Diay, maes, hay días en que uno lee una noticia y solo puede pensar: ¡qué torta! Y no, no hablo de esas tortas de cumpleaños, sino de esas metidas de pata monumentales que uno no entiende cómo a alguien se le ocurren. Resulta que tres personajes, que de seguro se creían los más listos del barrio, decidieron que era una idea genial irse de pesca. ¿El problema? Se metieron nada más y nada menos que al Parque Nacional Braulio Carrillo, uno de los pulmones más salvajes que nos quedan. Y claro, no iban a sacar un par de guppys; los guardaparques los pescaron a ellos con 24 peces de varias especies y todos los chunches para su hazaña: arboletes y equipo que uno sabe que no es para jugar.
Imagínense la vara: los guardaparques, haciendo su brete de rutina por el sector del río Mortero, seguro pensando en el cafecito de la tarde, y de pronto se topan con esta escena. No me quiero ni imaginar la cara de los sospechosos cuando vieron que se les había acabado la fiesta. Diay, ¡salados! Creyeron que nadie los iba a ver en medio de la montaña, pero se equivocaron feo. En un dos por tres, los funcionarios del parque les cayeron encima y se acabó el paseo. El plan de un almuerzo de pescado fresco se les fue al traste y se convirtió en un viaje directo a la Fiscalía de Sarapiquí para que expliquen qué estaban pensando.
Y aquí es donde la cosa se pone seria, porque no es cualquier tontera. La administración del parque no se anda con juegos y de una vez pidieron que el Ministerio Público tomara el caso. Les armaron un informe detallado de todo el despiche, y ahora estos tres maes no solo se quedaron sin su pesca, sino que están metidos en un problema legal que, sinceramente, se buscaron ellos solos. Esto no es como colarse en una fiesta, esto es meterse con un Área Silvestre Protegida, uno de los tesoros que con tanto esfuerzo se intentan cuidar en este país. La Fiscalía ahora tiene el brete de decidir qué va a pasar con ellos, y esperemos que la cosa no quede en un simple regaño.
Lo más denso de todo este asunto es el recordatorio que nos da el MINAE. A veces uno oye "pesca ilegal" y piensa en barcos gigantes en el mar, pero esta vara pasa en nuestros ríos y parques todos los días, y es una de las peores amenazas para la biodiversidad. No es solo llevarse 24 peces. Es romper un equilibrio súper delicado. Cada pez que sacan de ahí es un golpe para el ecosistema, afecta a otras especies que dependen de ellos y, en general, empobrece la riqueza natural que tanto nos enorgullece. Se están robando un pedacito del futuro del país para un capricho del momento. Es una jugada increíblemente egoísta.
Al final, la historia de estos tres que se jalaron una torta en el Braulio Carrillo debería servirnos de lección a todos. Los guardaparques no pueden estar en cada rincón del parque 24/7. Por eso las autoridades siempre piden que la gente denuncie. Si uno ve una vara sospechosa, un carro raro cerca de un río protegido o gente con equipo donde no debería, hay que reportarlo al 1192. No es ser sapo, es ser responsable. Es cuidar el chante de todos. Por eso les pregunto a ustedes, foreros: ¿Creen que las multas o las consecuencias que les pongan a estos maes de verdad funcionan para frenar este despiche, o necesitamos medidas mucho más duras para que la gente entienda que con los parques nacionales no se juega?
Imagínense la vara: los guardaparques, haciendo su brete de rutina por el sector del río Mortero, seguro pensando en el cafecito de la tarde, y de pronto se topan con esta escena. No me quiero ni imaginar la cara de los sospechosos cuando vieron que se les había acabado la fiesta. Diay, ¡salados! Creyeron que nadie los iba a ver en medio de la montaña, pero se equivocaron feo. En un dos por tres, los funcionarios del parque les cayeron encima y se acabó el paseo. El plan de un almuerzo de pescado fresco se les fue al traste y se convirtió en un viaje directo a la Fiscalía de Sarapiquí para que expliquen qué estaban pensando.
Y aquí es donde la cosa se pone seria, porque no es cualquier tontera. La administración del parque no se anda con juegos y de una vez pidieron que el Ministerio Público tomara el caso. Les armaron un informe detallado de todo el despiche, y ahora estos tres maes no solo se quedaron sin su pesca, sino que están metidos en un problema legal que, sinceramente, se buscaron ellos solos. Esto no es como colarse en una fiesta, esto es meterse con un Área Silvestre Protegida, uno de los tesoros que con tanto esfuerzo se intentan cuidar en este país. La Fiscalía ahora tiene el brete de decidir qué va a pasar con ellos, y esperemos que la cosa no quede en un simple regaño.
Lo más denso de todo este asunto es el recordatorio que nos da el MINAE. A veces uno oye "pesca ilegal" y piensa en barcos gigantes en el mar, pero esta vara pasa en nuestros ríos y parques todos los días, y es una de las peores amenazas para la biodiversidad. No es solo llevarse 24 peces. Es romper un equilibrio súper delicado. Cada pez que sacan de ahí es un golpe para el ecosistema, afecta a otras especies que dependen de ellos y, en general, empobrece la riqueza natural que tanto nos enorgullece. Se están robando un pedacito del futuro del país para un capricho del momento. Es una jugada increíblemente egoísta.
Al final, la historia de estos tres que se jalaron una torta en el Braulio Carrillo debería servirnos de lección a todos. Los guardaparques no pueden estar en cada rincón del parque 24/7. Por eso las autoridades siempre piden que la gente denuncie. Si uno ve una vara sospechosa, un carro raro cerca de un río protegido o gente con equipo donde no debería, hay que reportarlo al 1192. No es ser sapo, es ser responsable. Es cuidar el chante de todos. Por eso les pregunto a ustedes, foreros: ¿Creen que las multas o las consecuencias que les pongan a estos maes de verdad funcionan para frenar este despiche, o necesitamos medidas mucho más duras para que la gente entienda que con los parques nacionales no se juega?