¡Ay, Dios mío, qué bronca! Imaginen la situación: un gringo perdido en nuestros cerros, tres días dando vueltas como pollo sin cabeza. Pero bueno, afortunadamente la cosa no acabó en tragedia, sino que tuvimos un rescate digno de película. Parece sacado de novela, pero les cuento cómo un turista estadounidense, Tenzing Namgyl, tuvo un susto tremendo en medio de nuestra naturaleza, y cómo unos bomberos valientes le sacaron las garras.
Todo empezó porque este señor decidió irse a pasear por los cerros orientales, buscando conectar con la naturaleza pura. Claro, se metió donde precisamente no debía, porque dicen que las cosas ahí son más complicadas que resolver el problema del déficit fiscal. Se fue perdiendo, desapareciendo en la inmensidad de la montaña, y la familia, obviamente, empezando a sudar frío. Reportan la desaparición y empieza el operativo, con policías, militares, bomberos… ¡Una movida!
Durante más de 36 horas, los equipos de rescate buscaron incansablemente por aquel brete. Dicen que las condiciones eran durísimas, con lluvia, neblina, y terrenos peligrosos. No cualquiera se atreve a meterse allí, ni aunque le paguen doble. Se rumorea que los muchachos tuvieron que escalar rocas, vadear ríos... Un verdadero desafío, pero con una meta clara: traerlo de vuelta sano y salvo. Buscándolo entre el río San Francisco y Vicachá, donde la cosa se pone aún más complicada.
Finalmente, el grupo Rescate #1, liderado por el bombero Ronaldo Méndez –ese mae sí que tiene agallas–, encontró a Tenzing. Lo describen demacrado, con deshidratación, hipotermia y una lastimadita en la pierna. ¡Imagínense el alivio! Después de tres días, tenerlo a buen resguardo, ver que estaba vivo... Debe haber sido una explosión de emociones. Le dieron primeros auxilios rápido y directo, porque ya necesitaba hidratación y calorcito urgente.
Y aquí viene la parte que me dejó con la boca abierta: el emotivísimo encuentro entre Tenzing y Ronaldo. Una foto que dio la vuelta al mundo: el turista tendiéndole la mano al bombero, diciéndole esas palabras sencillas pero tan poderosas: 'Gracias por no rendirse'. ¡Qué brisa! Te da escalofríos pensar en la conexión humana que se generó ahí mismo, en medio de la montaña. Demuestra que, a pesar de todo, todavía existe mucha bondad en el mundo.
Pero esto no fue obra de magia, eh. Requiere de un esfuerzo coordinado entre varias instituciones: Bomberos, policía, ejército, defensa civil, Ponalsar, secretaría de salud… Todos trabajando codo a codo, apoyándose mutuamente. Además, utilizaron drones, perros rastreadores, ¡hasta el helicóptero Halcón! Todo para cubrir la mayor área posible y aumentar las posibilidades de éxito. Ese sí que es trabajo en equipo, ¡a todo dar!
La historia de Tenzing ha resonado por todas partes, convirtiéndose en un faro de esperanza y un recordatorio de la importancia de valorar a nuestros cuerpos de emergencia. Son ellos los que están siempre ahí, dispuestos a arriesgar sus vidas para salvar a otros. Este tipo de hechos nos recuerdan que detrás de cada número, de cada informe, hay historias humanas reales, llenas de emoción y valentía. Nos hace sentir orgullosos de ser ticos, de nuestro sentido de comunidad y de nuestra capacidad de ayudar al prójimo, venga de donde venga.
En fin, un final feliz con sabor a adrenalina y agradecimiento. Pero dime tú, ¿crees que deberíamos invertir más en programas de preparación para turistas que visitan áreas remotas de Costa Rica, para evitar situaciones como esta en el futuro?
Todo empezó porque este señor decidió irse a pasear por los cerros orientales, buscando conectar con la naturaleza pura. Claro, se metió donde precisamente no debía, porque dicen que las cosas ahí son más complicadas que resolver el problema del déficit fiscal. Se fue perdiendo, desapareciendo en la inmensidad de la montaña, y la familia, obviamente, empezando a sudar frío. Reportan la desaparición y empieza el operativo, con policías, militares, bomberos… ¡Una movida!
Durante más de 36 horas, los equipos de rescate buscaron incansablemente por aquel brete. Dicen que las condiciones eran durísimas, con lluvia, neblina, y terrenos peligrosos. No cualquiera se atreve a meterse allí, ni aunque le paguen doble. Se rumorea que los muchachos tuvieron que escalar rocas, vadear ríos... Un verdadero desafío, pero con una meta clara: traerlo de vuelta sano y salvo. Buscándolo entre el río San Francisco y Vicachá, donde la cosa se pone aún más complicada.
Finalmente, el grupo Rescate #1, liderado por el bombero Ronaldo Méndez –ese mae sí que tiene agallas–, encontró a Tenzing. Lo describen demacrado, con deshidratación, hipotermia y una lastimadita en la pierna. ¡Imagínense el alivio! Después de tres días, tenerlo a buen resguardo, ver que estaba vivo... Debe haber sido una explosión de emociones. Le dieron primeros auxilios rápido y directo, porque ya necesitaba hidratación y calorcito urgente.
Y aquí viene la parte que me dejó con la boca abierta: el emotivísimo encuentro entre Tenzing y Ronaldo. Una foto que dio la vuelta al mundo: el turista tendiéndole la mano al bombero, diciéndole esas palabras sencillas pero tan poderosas: 'Gracias por no rendirse'. ¡Qué brisa! Te da escalofríos pensar en la conexión humana que se generó ahí mismo, en medio de la montaña. Demuestra que, a pesar de todo, todavía existe mucha bondad en el mundo.
Pero esto no fue obra de magia, eh. Requiere de un esfuerzo coordinado entre varias instituciones: Bomberos, policía, ejército, defensa civil, Ponalsar, secretaría de salud… Todos trabajando codo a codo, apoyándose mutuamente. Además, utilizaron drones, perros rastreadores, ¡hasta el helicóptero Halcón! Todo para cubrir la mayor área posible y aumentar las posibilidades de éxito. Ese sí que es trabajo en equipo, ¡a todo dar!
La historia de Tenzing ha resonado por todas partes, convirtiéndose en un faro de esperanza y un recordatorio de la importancia de valorar a nuestros cuerpos de emergencia. Son ellos los que están siempre ahí, dispuestos a arriesgar sus vidas para salvar a otros. Este tipo de hechos nos recuerdan que detrás de cada número, de cada informe, hay historias humanas reales, llenas de emoción y valentía. Nos hace sentir orgullosos de ser ticos, de nuestro sentido de comunidad y de nuestra capacidad de ayudar al prójimo, venga de donde venga.
En fin, un final feliz con sabor a adrenalina y agradecimiento. Pero dime tú, ¿crees que deberíamos invertir más en programas de preparación para turistas que visitan áreas remotas de Costa Rica, para evitar situaciones como esta en el futuro?
