciones contundentes, investigaciones transparentes y castigos ejemplares para cualquier funcionario público que abuse de su poder.
Este caso abre un debate importantísimo sobre la confianza que la ciudadanía deposita en las instituciones del Estado. Si el líder de la policía judicial es señalado de cometer actos tan graves, ¿cómo vamos a confiar en que se investiguen correctamente otros casos de violencia de género? Este es un golpe duro a la credibilidad del OIJ y a la percepción de seguridad que tenemos los costarricenses.
Algunos analistas políticos ya están barajando escenarios y especulando sobre el futuro político de Zúñiga. Algunos dicen que ya tiene un pie afuera, otros creen que podría salir librado de esto gracias a sus contactos. Pero lo que sí es seguro es que este escándalo va a dejar secuelas profundas en la política nacional y en la lucha contra la violencia de género. Personalmente, espero que la verdad salga a relucir, aunque duela, porque necesitamos limpiar la barnera y demostrar que nadie está por encima de la ley.
En fin, mi gente, este caso es un verdadero ¡qué despiche! Me pregunto: ¿Qué medidas deberían tomar las autoridades para proteger a las víctimas que temen denunciar y asegurar una investigación imparcial e independiente en este caso?
Para ponerlos en clima, la Presidenta Ejecutiva del Instituto Nacional de Mujeres (Inamu), Yerlin Zúñiga, soltó la bomba durante una conferencia de prensa. Dijo que varias mujeres afirman haber sido víctimas de abuso sexual por parte del director del OIJ. Imagínense la ironía, ¿verdad? El tipo que debería protegerlas, ellas dicen que les hizo daño. ¡Qué sal!
Hasta ahora, oficialmente, el Ministerio Público anda manejando solamente tres denuncias formales contra Zúñiga. Se le acusa de cosas gordas, como presunta violación, contagio venéreo e incluso ofensas a la dignidad. Todo esto se está investigando en la Fiscalía Adjunta de Género, así que esperemos que le pongan empeño y no se dejen influenciar por nadie. Porque si no, se va todo al traste.
Y aquí viene la parte que me tiene más preocupada, mijos. Estas catorce mujeres que temen denunciar, ¿por qué? Pues, según la información que ha salido, sienten que el poder que tiene Zúñiga dentro del OIJ las amedrenta. ¿Cómo vas a acusar al jefe de jefes si sientes que te van a buscar las cosquillas? Es un círculo vicioso que hay que romper urgentemente. Esto demuestra lo cochina que puede ser la cultura de impunidad en nuestra querida Costa Rica.
Ahora bien, la directora del Inamu, Yerlin, le echó un pulso a los magistrados del sistema judicial, diciéndoles que ellos son quienes tienen que garantizar justicia a estas mujeres y luchar contra la impunidad. Y tiene toda la razón. No pueden quedarse viendo como esto se cocina a fuego lento. Necesitamos ver acciones contundentes, investigaciones transparentes y castigos ejemplares para cualquier funcionario público que abuse de su poder.
Este caso abre un debate importantísimo sobre la confianza que la ciudadanía deposita en las instituciones del Estado. Si el líder de la policía judicial es señalado de cometer actos tan graves, ¿cómo vamos a confiar en que se investiguen correctamente otros casos de violencia de género? Este es un golpe duro a la credibilidad del OIJ y a la percepción de seguridad que tenemos los costarricenses.
Algunos analistas políticos ya están barajando escenarios y especulando sobre el futuro político de Zúñiga. Algunos dicen que ya tiene un pie afuera, otros creen que podría salir librado de esto gracias a sus contactos. Pero lo que sí es seguro es que este escándalo va a dejar secuelas profundas en la política nacional y en la lucha contra la violencia de género. Personalmente, espero que la verdad salga a relucir, aunque duela, porque necesitamos limpiar la barnera y demostrar que nadie está por encima de la ley.
En fin, mi gente, este caso es un verdadero ¡qué despiche! Me pregunto: ¿Qué medidas deberían tomar las autoridades para proteger a las víctimas que temen denunciar y asegurar una investigación imparcial e independiente en este caso?
