¡Aguante, Costa Rica! Parece mentira, pero nuestros hoteles le están dando vuelta al mundo recogiendo gallardetes como si fueran churros. El 2025 ha sido un brete para el turismo nacional, con reconocimientos que nos colocan en el mapa mundial de destinos de lujo. De verdad, ¡qué chiva!
Todo empezó con la noticia bomba: Nayara Springs, ese rinconcito de paraíso en Arenal, se llevó tres llaves Michelin. ¡Tres, diay! Eso es el cimbronazo más grande que puede recibir un hotel en cuanto a gastronomía y experiencia. Imagínate, esos cocineros maes tienen que estar sudando la camiseta para mantener ese nivel.
Pero eso no es todo, chango. Revistas como Condé Nast Traveler y plataformas gigantes como TripAdvisor también han estado lanzando flores a otros hoteles costarricenses. Hablamos de lugares emblemáticos como el hotel Playa Cativo, escondido en el Pacífico Sur; Hacienda Altagracia, con su encanto colonial; The Retreat Costa Rica, perfecto para desconectar del mundo; Río Perdido, con sus aguas termales; El Silencio Lodge and Spa, rodeado de selva virgen; el clásico Hotel Grano de Oro en San José; y hasta los Marriotts de Belén y Los Sueños, que se rifaron este año.
Y no olvidemos a Hideaway Río Celeste y Waldorf Astoria. ¡Una lista impresionante, mae! Estos reconocimientos no llegan así nomás. Se trata de años de esfuerzo, inversión en personal capacitado, ingredientes frescos y locales, diseños innovadores y una atención al detalle que te hace sentir como si estuvieras viviendo un sueño. En serio, ahí hay mucho sudor tico detrás de esto.
Este boom de premios no solamente le pone sabor al café a los dueños de los hoteles y a los trabajadores del sector turístico, sino que también es un espaldarazo enorme para la economía del país. Más turistas significan más empleos, más ingresos para las comunidades locales y más divisas que entran al país. ¡Es un círculo virtuoso, pura vaina positiva!
Expertos en el tema aseguran que estos premios son cruciales para fortalecer la imagen de Costa Rica como un destino seguro, sostenible y de alta calidad. Ya no somos solamente “el país de Pura Vida” con playas bonitas. Ahora somos sinónimo de exclusividad, innovación y experiencias inolvidables. ¡Nos estamos poniendo las pilas, guanaré!
Además, la clave de este éxito reside en que muchos de estos hoteles están apostando por prácticas sostenibles y responsables con el medio ambiente. Desde la reducción de plásticos hasta el uso de energías renovables y el apoyo a proyectos comunitarios, demuestran que es posible combinar el lujo con la conciencia ecológica. ¡Eso es lo que realmente le da valor agregado a nuestra oferta turística!
Así que ya saben, compas, este es el momento de presumirnos a lo alto. Nuestros hoteles están haciendo historia y nos están llenando de orgullo. Pero me pregunto… Con tantos reconocimientos internacionales, ¿cree usted que Costa Rica está haciendo lo suficiente para proteger sus recursos naturales y asegurar que el turismo beneficie a todas las comunidades del país o estamos corriendo el riesgo de convertirnos en un parque temático para ricos?
Todo empezó con la noticia bomba: Nayara Springs, ese rinconcito de paraíso en Arenal, se llevó tres llaves Michelin. ¡Tres, diay! Eso es el cimbronazo más grande que puede recibir un hotel en cuanto a gastronomía y experiencia. Imagínate, esos cocineros maes tienen que estar sudando la camiseta para mantener ese nivel.
Pero eso no es todo, chango. Revistas como Condé Nast Traveler y plataformas gigantes como TripAdvisor también han estado lanzando flores a otros hoteles costarricenses. Hablamos de lugares emblemáticos como el hotel Playa Cativo, escondido en el Pacífico Sur; Hacienda Altagracia, con su encanto colonial; The Retreat Costa Rica, perfecto para desconectar del mundo; Río Perdido, con sus aguas termales; El Silencio Lodge and Spa, rodeado de selva virgen; el clásico Hotel Grano de Oro en San José; y hasta los Marriotts de Belén y Los Sueños, que se rifaron este año.
Y no olvidemos a Hideaway Río Celeste y Waldorf Astoria. ¡Una lista impresionante, mae! Estos reconocimientos no llegan así nomás. Se trata de años de esfuerzo, inversión en personal capacitado, ingredientes frescos y locales, diseños innovadores y una atención al detalle que te hace sentir como si estuvieras viviendo un sueño. En serio, ahí hay mucho sudor tico detrás de esto.
Este boom de premios no solamente le pone sabor al café a los dueños de los hoteles y a los trabajadores del sector turístico, sino que también es un espaldarazo enorme para la economía del país. Más turistas significan más empleos, más ingresos para las comunidades locales y más divisas que entran al país. ¡Es un círculo virtuoso, pura vaina positiva!
Expertos en el tema aseguran que estos premios son cruciales para fortalecer la imagen de Costa Rica como un destino seguro, sostenible y de alta calidad. Ya no somos solamente “el país de Pura Vida” con playas bonitas. Ahora somos sinónimo de exclusividad, innovación y experiencias inolvidables. ¡Nos estamos poniendo las pilas, guanaré!
Además, la clave de este éxito reside en que muchos de estos hoteles están apostando por prácticas sostenibles y responsables con el medio ambiente. Desde la reducción de plásticos hasta el uso de energías renovables y el apoyo a proyectos comunitarios, demuestran que es posible combinar el lujo con la conciencia ecológica. ¡Eso es lo que realmente le da valor agregado a nuestra oferta turística!
Así que ya saben, compas, este es el momento de presumirnos a lo alto. Nuestros hoteles están haciendo historia y nos están llenando de orgullo. Pero me pregunto… Con tantos reconocimientos internacionales, ¿cree usted que Costa Rica está haciendo lo suficiente para proteger sus recursos naturales y asegurar que el turismo beneficie a todas las comunidades del país o estamos corriendo el riesgo de convertirnos en un parque temático para ricos?
