¡Ay, Dios mío! Se armó un bronca monumental en la Asamblea. Las diputadas Kattia Rivera y Montserrat Ruiz del PLN no se andan con rodeos y están echándole la espina dorsal al Gobierno por la situación caótica de la inseguridad en nuestras escuelas y colegios. Parece que las amenazas se están multiplicando más rápido que las moscas en un postre de tres leches, y los políticos… bueno, ya saben cómo son.
La cosa es que, según las congresistas, el Gobierno está tardando una eternidad en ponerle remedio a esto. “No podemos seguir viviendo así, con miedo en las aulas”, declararon, recalcando que el derecho a estudiar tranquilos es sagrado. Es que imagínate, mae, que tus hijos o tus sobrinos tengan que ir al colegio pensando si van a estar seguros o no. Un verdadero estrés nacional, te digo.
Rivera, con toda la energía que caracteriza a las liberacionistas, propuso que el Poder Ejecutivo le dé prioridad a este problema. Pide al Ministerio de Educación que trabaje codo a codo con el Ministerio de Seguridad para revisar todos los controles y fortalecer la seguridad en todas las instituciones educativas. Dice que no alcanza con taparle el roto después de que se rompió, necesitamos una estrategia preventiva, con recursos, protocolos claros, ¡y que alguien les explique a los funcionarios qué significa eso!
Ruiz, por su parte, soltó la bomba: afirma que estamos en los peores niveles de inseguridad de la historia del país, gracias a la administración actual. No se anda con sutilezas y cuestiona si la continuidad que nos están ofreciendo es realmente lo que necesita el país. "¿Esa es la continuidad que le ofrecen al país?", preguntó retóricamente. ¡Directazo, dicen algunos!
Y ni hablar del revuelo que causó que varios otros miembros de la oposición acusaran al Presidente Chaves y a la diputada Cisneros de fomentar la violencia con sus declaraciones. Parece que hay quien prefiere sembrar el pánico en lugar de buscar soluciones reales. ¡Qué manera de echar leña al fuego! Algunos dicen que estas actitudes solo sirven para justificar medidas autoritarias que atentan contra nuestras libertades, ¡más salen!, señalan expertos en temas de seguridad pública.
Pero espera, que la cosa no termina ahí. Ahora toca que los Ministerios de Seguridad y Educación se pongan las pilas, coordinen esfuerzos, rastreen esas amenazas que circulan por redes sociales y WhatsApp, y además, ¡informen a la población claramente! Porque el rumor y el pánico solo empeoran las cosas, ya sabemos cómo somos nosotros los ticos cuando se trata de exagerar.
Lo que preocupa a muchos es que estos incidentes podrían llevar a decisiones impulsivas, tipo cerrar escuelas o restringir derechos, que no resolverían el problema de fondo. Necesitamos calma, inteligencia y, sobre todo, soluciones estructurales que aborden las causas de la inseguridad. Y no me vengas con discursos baratos, porque ya estamos cansados de promesas incumplidas. La verdad es que la paciencia está que arde, y la confianza en nuestros gobernantes, digamos que es menor que el salario mínimo.
Entonces, mi gente, la pregunta que queda flotando en el aire es: ¿Cómo podemos garantizar un ambiente escolar seguro y tranquilo para nuestros niños y jóvenes, sin caer en medidas extremas o sacrificar nuestras libertades democráticas? ¿Es posible construir una cultura de respeto y convivencia desde las aulas, o estamos condenados a vivir con miedo indefinidamente?
La cosa es que, según las congresistas, el Gobierno está tardando una eternidad en ponerle remedio a esto. “No podemos seguir viviendo así, con miedo en las aulas”, declararon, recalcando que el derecho a estudiar tranquilos es sagrado. Es que imagínate, mae, que tus hijos o tus sobrinos tengan que ir al colegio pensando si van a estar seguros o no. Un verdadero estrés nacional, te digo.
Rivera, con toda la energía que caracteriza a las liberacionistas, propuso que el Poder Ejecutivo le dé prioridad a este problema. Pide al Ministerio de Educación que trabaje codo a codo con el Ministerio de Seguridad para revisar todos los controles y fortalecer la seguridad en todas las instituciones educativas. Dice que no alcanza con taparle el roto después de que se rompió, necesitamos una estrategia preventiva, con recursos, protocolos claros, ¡y que alguien les explique a los funcionarios qué significa eso!
Ruiz, por su parte, soltó la bomba: afirma que estamos en los peores niveles de inseguridad de la historia del país, gracias a la administración actual. No se anda con sutilezas y cuestiona si la continuidad que nos están ofreciendo es realmente lo que necesita el país. "¿Esa es la continuidad que le ofrecen al país?", preguntó retóricamente. ¡Directazo, dicen algunos!
Y ni hablar del revuelo que causó que varios otros miembros de la oposición acusaran al Presidente Chaves y a la diputada Cisneros de fomentar la violencia con sus declaraciones. Parece que hay quien prefiere sembrar el pánico en lugar de buscar soluciones reales. ¡Qué manera de echar leña al fuego! Algunos dicen que estas actitudes solo sirven para justificar medidas autoritarias que atentan contra nuestras libertades, ¡más salen!, señalan expertos en temas de seguridad pública.
Pero espera, que la cosa no termina ahí. Ahora toca que los Ministerios de Seguridad y Educación se pongan las pilas, coordinen esfuerzos, rastreen esas amenazas que circulan por redes sociales y WhatsApp, y además, ¡informen a la población claramente! Porque el rumor y el pánico solo empeoran las cosas, ya sabemos cómo somos nosotros los ticos cuando se trata de exagerar.
Lo que preocupa a muchos es que estos incidentes podrían llevar a decisiones impulsivas, tipo cerrar escuelas o restringir derechos, que no resolverían el problema de fondo. Necesitamos calma, inteligencia y, sobre todo, soluciones estructurales que aborden las causas de la inseguridad. Y no me vengas con discursos baratos, porque ya estamos cansados de promesas incumplidas. La verdad es que la paciencia está que arde, y la confianza en nuestros gobernantes, digamos que es menor que el salario mínimo.
Entonces, mi gente, la pregunta que queda flotando en el aire es: ¿Cómo podemos garantizar un ambiente escolar seguro y tranquilo para nuestros niños y jóvenes, sin caer en medidas extremas o sacrificar nuestras libertades democráticas? ¿Es posible construir una cultura de respeto y convivencia desde las aulas, o estamos condenados a vivir con miedo indefinidamente?
