Maes, agárrense porque la vara que les traigo hoy viene seria. Dejemos el choteo para después, porque esto es para ponerle atención. Resulta que una organización internacional soltó una bomba: los casos de cáncer de riñón en Costa Rica podrían, nada más y nada menos, que triplicarse en los próximos años. Así como lo leen. Pasaremos de unos 193 diagnósticos al año a más de 600. Honestamente, cuando uno ve esos números, lo primero que piensa es: ¡qué despiche se nos viene encima si no hacemos algo ya!
Y uno se pregunta, diay, ¿pero por qué? ¿Qué estamos haciendo tan mal? Bueno, parece que nos estamos jalando una torta monumental con nuestro estilo de vida. Según los que saben, dos de los factores que más pesan son el sobrepeso y la obesidad. Un oncólogo español, Javier Molina, lo dijo clarito: el abandono de las dietas tradicionales y el aumento en el consumo de grasas saturadas y chunches ultraprocesados nos tiene con el Índice de Masa Corporal por las nubes. Y eso, maes, es como ponerle una alfombra roja al cáncer de riñón. Es esa vara de cambiar el casado con picadillo por la comida rápida que pedimos por una app. Suena muy cómodo, pero la factura para la salud pública (y para uno mismo) va a salir carísima.
Para más sal, este cáncer es un mae silencioso, un enemigo que no hace bulla al principio. Un montón de veces lo descubren por pura casualidad, ¡de chiripa! Cuando alguien se va a hacer un ultrasonido por otra vara completamente distinta y ¡zas!, ahí aparece la sorpresa. Cuando ya empieza a dar señales –como sangre en la orina o un dolorcito raro en la espalda– es porque la cosa ya puede estar avanzada. Estar esperando a tener síntomas para chequearse es, básicamente, llegar tarde a la fiesta. Y en temas de cáncer, llegar tarde es lo peor que nos puede pasar.
Pero bueno, para no dejar todo en modo tragedia, hay una luz al final del túnel. La ciencia no se queda quieta y, por dicha, el panorama para un paciente diagnosticado hoy no tiene nada que ver con el de hace 20 años. Los especialistas dicen que los tratamientos han avanzado tanto que la supervivencia se ha multiplicado por cinco. Hablan de pacientes con metástasis que logran vivir más de 50 meses, e incluso algunos casos donde la enfermedad desaparece por completo con las nuevas terapias. Esto no quita lo grave del aumento de casos, pero al menos da una esperanza real a los que les toca enfrentar esta lucha.
Al final, la ecuación es agridulce. Por un lado, tenemos tratamientos más carga que nunca. Pero por el otro, estamos creando el ambiente perfecto para que este cáncer haga fiesta en nuestro país. La prevención sigue siendo la mejor jugada: moverse más, comer mejor y dejar de pensar que el "pura vida" nos hace inmunes a todo. El primer paso es aceptar que tenemos un problema que va más allá de lo estético y que nos está afectando hasta los riñones, literalmente. El Ministerio de Salud ya alertó que los casos de enfermedad renal crónica en general se dispararon casi un 66% en un solo año, así que esta vara del cáncer de riñón no es un hecho aislado.
Diay, maes, ¿qué opinan ustedes de esto? ¿Creen que como ticos le estamos poniendo la atención que se debe a la comida y la salud, o nos está ganando la pereza y el ultraprocesado? ¡Los leo en los comentarios!
Y uno se pregunta, diay, ¿pero por qué? ¿Qué estamos haciendo tan mal? Bueno, parece que nos estamos jalando una torta monumental con nuestro estilo de vida. Según los que saben, dos de los factores que más pesan son el sobrepeso y la obesidad. Un oncólogo español, Javier Molina, lo dijo clarito: el abandono de las dietas tradicionales y el aumento en el consumo de grasas saturadas y chunches ultraprocesados nos tiene con el Índice de Masa Corporal por las nubes. Y eso, maes, es como ponerle una alfombra roja al cáncer de riñón. Es esa vara de cambiar el casado con picadillo por la comida rápida que pedimos por una app. Suena muy cómodo, pero la factura para la salud pública (y para uno mismo) va a salir carísima.
Para más sal, este cáncer es un mae silencioso, un enemigo que no hace bulla al principio. Un montón de veces lo descubren por pura casualidad, ¡de chiripa! Cuando alguien se va a hacer un ultrasonido por otra vara completamente distinta y ¡zas!, ahí aparece la sorpresa. Cuando ya empieza a dar señales –como sangre en la orina o un dolorcito raro en la espalda– es porque la cosa ya puede estar avanzada. Estar esperando a tener síntomas para chequearse es, básicamente, llegar tarde a la fiesta. Y en temas de cáncer, llegar tarde es lo peor que nos puede pasar.
Pero bueno, para no dejar todo en modo tragedia, hay una luz al final del túnel. La ciencia no se queda quieta y, por dicha, el panorama para un paciente diagnosticado hoy no tiene nada que ver con el de hace 20 años. Los especialistas dicen que los tratamientos han avanzado tanto que la supervivencia se ha multiplicado por cinco. Hablan de pacientes con metástasis que logran vivir más de 50 meses, e incluso algunos casos donde la enfermedad desaparece por completo con las nuevas terapias. Esto no quita lo grave del aumento de casos, pero al menos da una esperanza real a los que les toca enfrentar esta lucha.
Al final, la ecuación es agridulce. Por un lado, tenemos tratamientos más carga que nunca. Pero por el otro, estamos creando el ambiente perfecto para que este cáncer haga fiesta en nuestro país. La prevención sigue siendo la mejor jugada: moverse más, comer mejor y dejar de pensar que el "pura vida" nos hace inmunes a todo. El primer paso es aceptar que tenemos un problema que va más allá de lo estético y que nos está afectando hasta los riñones, literalmente. El Ministerio de Salud ya alertó que los casos de enfermedad renal crónica en general se dispararon casi un 66% en un solo año, así que esta vara del cáncer de riñón no es un hecho aislado.
Diay, maes, ¿qué opinan ustedes de esto? ¿Creen que como ticos le estamos poniendo la atención que se debe a la comida y la salud, o nos está ganando la pereza y el ultraprocesado? ¡Los leo en los comentarios!