Ay, mae, esto sí que es tremendo. Uno piensa que una picadura de mosquita es cosita sencilla, un raspadito que ni pega. Pues resulta que un buenazo en Inglaterra, Andrew Kane, de 31 tacos, terminó perdiendo la vida por algo así. ¡Qué sal!
La vaina pasó mientras trabajaba en la granja con su hermana, echándose un brete como debe ser. Un tábano – esos bichos grandotes que te dan unos piquetes como si te dieran candela – lo agarró del brazo. Él pensó ‘naaa, tranqui’, se rascó y listo. Pero ahí empezó la bronca.
Su má, Rachel Kane, le decía 'vete al doctor, mijo, no juegues con eso'. Pero el pobre mae, creyendo que era puro cuento, se hizo el loco. Pura torta, porque cuando finalmente sí fue al médico, ya estaba bien cargado, con una infección avanzando a paso de bala. ¡Parece sacado de película de terror!
A pesar de los antibióticos, la infección no cedía. Lo tuvieron internado por cinco semanas, dándole esperanzas falsas, como si fueran canciones de amor. Pero la enfermedad se puso peor, sus órganos empezaron a fallarle y ahí… bueno, se acabó. Su má dice que nunca imaginó que una cosita tan chiquita podía acabar con la vida de alguien tan fuerte.
Dicen los doctores ingleses que este caso debería ser una llamada de alerta pa’ todos nosotros. No hay que meterle pata adentro a ninguna picadura, herida o infección que parezca inofensiva. La sepsis, esa infección generalizada que ataca al propio cuerpo, puede aparecer de repente y ser letal. Imagínate, bro, puede venir de una simple herida infectada o hasta de un diente podrido.
Los síntomas al principio son parecidos a los de una gripe: fiebre, frío, cansancio, cabeza revuelta... Entonces, cuando empiezas a sentirte peor – difícil para respirar, presión baja, piel pálida, desorientación – es cuando el cuerpo ya está dando banderitas rojas. Ahí hay que correr al médico como alma que lleva el diablo, porque no hay tiempo que perder.
Esta historia de Andrew Kane está haciendo ruido allá en Inglaterra, generando conciencia sobre la importancia de tomar en serio cualquier molestia física. La gente rural, que tiene más contacto con insectos, debe estar especialmente pendiente. Que sirva de ejemplo pa' que nadie más tenga que pasar por esto. A veces, las cosas más pequeñas pueden traer consecuencias enormes, ¿me entienden?
En fin, una lástima tremenda. Ojalá que el recuerdo de Andrew ayude a evitar tragedias similares. Ahora me pregunto, ¿qué medidas de precaución toman ustedes para protegerse de picaduras de insectos, especialmente cuando trabajan al aire libre o viven en zonas rurales? ¡Compartan sus consejos en el foro, vamos a ayudar a que otros eviten terminar en esta torta!
La vaina pasó mientras trabajaba en la granja con su hermana, echándose un brete como debe ser. Un tábano – esos bichos grandotes que te dan unos piquetes como si te dieran candela – lo agarró del brazo. Él pensó ‘naaa, tranqui’, se rascó y listo. Pero ahí empezó la bronca.
Su má, Rachel Kane, le decía 'vete al doctor, mijo, no juegues con eso'. Pero el pobre mae, creyendo que era puro cuento, se hizo el loco. Pura torta, porque cuando finalmente sí fue al médico, ya estaba bien cargado, con una infección avanzando a paso de bala. ¡Parece sacado de película de terror!
A pesar de los antibióticos, la infección no cedía. Lo tuvieron internado por cinco semanas, dándole esperanzas falsas, como si fueran canciones de amor. Pero la enfermedad se puso peor, sus órganos empezaron a fallarle y ahí… bueno, se acabó. Su má dice que nunca imaginó que una cosita tan chiquita podía acabar con la vida de alguien tan fuerte.
Dicen los doctores ingleses que este caso debería ser una llamada de alerta pa’ todos nosotros. No hay que meterle pata adentro a ninguna picadura, herida o infección que parezca inofensiva. La sepsis, esa infección generalizada que ataca al propio cuerpo, puede aparecer de repente y ser letal. Imagínate, bro, puede venir de una simple herida infectada o hasta de un diente podrido.
Los síntomas al principio son parecidos a los de una gripe: fiebre, frío, cansancio, cabeza revuelta... Entonces, cuando empiezas a sentirte peor – difícil para respirar, presión baja, piel pálida, desorientación – es cuando el cuerpo ya está dando banderitas rojas. Ahí hay que correr al médico como alma que lleva el diablo, porque no hay tiempo que perder.
Esta historia de Andrew Kane está haciendo ruido allá en Inglaterra, generando conciencia sobre la importancia de tomar en serio cualquier molestia física. La gente rural, que tiene más contacto con insectos, debe estar especialmente pendiente. Que sirva de ejemplo pa' que nadie más tenga que pasar por esto. A veces, las cosas más pequeñas pueden traer consecuencias enormes, ¿me entienden?
En fin, una lástima tremenda. Ojalá que el recuerdo de Andrew ayude a evitar tragedias similares. Ahora me pregunto, ¿qué medidas de precaución toman ustedes para protegerse de picaduras de insectos, especialmente cuando trabajan al aire libre o viven en zonas rurales? ¡Compartan sus consejos en el foro, vamos a ayudar a que otros eviten terminar en esta torta!