Bueno, maes, para los que siguen el ajedrez del poder en este país, se acaba de abrir una de las plazas más codiciadas y, sin duda, más calientes del momento. El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) le puso el rótulo de "Se Alquila" a la silla de subdirector. ¿La razón? El ahora ministro de Justicia, Gerald Campos, finalmente renunció a su plaza en propiedad para quedarse de lleno con el brete que le dio el gobierno actual. Una movida que ya todos veíamos venir, pero que ahora oficializa el inicio de la carrera por su sucesión.
Y diay, como era de esperarse, el primer nombre en la lista de aspirantes es el de Michael Soto. El mae, que venía de ser el jefe de la Oficina de Planes y Operaciones (la famosa OPO), ya estaba calentando el campo como subdirector interino. Soto no se anduvo por las ramas y ya confirmó que va a entrarle al concurso. Cero sorpresas ahí. Sería más noticia que no lo hiciera, teniendo ya un pie adentro y conociendo el teje y maneje de la institución desde una posición privilegiada. Él es, sin duda, el candidato a vencer.
Pero aquí es donde la vara se pone interesante. Esto no es como aplicar para un brete cualquiera mandando el CV por correo. No, señor. El nombramiento del subdirector del OIJ pasa por el filtro de la Corte Plena. Estamos hablando de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, quienes después de un proceso que incluye de todo (entrevistas, pruebas, análisis de atestados), tienen la última palabra. Es una decisión de altísimo nivel, donde la política, las influencias y las visiones sobre seguridad ciudadana chocan de frente. No es solo un puesto técnico, es un puesto con un peso político enorme.
Y es que no es para menos. El subdirector del OIJ no es un puesto de oficina para llenar papeles. Es el segundo al mando de la policía judicial más importante de Costa Rica. El que le habla al oído al director, el que coordina operaciones complejas contra el narco, el crimen organizado y los casos de corrupción más sonados. En un país donde la seguridad es, probablemente, el tema número uno en la mente de todos, la persona que ocupe esa silla tiene una responsabilidad gigante. Equivocarse en esta elección, o poner a alguien que no tenga el colmillo y la independencia necesaria, sería jalarse una torta monumental con consecuencias que todos terminaríamos pagando.
La sombra de Gerald Campos, además, es larga. Fue una figura de mucho peso y muy mediática dentro del OIJ. Quien llegue, inevitablemente, será comparado con él. Tendrá que demostrar no solo capacidad de investigación y liderazgo, sino también una habilidad para navegar las aguas turbulentas de la política y la opinión pública. La pregunta es si la Corte buscará un perfil similar al de Campos, uno más técnico y de bajo perfil, o si aprovechará para darle un giro a la subdirección del organismo.
El concurso ya está abierto y seguro en las próximas semanas empezarán a sonar más nombres y a moverse las fichas en el tablero. Aquí es donde se verá quién es quién y quién tiene los padrinos más fuertes. La decisión final, más allá del resultado, nos dirá mucho sobre el rumbo que la Corte Suprema quiere para la investigación criminal en Costa Rica en los próximos años.
Maes, más allá de los nombres que suenan, ¿qué creen ustedes que pesa más en esta elección de la Corte Plena: la experiencia real en la calle y la capacidad técnica, o las conexiones y el juego político? ¿Será un nombramiento a cachete o nos vamos a llevar una sorpresa?
Y diay, como era de esperarse, el primer nombre en la lista de aspirantes es el de Michael Soto. El mae, que venía de ser el jefe de la Oficina de Planes y Operaciones (la famosa OPO), ya estaba calentando el campo como subdirector interino. Soto no se anduvo por las ramas y ya confirmó que va a entrarle al concurso. Cero sorpresas ahí. Sería más noticia que no lo hiciera, teniendo ya un pie adentro y conociendo el teje y maneje de la institución desde una posición privilegiada. Él es, sin duda, el candidato a vencer.
Pero aquí es donde la vara se pone interesante. Esto no es como aplicar para un brete cualquiera mandando el CV por correo. No, señor. El nombramiento del subdirector del OIJ pasa por el filtro de la Corte Plena. Estamos hablando de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, quienes después de un proceso que incluye de todo (entrevistas, pruebas, análisis de atestados), tienen la última palabra. Es una decisión de altísimo nivel, donde la política, las influencias y las visiones sobre seguridad ciudadana chocan de frente. No es solo un puesto técnico, es un puesto con un peso político enorme.
Y es que no es para menos. El subdirector del OIJ no es un puesto de oficina para llenar papeles. Es el segundo al mando de la policía judicial más importante de Costa Rica. El que le habla al oído al director, el que coordina operaciones complejas contra el narco, el crimen organizado y los casos de corrupción más sonados. En un país donde la seguridad es, probablemente, el tema número uno en la mente de todos, la persona que ocupe esa silla tiene una responsabilidad gigante. Equivocarse en esta elección, o poner a alguien que no tenga el colmillo y la independencia necesaria, sería jalarse una torta monumental con consecuencias que todos terminaríamos pagando.
La sombra de Gerald Campos, además, es larga. Fue una figura de mucho peso y muy mediática dentro del OIJ. Quien llegue, inevitablemente, será comparado con él. Tendrá que demostrar no solo capacidad de investigación y liderazgo, sino también una habilidad para navegar las aguas turbulentas de la política y la opinión pública. La pregunta es si la Corte buscará un perfil similar al de Campos, uno más técnico y de bajo perfil, o si aprovechará para darle un giro a la subdirección del organismo.
El concurso ya está abierto y seguro en las próximas semanas empezarán a sonar más nombres y a moverse las fichas en el tablero. Aquí es donde se verá quién es quién y quién tiene los padrinos más fuertes. La decisión final, más allá del resultado, nos dirá mucho sobre el rumbo que la Corte Suprema quiere para la investigación criminal en Costa Rica en los próximos años.
Maes, más allá de los nombres que suenan, ¿qué creen ustedes que pesa más en esta elección de la Corte Plena: la experiencia real en la calle y la capacidad técnica, o las conexiones y el juego político? ¿Será un nombramiento a cachete o nos vamos a llevar una sorpresa?