¡Ay, Dios mío, qué torta nos cayó encima! La Cruz Roja, esa institución que siempre nos salva el pellejo, anda raspando fondo, y la culpa no es precisamente de extraterrestres. Resulta que estamos hasta arriba de 'chamadas' falsas, de gente que cree que llamar a la ambulancia es como pedir un taxi, y eso le está costando caro a todos nosotros. Ya van casi tres mil llamadas de esos, y la cifra sigue subiendo como espuma.
Luis Rodríguez Estrada, el coordinador operativo de la CRC, soltó la bomba: ¡más de 120 millones de colones ya se fueron volando por el caño! Imagínense qué cosas podrían hacer con esa lana: comprar equipos nuevos, capacitar más voluntarios, echarle mano al brete... Pero no, la vamos gastando en ir y venir a lugares donde no hay emergencia real. Es un desperdicio tremendo, digámoslo así.
Y ni hablar del tiempo perdido. Cada vez que salen corriendo a verificar una alarma falsa, están dejando de atender a alguien que realmente necesita ayuda. Un ataque al corazón, un accidente de tráfico, cualquier emergencia que pueda marcar la diferencia entre la vida y la muerte. ¿Entienden la gravedad del asunto, mae?
Rodriguez Estrada no andaba con rodeos: “Esta situación es severa. No contamos con los recursos necesarios para enfrentar los incidentes del día a día. ¡Ya basta!”, sentenció. Además, advirtió que si pillan a alguien inventando emergencias, ¡van a meterle los pies en la masa! Acción legal, pa’ que aprendan la lección.
El caso más reciente, que tuvo a todos sudando frío, fue en Barbacoas de Puriscal. Un chamaco, según dijeron, se había caído en un pozo. Movilizaron ambulancias básicas y avanzadas, unidades de rescate, personal especializado… ¡Todo un despliegue! Al final, resultó que era pura bulla. Casi 500 mil colones se esfumaron en esa jacada solamente. ¿Se imaginan cuántas vacunas o medicamentos se podían haber comprado con esa plata?
Pero la cosa va mucho más allá de lo económico. La Cruz Roja lleva 140 años sirviendo a la comunidad, y ahora se encuentra en una de las crisis financieras más duras de su historia. Proyectan un déficit de 1.700 millones de colones al cerrar el año. ¡Una barbaridad! Y ojo, no es una institución del gobierno, sino una organización privada sin fines de lucro. Depende de donaciones, de la venta de algunos servicios, y de la buena voluntad de la gente.
Lo más triste es que, mientras la demanda de servicios aumenta –incidentes violentos, accidentes de tránsito–, los ingresos no acompañan. La CRC es la segunda institución que más emergencias atiende en el país, detrás del hospital público, pero tiene el presupuesto más ajustado. ¡Eso es jugar con fuego, diay!
Entonces, les pregunto, paisanos: ¿Cómo podemos ayudar a la Cruz Roja a salir adelante? ¿Deberíamos exigir leyes más estrictas para sancionar las falsas alarmas? ¿O quizás deberíamos enfocarnos en crear conciencia sobre la importancia de utilizar los servicios de emergencia de manera responsable? ¡Den su opinión en el foro!
Luis Rodríguez Estrada, el coordinador operativo de la CRC, soltó la bomba: ¡más de 120 millones de colones ya se fueron volando por el caño! Imagínense qué cosas podrían hacer con esa lana: comprar equipos nuevos, capacitar más voluntarios, echarle mano al brete... Pero no, la vamos gastando en ir y venir a lugares donde no hay emergencia real. Es un desperdicio tremendo, digámoslo así.
Y ni hablar del tiempo perdido. Cada vez que salen corriendo a verificar una alarma falsa, están dejando de atender a alguien que realmente necesita ayuda. Un ataque al corazón, un accidente de tráfico, cualquier emergencia que pueda marcar la diferencia entre la vida y la muerte. ¿Entienden la gravedad del asunto, mae?
Rodriguez Estrada no andaba con rodeos: “Esta situación es severa. No contamos con los recursos necesarios para enfrentar los incidentes del día a día. ¡Ya basta!”, sentenció. Además, advirtió que si pillan a alguien inventando emergencias, ¡van a meterle los pies en la masa! Acción legal, pa’ que aprendan la lección.
El caso más reciente, que tuvo a todos sudando frío, fue en Barbacoas de Puriscal. Un chamaco, según dijeron, se había caído en un pozo. Movilizaron ambulancias básicas y avanzadas, unidades de rescate, personal especializado… ¡Todo un despliegue! Al final, resultó que era pura bulla. Casi 500 mil colones se esfumaron en esa jacada solamente. ¿Se imaginan cuántas vacunas o medicamentos se podían haber comprado con esa plata?
Pero la cosa va mucho más allá de lo económico. La Cruz Roja lleva 140 años sirviendo a la comunidad, y ahora se encuentra en una de las crisis financieras más duras de su historia. Proyectan un déficit de 1.700 millones de colones al cerrar el año. ¡Una barbaridad! Y ojo, no es una institución del gobierno, sino una organización privada sin fines de lucro. Depende de donaciones, de la venta de algunos servicios, y de la buena voluntad de la gente.
Lo más triste es que, mientras la demanda de servicios aumenta –incidentes violentos, accidentes de tránsito–, los ingresos no acompañan. La CRC es la segunda institución que más emergencias atiende en el país, detrás del hospital público, pero tiene el presupuesto más ajustado. ¡Eso es jugar con fuego, diay!
Entonces, les pregunto, paisanos: ¿Cómo podemos ayudar a la Cruz Roja a salir adelante? ¿Deberíamos exigir leyes más estrictas para sancionar las falsas alarmas? ¿O quizás deberíamos enfocarnos en crear conciencia sobre la importancia de utilizar los servicios de emergencia de manera responsable? ¡Den su opinión en el foro!
