¡Ay, Dios mío! Esto sí que es una vara rara. Resulta que la policía encontró un verdadero cargamento de medicinas ilegales en la Terminal de Buses Pirra de Upala, Alajuela. Un señorejo, Vásquez de apellido, estaba tratando de pasar volando este brete, pero los oficiales de la Fuerza Pública le pillaron justo a tiempo. ¡Imagínate el escándalo!
La jugada se dio durante una revisión rutinaria a un bus de la ruta Upala-San Carlos. Parece que el mae andaba con un saco lleno hasta arriba, creyendo que nadie iba a fijarse. Pero claro, los polis siempre alerta, revisaron y ¡bam! Ahí estaban las cosas turbias. Lo que pasa es que en estos tiempos, parece que hay de todo, incluso gente buscando hacer plata fácil a costa de la salud de los demás.
Y no cualquier cosita, ¡no señor! Hablamos de soluciones inyectables, jarabes, vitaminas, pomadas, ungüentos… ¡de todo pa’ curarte lo que te duela! Además, había suplementos nutricionales y hasta antibióticos. Más de mil trescientas piezas entre cápsulas, tabletas, frascos y ampollas. ¡Una locura! Pero lo peor es que ninguna de estas cositas tenía registro sanitario ni factura. ¿Cómo es posible que esto pase a plena luz del día?
Pero eso no es todo, chunches también llevaba el tipo. Medias, gorras, sandalias, tenis, ropa para niños y adultos… ¡hasta bolsos! Todo nuevo, aparentemente listo para vender. Este mae quería montar su propia pulpería clandestina, pero le salió el tiro por la culata. Seguro pensaba que nadie le iba a caer encima, pero se olvidó que acá tenemos a la Fuerza Pública trabajando duro pa’ mantenernos seguros.
Según dicen, la mercancía entró al país desde Nicaragua sin ningún permiso. ¡Ni siquiera molestándose en hacer las cosas bien! Eso demuestra la poca ética de algunos, dispuestos a saltarse todas las leyes para llenarse los bolsillos. Pura sal, la verdad. Estos tipos no tienen conciencia social y ponen en riesgo la salud pública con sus negocios sucios.
Ahora, el sospechoso está con las autoridades judiciales, esperando ver qué le toca. Y toda la evidencia quedó bajo custodia para investigar a fondo este caso. Se espera que las autoridades hagan una limpia tremenda y pongan a estos vándalos tras las rejas. Que les caiga todo lo que marca la ley, porque esto ya es demasiado.
Este caso nos hace pensar en varios temas. Por un lado, cómo es posible que estos productos lleguen tan fácilmente a nuestro país sin controles adecuados. Necesitamos fortalecer los mecanismos de control fronterizo y combatir la corrupción que facilita este tipo de actividades ilícitas. Por otro lado, debemos estar atentos como ciudadanos y denunciar cualquier actividad sospechosa que veamos. La seguridad de nuestra comunidad depende de ello. ¡No podemos quedarnos de brazos cruzados viendo cómo unos pocos se aprovechan de los demás!
En fin, ¡qué despiche! Esta vainera nos deja pensando en cómo vamos a seguir cuidándonos de tanta estafa. ¿Ustedes creen que deberíamos exigir mayores controles en las farmacias y tiendas para evitar la venta de medicamentos falsificados o adulterados? ¿O será que necesitamos empoderar a la población con información para identificar productos ilegales y proteger nuestra salud? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!
La jugada se dio durante una revisión rutinaria a un bus de la ruta Upala-San Carlos. Parece que el mae andaba con un saco lleno hasta arriba, creyendo que nadie iba a fijarse. Pero claro, los polis siempre alerta, revisaron y ¡bam! Ahí estaban las cosas turbias. Lo que pasa es que en estos tiempos, parece que hay de todo, incluso gente buscando hacer plata fácil a costa de la salud de los demás.
Y no cualquier cosita, ¡no señor! Hablamos de soluciones inyectables, jarabes, vitaminas, pomadas, ungüentos… ¡de todo pa’ curarte lo que te duela! Además, había suplementos nutricionales y hasta antibióticos. Más de mil trescientas piezas entre cápsulas, tabletas, frascos y ampollas. ¡Una locura! Pero lo peor es que ninguna de estas cositas tenía registro sanitario ni factura. ¿Cómo es posible que esto pase a plena luz del día?
Pero eso no es todo, chunches también llevaba el tipo. Medias, gorras, sandalias, tenis, ropa para niños y adultos… ¡hasta bolsos! Todo nuevo, aparentemente listo para vender. Este mae quería montar su propia pulpería clandestina, pero le salió el tiro por la culata. Seguro pensaba que nadie le iba a caer encima, pero se olvidó que acá tenemos a la Fuerza Pública trabajando duro pa’ mantenernos seguros.
Según dicen, la mercancía entró al país desde Nicaragua sin ningún permiso. ¡Ni siquiera molestándose en hacer las cosas bien! Eso demuestra la poca ética de algunos, dispuestos a saltarse todas las leyes para llenarse los bolsillos. Pura sal, la verdad. Estos tipos no tienen conciencia social y ponen en riesgo la salud pública con sus negocios sucios.
Ahora, el sospechoso está con las autoridades judiciales, esperando ver qué le toca. Y toda la evidencia quedó bajo custodia para investigar a fondo este caso. Se espera que las autoridades hagan una limpia tremenda y pongan a estos vándalos tras las rejas. Que les caiga todo lo que marca la ley, porque esto ya es demasiado.
Este caso nos hace pensar en varios temas. Por un lado, cómo es posible que estos productos lleguen tan fácilmente a nuestro país sin controles adecuados. Necesitamos fortalecer los mecanismos de control fronterizo y combatir la corrupción que facilita este tipo de actividades ilícitas. Por otro lado, debemos estar atentos como ciudadanos y denunciar cualquier actividad sospechosa que veamos. La seguridad de nuestra comunidad depende de ello. ¡No podemos quedarnos de brazos cruzados viendo cómo unos pocos se aprovechan de los demás!
En fin, ¡qué despiche! Esta vainera nos deja pensando en cómo vamos a seguir cuidándonos de tanta estafa. ¿Ustedes creen que deberíamos exigir mayores controles en las farmacias y tiendas para evitar la venta de medicamentos falsificados o adulterados? ¿O será que necesitamos empoderar a la población con información para identificar productos ilegales y proteger nuestra salud? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!