¡Ay, Dios mío! Esto sí que es chungo, diay. Las estadísticas nos golpean directo: la atención de emergencias por problemas de salud mental en niños y adolescentes de 10 a 14 años se duplicaron en 2024. Imagínate, el doble de casos respecto al 2020. No es jala, esto es serio y nos obliga a abrirle el ojo a lo que le pasa a la juventud tica.
Según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), estamos hablando de 7.031 casos el año pasado, con una diferencia alarmante: 2.181 eran niños y casi tres veces más, 4.850 eran niñas. Y eso, mael, no es ningún dato menor. Además, la CCSS alerta de un incremento general del 44% en estas atenciones en los últimos cinco años. Esto no pinta nada bien y nos hace preguntarnos qué se está cocinando detrás de cámaras.
Pero esperen, hay más: las mujeres lideran la lista de quienes buscan ayuda en emergencias, con 83.566 atenciones en 2024 contra 56.376 en hombres. Esto se extiende también a los grupos de edad más jóvenes, específicamente los adolescentes de 15 a 19 años, donde la CCSS asegura que el crecimiento en las atenciones ha sido “particularmente notorio”. Parece que la presión social, las redes sociales y otros factores están pasando factura a nuestros jóvenes, y necesitamos actuar rápido.
El psiquiatra Dr. Vernor Barboza, nos explica que este aumento, lejos de ser negativo, indica que más gente está buscando ayuda cuando realmente la necesita. Pero también nos deja claro que esto es un reto grande para el país: fortalecer la prevención y la detección temprana, especialmente entre los jóvenes. No podemos andar con rodeos, necesitamos invertir en programas de apoyo psicológico en escuelas, colegios y comunidades.
Ahora, hablemos de los diagnósticos más comunes. En las salas de emergencia, los trastornos de ansiedad encabezan la lista con 59.296 casos, seguidos por episodios depresivos (13.745) y problemas relacionados con el consumo de alcohol (9.984). Lo que más preocupa es el aumento en los casos de consumo de cocaína, que pasaron de 709 en 2020 a 1.099 en 2024. ¡Qué sal! Esa estadística nos da que pensar y nos llama a reflexionar sobre las influencias negativas que enfrentan nuestros jóvenes.
Si miramos los egresos hospitalarios, vemos que alcanzaron los 6.029 en 2024, concentrados principalmente en el Hospital Nacional de Salud Mental, que representa más de la mitad de los casos a nivel nacional. En cuanto a las consultas externas, el panorama sigue siendo preocupante: 853.381 atenciones por trastornos mentales en 2024, comparado con 588.669 en 2020. De nuevo, las mujeres predominan, representando más de la mitad de las atenciones.
“La salud mental no debe vivirse en silencio ni con estigmas”, enfatiza el Dr. Barboza. Y tiene toda la razón. Necesitamos crear espacios seguros donde los jóvenes puedan hablar abiertamente sobre sus problemas sin temor a ser juzgados o discriminados. Con el apoyo adecuado y el tratamiento correcto, es posible recuperar la calidad de vida y construir un futuro más saludable para todos. Recuerden, buscar ayuda no es signo de debilidad, sino de valentía.
Este panorama nos pone frente a una realidad dura. ¿Cómo podemos, como sociedad, crear entornos más protectores y saludables para nuestros jóvenes, que les permitan desarrollar su potencial sin verse abrumados por la ansiedad, la depresión o las presiones externas? Compartan sus ideas y experiencias en el foro. ¡Necesitamos trabajar juntos para encontrar soluciones!
Según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), estamos hablando de 7.031 casos el año pasado, con una diferencia alarmante: 2.181 eran niños y casi tres veces más, 4.850 eran niñas. Y eso, mael, no es ningún dato menor. Además, la CCSS alerta de un incremento general del 44% en estas atenciones en los últimos cinco años. Esto no pinta nada bien y nos hace preguntarnos qué se está cocinando detrás de cámaras.
Pero esperen, hay más: las mujeres lideran la lista de quienes buscan ayuda en emergencias, con 83.566 atenciones en 2024 contra 56.376 en hombres. Esto se extiende también a los grupos de edad más jóvenes, específicamente los adolescentes de 15 a 19 años, donde la CCSS asegura que el crecimiento en las atenciones ha sido “particularmente notorio”. Parece que la presión social, las redes sociales y otros factores están pasando factura a nuestros jóvenes, y necesitamos actuar rápido.
El psiquiatra Dr. Vernor Barboza, nos explica que este aumento, lejos de ser negativo, indica que más gente está buscando ayuda cuando realmente la necesita. Pero también nos deja claro que esto es un reto grande para el país: fortalecer la prevención y la detección temprana, especialmente entre los jóvenes. No podemos andar con rodeos, necesitamos invertir en programas de apoyo psicológico en escuelas, colegios y comunidades.
Ahora, hablemos de los diagnósticos más comunes. En las salas de emergencia, los trastornos de ansiedad encabezan la lista con 59.296 casos, seguidos por episodios depresivos (13.745) y problemas relacionados con el consumo de alcohol (9.984). Lo que más preocupa es el aumento en los casos de consumo de cocaína, que pasaron de 709 en 2020 a 1.099 en 2024. ¡Qué sal! Esa estadística nos da que pensar y nos llama a reflexionar sobre las influencias negativas que enfrentan nuestros jóvenes.
Si miramos los egresos hospitalarios, vemos que alcanzaron los 6.029 en 2024, concentrados principalmente en el Hospital Nacional de Salud Mental, que representa más de la mitad de los casos a nivel nacional. En cuanto a las consultas externas, el panorama sigue siendo preocupante: 853.381 atenciones por trastornos mentales en 2024, comparado con 588.669 en 2020. De nuevo, las mujeres predominan, representando más de la mitad de las atenciones.
“La salud mental no debe vivirse en silencio ni con estigmas”, enfatiza el Dr. Barboza. Y tiene toda la razón. Necesitamos crear espacios seguros donde los jóvenes puedan hablar abiertamente sobre sus problemas sin temor a ser juzgados o discriminados. Con el apoyo adecuado y el tratamiento correcto, es posible recuperar la calidad de vida y construir un futuro más saludable para todos. Recuerden, buscar ayuda no es signo de debilidad, sino de valentía.
Este panorama nos pone frente a una realidad dura. ¿Cómo podemos, como sociedad, crear entornos más protectores y saludables para nuestros jóvenes, que les permitan desarrollar su potencial sin verse abrumados por la ansiedad, la depresión o las presiones externas? Compartan sus ideas y experiencias en el foro. ¡Necesitamos trabajar juntos para encontrar soluciones!