¡Ay, Dios mío! La vida en Guadalupe ha tomado un giro inesperado, o mejor dicho, un hundimiento dramático. Resulta que frente a varias casas en el corazón del barrio apareció un agujero descomunal, digno de película de terror, dejando a vecinos y conductores boquiabiertos. Se trata de un brete que nadie esperaba, ¡qué torta!
La vaina comenzó hace unos días cuando una losa de ladrillo cedió bajo el peso de un carro, revelando el abismo que se escondía debajo. Imagínate la sorpresa de quien iba pasando, ¡un susto de campeonato! Según el ingeniero Mario Rojas de la Municipalidad de Goicoechea, el problema viene de tiempos inmemoriales, concretamente de los años setenta, cuando algunos maes, sin pensar mucho, empezaron a construir sus casitas justo encima de una antigua bóveda.
“Es un canal bien viejo, chícharo, tan antiguo que parece que la gente se jaló una torta construyendo encima de él”, nos comentó Rojas. Esto significa que durante décadas, el peso de las casas ha estado presionando sobre esa infraestructura obsoleta, esperando el momento de estallar, y ahora explotó, literalmente. Un verdadero ejemplo de cómo a veces le hacemos las cosas a medias y terminamos pagándola caro.
El lugar donde esto pasó, ubicado cerquita de la Municipalidad y a unos pasos del estadio Coyella Fonseca, era un punto estratégico para el acceso a varias propiedades. Ahora, el panorama es otro: una boca abierta en medio de la calle, impidiendo el paso normal y generando preocupación entre los residentes. Ya ni hablar del estrés de tener que lidiar con esta situación tan imprevista.
Pero calma, paisano, que la Municipalidad ya anda moviéndose. Según informan, desde la semana pasada tienen equipos trabajando en el sitio, evaluando los daños y preparando un plan de reparación a conciencia. Parece que van a darle duro para reconstruir la bóveda colapsada, pero esta vez, en vez de ladrillos viejos, van a utilizar concreto reforzado, así dicen. Esperemos que así sea, porque esto amerita una solución sólida y duradera.
Lo bueno es que aseguran que la situación estará resuelta esta semana. “Ya descubrimos toda la problemática, diay, qué lío”, agregó el ingeniero Rojas, “y estamos iniciando a levantar y reconstruir la bóveda que se vino abajo. Vamos a ponerle concreto reforzado y volver a conectar la tubería que instalamos en el 2002”. Así que, aparentemente, en cuestión de días, el brete desaparecerá y la vida volverá a la normalidad, aunque seguramente con algunas cicatrices en la memoria de los vecinos.
Ahora, la pregunta que ronda por todas partes es: ¿Cómo es posible que una falla de esta magnitud haya pasado desapercibida por tanto tiempo? ¿Realmente hubo supervisión adecuada en esas obras de los años setenta? ¿Será que debemos revisar otras zonas de nuestro cantón para evitar que la historia se repita? En fin, un llamado de atención para todos los involucrados en la planificación urbana y la construcción.
Y hablando de eso, ¡me pregunto si esta vaina servirá para que la municipalidad empiece a invertir más en mantenimiento preventivo y no solamente en parches rápidos! ¿Ustedes creen que esto va a ser un wake up call para mejorar la gestión de nuestras infraestructuras públicas o seguiremos viviendo al día, esperando que aparezcan nuevos huecos para lamentarnos?
La vaina comenzó hace unos días cuando una losa de ladrillo cedió bajo el peso de un carro, revelando el abismo que se escondía debajo. Imagínate la sorpresa de quien iba pasando, ¡un susto de campeonato! Según el ingeniero Mario Rojas de la Municipalidad de Goicoechea, el problema viene de tiempos inmemoriales, concretamente de los años setenta, cuando algunos maes, sin pensar mucho, empezaron a construir sus casitas justo encima de una antigua bóveda.
“Es un canal bien viejo, chícharo, tan antiguo que parece que la gente se jaló una torta construyendo encima de él”, nos comentó Rojas. Esto significa que durante décadas, el peso de las casas ha estado presionando sobre esa infraestructura obsoleta, esperando el momento de estallar, y ahora explotó, literalmente. Un verdadero ejemplo de cómo a veces le hacemos las cosas a medias y terminamos pagándola caro.
El lugar donde esto pasó, ubicado cerquita de la Municipalidad y a unos pasos del estadio Coyella Fonseca, era un punto estratégico para el acceso a varias propiedades. Ahora, el panorama es otro: una boca abierta en medio de la calle, impidiendo el paso normal y generando preocupación entre los residentes. Ya ni hablar del estrés de tener que lidiar con esta situación tan imprevista.
Pero calma, paisano, que la Municipalidad ya anda moviéndose. Según informan, desde la semana pasada tienen equipos trabajando en el sitio, evaluando los daños y preparando un plan de reparación a conciencia. Parece que van a darle duro para reconstruir la bóveda colapsada, pero esta vez, en vez de ladrillos viejos, van a utilizar concreto reforzado, así dicen. Esperemos que así sea, porque esto amerita una solución sólida y duradera.
Lo bueno es que aseguran que la situación estará resuelta esta semana. “Ya descubrimos toda la problemática, diay, qué lío”, agregó el ingeniero Rojas, “y estamos iniciando a levantar y reconstruir la bóveda que se vino abajo. Vamos a ponerle concreto reforzado y volver a conectar la tubería que instalamos en el 2002”. Así que, aparentemente, en cuestión de días, el brete desaparecerá y la vida volverá a la normalidad, aunque seguramente con algunas cicatrices en la memoria de los vecinos.
Ahora, la pregunta que ronda por todas partes es: ¿Cómo es posible que una falla de esta magnitud haya pasado desapercibida por tanto tiempo? ¿Realmente hubo supervisión adecuada en esas obras de los años setenta? ¿Será que debemos revisar otras zonas de nuestro cantón para evitar que la historia se repita? En fin, un llamado de atención para todos los involucrados en la planificación urbana y la construcción.
Y hablando de eso, ¡me pregunto si esta vaina servirá para que la municipalidad empiece a invertir más en mantenimiento preventivo y no solamente en parches rápidos! ¿Ustedes creen que esto va a ser un wake up call para mejorar la gestión de nuestras infraestructuras públicas o seguiremos viviendo al día, esperando que aparezcan nuevos huecos para lamentarnos?