Maes, hay noticias que ya uno ni se sorprende de leer, pero igual le da un colerón. Hoy la protagonista, para variar, es nuestra queridísima y siempre confiable Ruta 32. La historia de esta tarde es de esas que te ponen los pelos de punta: dos mujeres que viajaban en un carro se fueron a un guindo de unos 50 metros. ¡Cincuenta metros! Imagínense el susto. La vara es que el accidente fue pasando el túnel del Zurquí, como a unos 8 kilómetros en dirección a Guápiles, una zona que todos sabemos que es bien complicada, y más si está lloviendo.
Apenas se dio la alerta, como a eso de las 3:10 p.m., se armó el operativo. Y aquí es donde hay que quitarse el sombrero, porque el brete que se jalaron los cruzrojistas fue de otro nivel. Mandaron tres ambulancias y dos vehículos de rescate. Diay, es que llegar hasta donde estaba el chunche ese no era jugando. Según el reporte, cuando los rescatistas lograron bajar, se encontraron un panorama partido en dos. Una de las mujeres, por un milagro o qué sé yo, estaba fuera del carro y básicamente ilesa. Susto y golpes, pero nada que ameritara llevarla a un hospital. ¡Qué lechera, la verdad!
Pero la otra cara de la moneda no fue tan positiva. La segunda ocupante estaba todavía dentro del vehículo, y sacarla de ahí fue toda una odisea. Los rescatistas tuvieron que maniobrar en ese guindo para estabilizarla y llevarla a una zona segura. Una vez arriba, la cosa se puso seria. La reportaron en condición urgente y se la llevaron directo al Hospital San Vicente de Paúl en Heredia. ¡Qué sal! Uno solo espera que se recupere pronto. Es que de verdad, un segundo de mala suerte en esa carretera te puede cambiar la vida por completo.
Y ahora, vamos a lo que ya todos estamos pensando: el estado de la ruta. ¿Adivinen qué? El paso por la 32 ya estaba cerrado desde la mañana de este mismo sábado. ¡Qué torta! O sea, la ruta estaba oficialmente intransitable por las condiciones del tiempo y los aguaceros, pero ya sabemos cómo es la gente. La necesidad o la imprudencia, o una mezcla de ambas, hace que muchos se la jueguen. Este accidente solo viene a confirmar lo que ya es un secreto a voces: esa carretera con un poco de agua se convierte en una trampa mortal. Derrumbes, asfalto resbaloso, neblina... póngale el nombre que quiera, el resultado es el mismo despiche de siempre.
En fin, la situación termina con una persona luchando en el hospital y con la confirmación de que la 32 sigue siendo un dolor de cabeza crónico para este país. Es la historia de nunca acabar. Por un lado, un aplauso de pie para los cuerpos de rescate que siempre están ahí para atender estas emergencias. Pero por el otro, queda la frustración. Así que les pregunto, maes, ¿cuántos accidentes y sustos más tienen que pasar para que de verdad se haga algo estructural en esa ruta? ¿O es que ya nos acostumbramos a que cada aguacero sea una ruleta rusa? Los leo.
Apenas se dio la alerta, como a eso de las 3:10 p.m., se armó el operativo. Y aquí es donde hay que quitarse el sombrero, porque el brete que se jalaron los cruzrojistas fue de otro nivel. Mandaron tres ambulancias y dos vehículos de rescate. Diay, es que llegar hasta donde estaba el chunche ese no era jugando. Según el reporte, cuando los rescatistas lograron bajar, se encontraron un panorama partido en dos. Una de las mujeres, por un milagro o qué sé yo, estaba fuera del carro y básicamente ilesa. Susto y golpes, pero nada que ameritara llevarla a un hospital. ¡Qué lechera, la verdad!
Pero la otra cara de la moneda no fue tan positiva. La segunda ocupante estaba todavía dentro del vehículo, y sacarla de ahí fue toda una odisea. Los rescatistas tuvieron que maniobrar en ese guindo para estabilizarla y llevarla a una zona segura. Una vez arriba, la cosa se puso seria. La reportaron en condición urgente y se la llevaron directo al Hospital San Vicente de Paúl en Heredia. ¡Qué sal! Uno solo espera que se recupere pronto. Es que de verdad, un segundo de mala suerte en esa carretera te puede cambiar la vida por completo.
Y ahora, vamos a lo que ya todos estamos pensando: el estado de la ruta. ¿Adivinen qué? El paso por la 32 ya estaba cerrado desde la mañana de este mismo sábado. ¡Qué torta! O sea, la ruta estaba oficialmente intransitable por las condiciones del tiempo y los aguaceros, pero ya sabemos cómo es la gente. La necesidad o la imprudencia, o una mezcla de ambas, hace que muchos se la jueguen. Este accidente solo viene a confirmar lo que ya es un secreto a voces: esa carretera con un poco de agua se convierte en una trampa mortal. Derrumbes, asfalto resbaloso, neblina... póngale el nombre que quiera, el resultado es el mismo despiche de siempre.
En fin, la situación termina con una persona luchando en el hospital y con la confirmación de que la 32 sigue siendo un dolor de cabeza crónico para este país. Es la historia de nunca acabar. Por un lado, un aplauso de pie para los cuerpos de rescate que siempre están ahí para atender estas emergencias. Pero por el otro, queda la frustración. Así que les pregunto, maes, ¿cuántos accidentes y sustos más tienen que pasar para que de verdad se haga algo estructural en esa ruta? ¿O es que ya nos acostumbramos a que cada aguacero sea una ruleta rusa? Los leo.