¡Ay, Dios mío! Resulta que el Senado de Estados Unidos, después de un mes de chinchorreo y bronca monumental, logró ponerse de acuerdo para reabrir el gobierno. Parece que los señores de allá arriba se acordaron de que la gente necesita recibir su chequecito y que los aeropuertos no pueden seguir pareciendo estaciones de autobuses abandonadas.
Todo este circo empezó hace unas semanas, cuando el Congreso no lograba ponerse de acuerdo sobre cómo gastar el dinero de los contribuyentes. Los republicanos querían recortar algunos gastos, principalmente los relacionados con la ayuda médica, y los demócratas estaban como desesperados por defender esos programas. Como sabemos, esas varas siempre terminan siendo explosivas ahí en el norte.
La negociación, que parecía sacada de una telenovela, involucró a personajes como Jeanne Shaheen, Angus King y John Thune. Estos señores anduvieron dando vueltas y rodeos como gatos buscando arena caliente, tratando de encontrar un punto medio que satisficiera a ambas partes. Al final, consiguieron un acuerdo temporal que reabre el gobierno hasta finales de enero, dándole un respiro a la población y a los funcionarios públicos que llevaban más de un mes sin ver ni un colón.
Pero ojo, que esto no significa que la crisis haya terminado. El tema de los subsidios de salud sigue siendo una bomba de tiempo y el Congreso tendrá que volver a enfrentarlo en cuestión de semanas. Además, todavía hay muchos empleados federales que sufrieron los embates del cierre y que podrían tener problemas para recuperar lo perdido. ¡Qué pena ajena!
Y hablando de penas ajenas, la reacción de Bernie Sanders fue digna de mención. El señor salió con todo, calificando el acuerdo como “un error imperdonable”. Entendemos su frustración, porque dejar ir la lucha por la cobertura sanitaria es como ceder terreno a los tiburones. Pero a veces, en la política, hay que tragarse sapos para evitar que la situación se vaya al traste.
Desde la Casa Blanca, el presidente Trump optó por una estrategia más sigilosa. No dio su aprobación oficial al acuerdo, pero dejó caer que “parece que estamos cerca de que el cierre termine”. Estratega, el tipo, aprovechándose de cualquier situación para quedar bien, diay. Uno ya no sabe si creerle ni a quién apoyar en estas situaciones.
Las consecuencias de este cierre fueron durísimas. Miles de empleados públicos sin salario, aeropuertos caóticos, programas de asistencia alimentaria en riesgo… Una verdadera torta, vamos. Expertos dicen que este tipo de paralizaciones afectan gravemente la economía del país y generan incertidumbre en la gente. Esperamos que aprendan la lección y eviten repetir esta bochornosa experiencia.
Ahora bien, viendo todo este panorama, me pregunto: ¿Creen ustedes que este acuerdo es solo un parche temporal o realmente marca el inicio de una solución a largo plazo para los conflictos presupuestarios en Estados Unidos? ¿Les parece que la polarización política de allá nos afecta directamente a nosotros, los ticos, o es un tema que les importa poco?
Todo este circo empezó hace unas semanas, cuando el Congreso no lograba ponerse de acuerdo sobre cómo gastar el dinero de los contribuyentes. Los republicanos querían recortar algunos gastos, principalmente los relacionados con la ayuda médica, y los demócratas estaban como desesperados por defender esos programas. Como sabemos, esas varas siempre terminan siendo explosivas ahí en el norte.
La negociación, que parecía sacada de una telenovela, involucró a personajes como Jeanne Shaheen, Angus King y John Thune. Estos señores anduvieron dando vueltas y rodeos como gatos buscando arena caliente, tratando de encontrar un punto medio que satisficiera a ambas partes. Al final, consiguieron un acuerdo temporal que reabre el gobierno hasta finales de enero, dándole un respiro a la población y a los funcionarios públicos que llevaban más de un mes sin ver ni un colón.
Pero ojo, que esto no significa que la crisis haya terminado. El tema de los subsidios de salud sigue siendo una bomba de tiempo y el Congreso tendrá que volver a enfrentarlo en cuestión de semanas. Además, todavía hay muchos empleados federales que sufrieron los embates del cierre y que podrían tener problemas para recuperar lo perdido. ¡Qué pena ajena!
Y hablando de penas ajenas, la reacción de Bernie Sanders fue digna de mención. El señor salió con todo, calificando el acuerdo como “un error imperdonable”. Entendemos su frustración, porque dejar ir la lucha por la cobertura sanitaria es como ceder terreno a los tiburones. Pero a veces, en la política, hay que tragarse sapos para evitar que la situación se vaya al traste.
Desde la Casa Blanca, el presidente Trump optó por una estrategia más sigilosa. No dio su aprobación oficial al acuerdo, pero dejó caer que “parece que estamos cerca de que el cierre termine”. Estratega, el tipo, aprovechándose de cualquier situación para quedar bien, diay. Uno ya no sabe si creerle ni a quién apoyar en estas situaciones.
Las consecuencias de este cierre fueron durísimas. Miles de empleados públicos sin salario, aeropuertos caóticos, programas de asistencia alimentaria en riesgo… Una verdadera torta, vamos. Expertos dicen que este tipo de paralizaciones afectan gravemente la economía del país y generan incertidumbre en la gente. Esperamos que aprendan la lección y eviten repetir esta bochornosa experiencia.
Ahora bien, viendo todo este panorama, me pregunto: ¿Creen ustedes que este acuerdo es solo un parche temporal o realmente marca el inicio de una solución a largo plazo para los conflictos presupuestarios en Estados Unidos? ¿Les parece que la polarización política de allá nos afecta directamente a nosotros, los ticos, o es un tema que les importa poco?