¡Ay, Dios mío! Quién lo iba a decir... Resulta que la cosa parece que se va a poner más turbia de lo que pensábamos. Los chinos, esos sí que saben cómo manejar el brete, pero acá en México, con la onda de Trump y sus cosas, la economía anda dando vueltas como chamaco en carnaval. Banamex lo soltó hace unos días: el crecimiento del PIB va a estar más flojo de lo normal por el resto del año y hasta 2026, ¡una verdadera torta!
La verdad, esto no es novedad. Llevamos tiempo sintiendo la presión, ¿eh? Esa desaceleración en la demanda interna, esa caída en la inversión... ¡Parece que nos estamos jalando una torta colectivamente! Y ni hablar del empleo formal, que anda como perro callejero buscando dueños. Parece que todos andamos apretaditos en el bolsillo.
Y claro, la inflación también anda haciendo sus travesuras, reacomodándose como quien busca el control remoto perdido. Aunque dicen que se mantiene por debajo de los promedios, hay riesgo de que suba, especialmente en 2026. ¡Qué sal! Uno piensa que ya vamos mejorando y aparece algo más que complicarle al tema.
Banxico, nuestro salvador (o eso esperamos), sigue bajando las tasas de interés, tratando de mantenernos a flote. Ya lleva varias, casi como si estuviera intentando apagar un incendio con un vaso de agua. Dicen que se acerca a la tasa terminal a mitad del próximo año, pero bueno, veremos si eso se cumple, porque la vara está difícil.
Lo peor de todo es que, según Banamex, el gobierno anda regodeándose en ejercicios de austeridad, recortando gastos como si fueran estampillas usadas. Eso pone en duda toda la estrategia fiscal y si van a cumplir con sus metas. ¡Qué nivel de irresponsabilidad! Uno se pregunta dónde quieren meterle mano ahora, porque ya estamos bastante apretaditos, diay.
Pero ojo, no todo está perdido. Según los expertos, podríamos tener una oportunidad gracias al fenómeno del *nearshoring*. Con el asunto de Trump y la relocalización de empresas, quizás algunas decidan venir a invertir acá, aprovechando que tenemos acuerdos comerciales y todo eso. Podrían darle un empujón a sectores como el automotriz, el electrónico y la logística. Sería una verdadera bendición, chunches.
Aunque bueno, todo depende de cómo le hagamos con el T-MEC. Si negociamos bien, podríamos salir ganando y atraer esas inversiones. Pero si nos equivocamos, pues nos vamos al traste, como siempre. Es que a veces da gusto ver cómo nos metemos en broncas innecesarias… ¡qué carga!
En fin, la situación es complicada, pero no imposible. Hay factores que juegan a nuestro favor, pero también hay muchos riesgos en el camino. Ahora me pregunto, ¿cree usted que el gobierno realmente aprovechará esta oportunidad del *nearshoring* para impulsar la economía mexicana, o simplemente seguiremos lamentándonos de los problemas que mismos nos creamos?
La verdad, esto no es novedad. Llevamos tiempo sintiendo la presión, ¿eh? Esa desaceleración en la demanda interna, esa caída en la inversión... ¡Parece que nos estamos jalando una torta colectivamente! Y ni hablar del empleo formal, que anda como perro callejero buscando dueños. Parece que todos andamos apretaditos en el bolsillo.
Y claro, la inflación también anda haciendo sus travesuras, reacomodándose como quien busca el control remoto perdido. Aunque dicen que se mantiene por debajo de los promedios, hay riesgo de que suba, especialmente en 2026. ¡Qué sal! Uno piensa que ya vamos mejorando y aparece algo más que complicarle al tema.
Banxico, nuestro salvador (o eso esperamos), sigue bajando las tasas de interés, tratando de mantenernos a flote. Ya lleva varias, casi como si estuviera intentando apagar un incendio con un vaso de agua. Dicen que se acerca a la tasa terminal a mitad del próximo año, pero bueno, veremos si eso se cumple, porque la vara está difícil.
Lo peor de todo es que, según Banamex, el gobierno anda regodeándose en ejercicios de austeridad, recortando gastos como si fueran estampillas usadas. Eso pone en duda toda la estrategia fiscal y si van a cumplir con sus metas. ¡Qué nivel de irresponsabilidad! Uno se pregunta dónde quieren meterle mano ahora, porque ya estamos bastante apretaditos, diay.
Pero ojo, no todo está perdido. Según los expertos, podríamos tener una oportunidad gracias al fenómeno del *nearshoring*. Con el asunto de Trump y la relocalización de empresas, quizás algunas decidan venir a invertir acá, aprovechando que tenemos acuerdos comerciales y todo eso. Podrían darle un empujón a sectores como el automotriz, el electrónico y la logística. Sería una verdadera bendición, chunches.
Aunque bueno, todo depende de cómo le hagamos con el T-MEC. Si negociamos bien, podríamos salir ganando y atraer esas inversiones. Pero si nos equivocamos, pues nos vamos al traste, como siempre. Es que a veces da gusto ver cómo nos metemos en broncas innecesarias… ¡qué carga!
En fin, la situación es complicada, pero no imposible. Hay factores que juegan a nuestro favor, pero también hay muchos riesgos en el camino. Ahora me pregunto, ¿cree usted que el gobierno realmente aprovechará esta oportunidad del *nearshoring* para impulsar la economía mexicana, o simplemente seguiremos lamentándonos de los problemas que mismos nos creamos?