¡Ay, Dios mío! El rollo en el Ministerio de Salud sigue pegándose candelabros. Christopher Ureña, el que era director del Área Rectora de Salud de Esparza, echó por tierra el gallito y metió su renuncia irrevocable, directo a la ministra Mary Munive. Se dice que la carta llegó con estampitas, ¡qué bronca!
Y no es una renuncia tranquila, amigos. Según parece, el buen hombre – o bueno, ya no tan bueno – lanzó toda la carnaza: acusaciones de persecución laboral, hostigamiento, difamación pública y hasta falta de protección institucional. Imagínate la bronca, ¡una verdadera torta!
Ureña dice textualmente que su salida “no es voluntaria en el sentido pleno del término”. O sea, que no se fue porque sí, sino porque la situación estaba demasiado salada para seguirla aguantando. Relata que todo empezó con la llegada de Berny Villarreal como Director General de Salud hace aproximadamente un año, y desde ahí, el ambiente se puso pesado como una piedra.
El doctor Ureña no anduvo con rodeos: aseguró que hubo “acciones directas, decisiones administrativas hostiles, exclusión injustificada, obstaculización del desempeño profesional y un ambiente laboral insostenible”. ¡Qué brete! Más encima, alega que la ministra Munive soltaba puras mentiras públicas sobre su trabajo. Esto ya suena a novela, ¿eh?
Y claro, todas estas cositas pasaron factura a su salud. Dice que sufrió ansiedad, hipertensión y otras complicaciones debido a la presión laboral. Responsabilizó directamente a la ministra y al Director General por este deterioro físico y mental. ¡Imagínate pasar por eso, mae! Da gusto que haya puesto los papeles en orden.
Pero no todo es drama, muchachos. En la carta, Ureña también hizo un repaso de sus logros en el Ministerio: avances en permisos sanitarios, participación en emergencias nacionales, mejoras en los procesos internos, evaluaciones positivas en el clima organizacional... Un currículum bastante decente, la verdad. Representó al país en foros internacionales y asumió responsabilidades de alto impacto, demostrando compromiso y capacidad técnica. Por eso, esta situación se escucha aún más inexplicablemente cargosa.
Para rematar, pidió que nadie, ni en el Ministerio ni fuera de él, vuelva a mencionar su nombre. Parece que quiere cortar de raíz cualquier tipo de problema futuro. Su prioridad ahora es recuperarse y dejar atrás este capítulo emocionalmente agotador. La carta también voló directo a la Presidencia de la República, indicando que esto es más que un simple papeleo; es una denuncia formal de lo que vivió. Hasta donde sabemos, la ministra Munive todavía no se ha manifestado al respecto, así que seguimos esperando qué dirá al respecto, porque esto está dando mucho de qué hablar.
Con todo este revuelo, surge una pregunta importante: ¿Debería haber una investigación independiente sobre las acusaciones de Ureña, o esta controversia se quedará en el olvido como tantas otras varas en la política nacional? ¿Y creen que es posible que alguien con la trayectoria del Dr. Ureña llegue a tener problemas como los descritos en el ministerio?
Y no es una renuncia tranquila, amigos. Según parece, el buen hombre – o bueno, ya no tan bueno – lanzó toda la carnaza: acusaciones de persecución laboral, hostigamiento, difamación pública y hasta falta de protección institucional. Imagínate la bronca, ¡una verdadera torta!
Ureña dice textualmente que su salida “no es voluntaria en el sentido pleno del término”. O sea, que no se fue porque sí, sino porque la situación estaba demasiado salada para seguirla aguantando. Relata que todo empezó con la llegada de Berny Villarreal como Director General de Salud hace aproximadamente un año, y desde ahí, el ambiente se puso pesado como una piedra.
El doctor Ureña no anduvo con rodeos: aseguró que hubo “acciones directas, decisiones administrativas hostiles, exclusión injustificada, obstaculización del desempeño profesional y un ambiente laboral insostenible”. ¡Qué brete! Más encima, alega que la ministra Munive soltaba puras mentiras públicas sobre su trabajo. Esto ya suena a novela, ¿eh?
Y claro, todas estas cositas pasaron factura a su salud. Dice que sufrió ansiedad, hipertensión y otras complicaciones debido a la presión laboral. Responsabilizó directamente a la ministra y al Director General por este deterioro físico y mental. ¡Imagínate pasar por eso, mae! Da gusto que haya puesto los papeles en orden.
Pero no todo es drama, muchachos. En la carta, Ureña también hizo un repaso de sus logros en el Ministerio: avances en permisos sanitarios, participación en emergencias nacionales, mejoras en los procesos internos, evaluaciones positivas en el clima organizacional... Un currículum bastante decente, la verdad. Representó al país en foros internacionales y asumió responsabilidades de alto impacto, demostrando compromiso y capacidad técnica. Por eso, esta situación se escucha aún más inexplicablemente cargosa.
Para rematar, pidió que nadie, ni en el Ministerio ni fuera de él, vuelva a mencionar su nombre. Parece que quiere cortar de raíz cualquier tipo de problema futuro. Su prioridad ahora es recuperarse y dejar atrás este capítulo emocionalmente agotador. La carta también voló directo a la Presidencia de la República, indicando que esto es más que un simple papeleo; es una denuncia formal de lo que vivió. Hasta donde sabemos, la ministra Munive todavía no se ha manifestado al respecto, así que seguimos esperando qué dirá al respecto, porque esto está dando mucho de qué hablar.
Con todo este revuelo, surge una pregunta importante: ¿Debería haber una investigación independiente sobre las acusaciones de Ureña, o esta controversia se quedará en el olvido como tantas otras varas en la política nacional? ¿Y creen que es posible que alguien con la trayectoria del Dr. Ureña llegue a tener problemas como los descritos en el ministerio?