¡Ay, Dios mío! La cosa está dura, muy dura para nuestros agricultores. Parece que el gobierno anda más perdido que chancho en supermercado y el campo, pura bronca. Pastoral Social Cáritas no se quedó calladita y lanzó una advertencia bien clara: hay que ponerle atención a este brete antes de que se vaya todo al traste.
La realidad es que desde hace años, los campesinos le están echando espuma por la boca pidiendo una mano. Se sienten abandonados, olvidados en medio de la selva burocrática. Ya no es novedad que han ido a tocar puertas de diputados y ministros, pero parece que esos señores andan más preocupados por otros churres que por alimentar a la gente.
Norman Aguiluz, el secretario ejecutivo de Cáritas, lo dijo clarito: los gobiernos tienen que pensar a largo plazo, no solo en cómo lucirse en las próximas elecciones. Tenemos que asegurarnos de tener comida en la mesa, no depender del mercado internacional que a veces te juega una vaca. Imagínate, si pasa algo allá afuera, nosotros quedamos comiendo aire. ¡Qué torta!
Y no es solo eso, mae. Hay temas urgentes que necesitan solución YA. El decreto de trazabilidad, que más que ayudar, está ahogando a los pequeños ganaderos, ya que no tienen los recursos pa’ cumplirlo. ¡Una carga! Luego está el Acuerdo Transpacífico, que prometía oro y polvo, pero hasta ahora solo ha traído decepciones. Y encima, el FONARROZ sigue estancado, esperando a que alguien lo apruebe.
Pero mira nomás, no todo es drama. Cáritas y la Conferencia Episcopal están poniéndole voz a la causa, recordándonos que los agricultores son parte fundamental de nuestra sociedad. Son ellos quienes nos dan de comer, quienes trabajan duro bajo el sol para llenar nuestros mercados. No podemos simplemente ignorarlos.
Los obispos mandaron un saludo fraternal a los agricultores y sus familias, haciéndoles saber que no están solos. Remarcaron la importancia de la participación ciudadana en la política, instando a los campesinos a exigir que sus voces sean escuchadas. ¡A defender sus derechos, diay!
Además, nos recuerdan que la democracia no es solamente ir a votar cada cuatro años. Es participar activamente en la construcción de nuestro país, exigir transparencia y rendición de cuentas a nuestros gobernantes. Es hacer sentir que somos dueños de nuestro destino, que no vamos a dejar que nadie nos diga qué comer ni cómo vivir.
En fin, la situación está complicada, pero aún hay esperanza. Necesitamos que el gobierno abra los ojos y empiece a escuchar a los agricultores, a apoyar su labor y a garantizar su futuro. Pero dime tú, ¿crees que el gobierno va a cambiar su actitud o seguiremos viendo cómo el campo se va al traste?
La realidad es que desde hace años, los campesinos le están echando espuma por la boca pidiendo una mano. Se sienten abandonados, olvidados en medio de la selva burocrática. Ya no es novedad que han ido a tocar puertas de diputados y ministros, pero parece que esos señores andan más preocupados por otros churres que por alimentar a la gente.
Norman Aguiluz, el secretario ejecutivo de Cáritas, lo dijo clarito: los gobiernos tienen que pensar a largo plazo, no solo en cómo lucirse en las próximas elecciones. Tenemos que asegurarnos de tener comida en la mesa, no depender del mercado internacional que a veces te juega una vaca. Imagínate, si pasa algo allá afuera, nosotros quedamos comiendo aire. ¡Qué torta!
Y no es solo eso, mae. Hay temas urgentes que necesitan solución YA. El decreto de trazabilidad, que más que ayudar, está ahogando a los pequeños ganaderos, ya que no tienen los recursos pa’ cumplirlo. ¡Una carga! Luego está el Acuerdo Transpacífico, que prometía oro y polvo, pero hasta ahora solo ha traído decepciones. Y encima, el FONARROZ sigue estancado, esperando a que alguien lo apruebe.
Pero mira nomás, no todo es drama. Cáritas y la Conferencia Episcopal están poniéndole voz a la causa, recordándonos que los agricultores son parte fundamental de nuestra sociedad. Son ellos quienes nos dan de comer, quienes trabajan duro bajo el sol para llenar nuestros mercados. No podemos simplemente ignorarlos.
Los obispos mandaron un saludo fraternal a los agricultores y sus familias, haciéndoles saber que no están solos. Remarcaron la importancia de la participación ciudadana en la política, instando a los campesinos a exigir que sus voces sean escuchadas. ¡A defender sus derechos, diay!
Además, nos recuerdan que la democracia no es solamente ir a votar cada cuatro años. Es participar activamente en la construcción de nuestro país, exigir transparencia y rendición de cuentas a nuestros gobernantes. Es hacer sentir que somos dueños de nuestro destino, que no vamos a dejar que nadie nos diga qué comer ni cómo vivir.
En fin, la situación está complicada, pero aún hay esperanza. Necesitamos que el gobierno abra los ojos y empiece a escuchar a los agricultores, a apoyar su labor y a garantizar su futuro. Pero dime tú, ¿crees que el gobierno va a cambiar su actitud o seguiremos viendo cómo el campo se va al traste?
