¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez con propuestas ambiciosas en campaña. Ariel Robles, del Frente Amplio, anda soltando ideas que le quieren apostar a los Gay Games 2030 pa' poner a Costa Rica en el mapa mundial. Dicen que esto va a activar la economía y celebrar los 10 años del matrimonio igualitario. Suena bonito en teoría, ¿verdad?
La propuesta está dentro de su plan de gobierno, que bautizaron “Justicia, solidaridad y desarrollo: Un país para su gente”. Ahí explican que, además de darle la bienvenida a deportistas LGBTIQ+, buscan activamente diversificar la ‘marca país’ y fortalecer nuestra imagen como destino turístico inclusivo. ¿Será que finalmente estamos entendiendo que el turismo diverso puede ser oro puro?
Pero no es solo querer tener los Gay Games, sino que tienen toda una estrategia detrás. Piensan crear un “Día del Deporte Diverso” cada 19 de febrero para promover organizaciones deportivas con enfoque en diversidad. Involucrando a TODAS las instituciones: ICODER, Comité Olímpico, cantones… ¡hasta las federaciones! Que se pongan las pilas, porque parece que quieren meterle caña a este brete.
Y hablando de caña, el tema del financiamiento tampoco quedó librado al azar. Proponen convenios público-privados, buscando que empresas apoyen el deporte para la comunidad LGBTQ+. Además, van a echar mano de financiamiento internacional. Eso sí, a ver si logran conseguirlo, porque eso es un poco complicado, ¿no creen? Hay que saber bien cómo vender el paquete.
Ahora, la pregunta clave es si realmente esto tendrá el impacto económico que prometen. Algunos expertos dicen que organizar un evento de esta magnitud puede significar una inyección importante de divisas, generando empleos y promoviendo el turismo. Otros, más escépticos, señalan que los costos pueden ser muy altos y que hay otros temas más urgentes que atender en la economía nacional. ¿Será una prioridad justificada o una distracción costosa?
Analicemos un poco la logística. Organizar los Gay Games implica construir instalaciones deportivas adecuadas, garantizar la seguridad de los participantes y visitantes, y coordinar una gran cantidad de servicios. Todo esto requiere una inversión considerable y una planificación meticulosa. Además, tenemos que pensar en la aceptación social. Aunque hemos avanzado mucho en materia de derechos LGTBIQ+, todavía existen prejuicios y discriminación. ¿Estamos listos culturalmente para recibir a miles de personas de diferentes partes del mundo?
La verdad, me da un poquito de cosita cuando veo estas promesas tan grandilocuentes en medio de una campaña electoral. Uno recuerda otras veces que nos han vendido humo y nunca cumplieron. Pero, a pesar de todo, no puedo negar que la idea tiene potencial. Si se hace bien, podría ser una oportunidad única para proyectar una imagen positiva de Costa Rica y atraer inversiones extranjeras. Si no... pues ahí la tenemos, otro proyecto que se va al traste.
Así que, mi pana, dime tú: ¿crees que postular a Costa Rica como sede de los Gay Games 2030 es una jugada maestra para impulsar la marca país, o es un lujo innecesario en tiempos de crisis económica? ¿Deberíamos priorizar este tipo de proyectos o enfocarnos en solucionar problemas más apremiantes para la mayoría de los costarricenses?
La propuesta está dentro de su plan de gobierno, que bautizaron “Justicia, solidaridad y desarrollo: Un país para su gente”. Ahí explican que, además de darle la bienvenida a deportistas LGBTIQ+, buscan activamente diversificar la ‘marca país’ y fortalecer nuestra imagen como destino turístico inclusivo. ¿Será que finalmente estamos entendiendo que el turismo diverso puede ser oro puro?
Pero no es solo querer tener los Gay Games, sino que tienen toda una estrategia detrás. Piensan crear un “Día del Deporte Diverso” cada 19 de febrero para promover organizaciones deportivas con enfoque en diversidad. Involucrando a TODAS las instituciones: ICODER, Comité Olímpico, cantones… ¡hasta las federaciones! Que se pongan las pilas, porque parece que quieren meterle caña a este brete.
Y hablando de caña, el tema del financiamiento tampoco quedó librado al azar. Proponen convenios público-privados, buscando que empresas apoyen el deporte para la comunidad LGBTQ+. Además, van a echar mano de financiamiento internacional. Eso sí, a ver si logran conseguirlo, porque eso es un poco complicado, ¿no creen? Hay que saber bien cómo vender el paquete.
Ahora, la pregunta clave es si realmente esto tendrá el impacto económico que prometen. Algunos expertos dicen que organizar un evento de esta magnitud puede significar una inyección importante de divisas, generando empleos y promoviendo el turismo. Otros, más escépticos, señalan que los costos pueden ser muy altos y que hay otros temas más urgentes que atender en la economía nacional. ¿Será una prioridad justificada o una distracción costosa?
Analicemos un poco la logística. Organizar los Gay Games implica construir instalaciones deportivas adecuadas, garantizar la seguridad de los participantes y visitantes, y coordinar una gran cantidad de servicios. Todo esto requiere una inversión considerable y una planificación meticulosa. Además, tenemos que pensar en la aceptación social. Aunque hemos avanzado mucho en materia de derechos LGTBIQ+, todavía existen prejuicios y discriminación. ¿Estamos listos culturalmente para recibir a miles de personas de diferentes partes del mundo?
La verdad, me da un poquito de cosita cuando veo estas promesas tan grandilocuentes en medio de una campaña electoral. Uno recuerda otras veces que nos han vendido humo y nunca cumplieron. Pero, a pesar de todo, no puedo negar que la idea tiene potencial. Si se hace bien, podría ser una oportunidad única para proyectar una imagen positiva de Costa Rica y atraer inversiones extranjeras. Si no... pues ahí la tenemos, otro proyecto que se va al traste.
Así que, mi pana, dime tú: ¿crees que postular a Costa Rica como sede de los Gay Games 2030 es una jugada maestra para impulsar la marca país, o es un lujo innecesario en tiempos de crisis económica? ¿Deberíamos priorizar este tipo de proyectos o enfocarnos en solucionar problemas más apremiantes para la mayoría de los costarricenses?
