¡Ay, Dios mío! La Asamblea Legislativa sigue siendo un circo, vamos. Esta vez, los diputados han logrado convertir la discusión de las jornadas laborales 4-3 en un verdadero embrollo. Entre mociones, quórums perdidos y debates interminables, parece que el proyecto se va a ir al traste si siguen así. ¡Qué torta!
La sesión extraordinaria del miércoles fue compartida a medias: primero, a discutir la vía rápida de las famosas jornadas 4-3 –que todavía nadie entiende bien cómo van a funcionar realmente– y luego, a intentar avanzar con las mociones del Fonarroz. Pero bueno, como siempre, entre tanto papeleo y rodeos, poco se logra. Parece que algunos diputados prefieren discutir sobre quién tiene razón en lugar de resolver los problemas del país, diay.
El lunes pasado, la cosa empeoró aún. Después de apenas tres mociones, ¡boom!, se rompió el quorum. Imagínate, se tardaron media mañana en aprobar tan pocas cosas y al final, ni siquiera pudieron continuar. Luego, por la tarde intentaron rescatar la situación con veinte mociones, pero eso ya era un esfuerzo heroico inútil, vamos. Esto demuestra que la eficiencia no es precisamente el punto fuerte de nuestros representantes, chunches.
El martes tampoco pintó mucho mejor. En la sesión matutina lograron aprobar 21 enmiendas, pero la tarde simplemente se esfumó sin ningún avance significativo. Y hoy, apenas tuvieron cuarenta y cinco minutos dedicados a las jornadas 4-3, porque tenían que atender otros asuntos urgentes, como el control político y la comisión especial para analizar el pedido del TSE sobre la inmunidad presidencial. ¡Un brete, sin exagerar!
Ahora, nos toca esperar hasta el jueves, cuando retomen la discusión por la mañana. Pero ojo, porque por la tarde tendrán que darle prioridad al debate del tercer presupuesto extraordinario de 2025, ese que promete asegurar el pago de los aguinaldos para los maestros del Ministerio de Educación Pública. Así que, entre presupuesto y jornadas, el Congreso parece tener más trabajo que un burro cargando piedras, mándale saludos.
Lo curioso de todo esto es que, pese a la lentitud en el trámite, hay quienes defienden este ritmo argumentando que quieren “analizar a fondo” cada moción. Pero sinceramente, a veces da la impresión de que lo único que están analizando es cómo evitar tomar decisiones difíciles. Es como si les diera pereza avanzar, vaya. Algunos murmuran que detrás de tanta dilación hay intereses particulares y presiones de grupos de presión, pero eso ya es otra vara que habría que investigar a fondo, ¿verdad?
Siendo honestos, la situación de las jornadas laborales es compleja y requiere un debate serio y constructivo. Pero la forma en que se está manejando ahora mismo es frustrante para muchos trabajadores, quienes anhelan una mejora en sus condiciones laborales. Entendemos que hay diferentes posturas y que llegar a un acuerdo puede ser difícil, pero la constante demora solo alimenta la incertidumbre y la desconfianza. Parece que estamos dando círculos y no llegamos a ninguna parte, qué sal!
En fin, esta novela de las jornadas laborales 4-3 sigue escribiéndose capítulo tras capítulo. Y mientras tanto, los ciudadanos seguimos esperando que nuestros representantes hagan su trabajo y tomen decisiones que beneficien a todos. Con tanto rodeo y trámites burocráticos, me pregunto… ¿creen ustedes que alguna vez veremos implementadas estas nuevas jornadas laborales o seguirá siendo un eterno debate?
La sesión extraordinaria del miércoles fue compartida a medias: primero, a discutir la vía rápida de las famosas jornadas 4-3 –que todavía nadie entiende bien cómo van a funcionar realmente– y luego, a intentar avanzar con las mociones del Fonarroz. Pero bueno, como siempre, entre tanto papeleo y rodeos, poco se logra. Parece que algunos diputados prefieren discutir sobre quién tiene razón en lugar de resolver los problemas del país, diay.
El lunes pasado, la cosa empeoró aún. Después de apenas tres mociones, ¡boom!, se rompió el quorum. Imagínate, se tardaron media mañana en aprobar tan pocas cosas y al final, ni siquiera pudieron continuar. Luego, por la tarde intentaron rescatar la situación con veinte mociones, pero eso ya era un esfuerzo heroico inútil, vamos. Esto demuestra que la eficiencia no es precisamente el punto fuerte de nuestros representantes, chunches.
El martes tampoco pintó mucho mejor. En la sesión matutina lograron aprobar 21 enmiendas, pero la tarde simplemente se esfumó sin ningún avance significativo. Y hoy, apenas tuvieron cuarenta y cinco minutos dedicados a las jornadas 4-3, porque tenían que atender otros asuntos urgentes, como el control político y la comisión especial para analizar el pedido del TSE sobre la inmunidad presidencial. ¡Un brete, sin exagerar!
Ahora, nos toca esperar hasta el jueves, cuando retomen la discusión por la mañana. Pero ojo, porque por la tarde tendrán que darle prioridad al debate del tercer presupuesto extraordinario de 2025, ese que promete asegurar el pago de los aguinaldos para los maestros del Ministerio de Educación Pública. Así que, entre presupuesto y jornadas, el Congreso parece tener más trabajo que un burro cargando piedras, mándale saludos.
Lo curioso de todo esto es que, pese a la lentitud en el trámite, hay quienes defienden este ritmo argumentando que quieren “analizar a fondo” cada moción. Pero sinceramente, a veces da la impresión de que lo único que están analizando es cómo evitar tomar decisiones difíciles. Es como si les diera pereza avanzar, vaya. Algunos murmuran que detrás de tanta dilación hay intereses particulares y presiones de grupos de presión, pero eso ya es otra vara que habría que investigar a fondo, ¿verdad?
Siendo honestos, la situación de las jornadas laborales es compleja y requiere un debate serio y constructivo. Pero la forma en que se está manejando ahora mismo es frustrante para muchos trabajadores, quienes anhelan una mejora en sus condiciones laborales. Entendemos que hay diferentes posturas y que llegar a un acuerdo puede ser difícil, pero la constante demora solo alimenta la incertidumbre y la desconfianza. Parece que estamos dando círculos y no llegamos a ninguna parte, qué sal!
En fin, esta novela de las jornadas laborales 4-3 sigue escribiéndose capítulo tras capítulo. Y mientras tanto, los ciudadanos seguimos esperando que nuestros representantes hagan su trabajo y tomen decisiones que beneficien a todos. Con tanto rodeo y trámites burocráticos, me pregunto… ¿creen ustedes que alguna vez veremos implementadas estas nuevas jornadas laborales o seguirá siendo un eterno debate?