¡Ay, Dios mío! La Ruta 32 sigue cerrada, mándale fe al bolsillo porque parece que vamos a estar así por un buen rato. El MOPT, bueno, ya saben cómo son, dieron el anuncio oficial hoy temprano: nada de abrirla todavía. Nos tienen atrapados entre San José y Limón como sardinas en lata, y eso que dicen que van a hacer una nueva evaluación técnica este jueves. ¡Un chino!
La cosa es que desde hace semanas la carretera está dando problemas, deslizamientos acá, derrumbes allá... Un brete completo. Los expertos, esos que siempre aparecen después de que la vaca lechera se secó, recomiendan mantenerlo cerrado hasta que se aseguren de que el suelo esté estable. Dicen que la lluvia ha hecho un daño tremendo y que cualquier intento de abrirla ahora podría ser peor.
El Consejo Nacional de Vialidad (CONAVI), esos que deberían estar cuidando nuestras carreteras, también dieron su opinión. Básicamente, dijeron lo mismo: paciencia, que están trabajando, pero que no pueden dar una fecha concreta para la reapertura. ¡Qué te digo! No dan juego estos señores. Uno piensa que si saben qué está pasando, deberían poder decirnos cuándo podemos movernos tranquilos.
Imagínate la bronca para los transportistas, los fruteros, los que tienen que llevar productos frescos al norte… ¡Un desastre! Las pérdidas económicas deben ser enormes. Y ni hablemos de los turistas, que llegan al país buscando aventura y se encuentran con esto. Ya me imagino las caras largas en los hoteles de Puerto Viejo. ¡Qué pena ajena!
Ahora bien, ¿qué estamos haciendo nosotros, la gente común? Bueno, muchos optando por rutas alternativas, pero esas son aún peores, llenas de baches y curvas peligrosas. Otros, resignándose a esperar, mientras tanto tratando de buscar opciones de transporte terrestre o incluso vuelos internos. Pero eso, como ya imaginarás, cuesta un ojo de la cara. ¡Una verdadera torta!
Lo que más preocupa es que esto no es la primera vez que pasa. La Ruta 32 siempre ha sido un problema, y año tras año seguimos sufriendo las consecuencias de la falta de mantenimiento y planificación. Parece que nos esperan a que ocurran tragedias para luego reaccionar. ¡Qué poca previsión!
Algunos políticos, claro, ya están sacando pecho y prometiendo soluciones mágicas. “Vamos a invertir”, “vamos a mejorar”, “vamos a construir…” El discurso de siempre, ¿verdad? Pero la realidad es que necesitamos acciones concretas, no más promesas vacías. Que empiecen a trabajar de verdad y a darle solución a este problema de una vez por todas. Porque la paciencia, como dicen por ahí, también tiene límites. Y esta vaya ya está reventando.
En fin, la situación es complicada, y no hay una solución fácil a la vista. Mientras tanto, toca esperar y seguir informándonos. ¿Ustedes creen que el gobierno debería declarar emergencia nacional por esta crisis en la movilidad o simplemente es otra vara más que tenemos que aguantar en este país?
La cosa es que desde hace semanas la carretera está dando problemas, deslizamientos acá, derrumbes allá... Un brete completo. Los expertos, esos que siempre aparecen después de que la vaca lechera se secó, recomiendan mantenerlo cerrado hasta que se aseguren de que el suelo esté estable. Dicen que la lluvia ha hecho un daño tremendo y que cualquier intento de abrirla ahora podría ser peor.
El Consejo Nacional de Vialidad (CONAVI), esos que deberían estar cuidando nuestras carreteras, también dieron su opinión. Básicamente, dijeron lo mismo: paciencia, que están trabajando, pero que no pueden dar una fecha concreta para la reapertura. ¡Qué te digo! No dan juego estos señores. Uno piensa que si saben qué está pasando, deberían poder decirnos cuándo podemos movernos tranquilos.
Imagínate la bronca para los transportistas, los fruteros, los que tienen que llevar productos frescos al norte… ¡Un desastre! Las pérdidas económicas deben ser enormes. Y ni hablemos de los turistas, que llegan al país buscando aventura y se encuentran con esto. Ya me imagino las caras largas en los hoteles de Puerto Viejo. ¡Qué pena ajena!
Ahora bien, ¿qué estamos haciendo nosotros, la gente común? Bueno, muchos optando por rutas alternativas, pero esas son aún peores, llenas de baches y curvas peligrosas. Otros, resignándose a esperar, mientras tanto tratando de buscar opciones de transporte terrestre o incluso vuelos internos. Pero eso, como ya imaginarás, cuesta un ojo de la cara. ¡Una verdadera torta!
Lo que más preocupa es que esto no es la primera vez que pasa. La Ruta 32 siempre ha sido un problema, y año tras año seguimos sufriendo las consecuencias de la falta de mantenimiento y planificación. Parece que nos esperan a que ocurran tragedias para luego reaccionar. ¡Qué poca previsión!
Algunos políticos, claro, ya están sacando pecho y prometiendo soluciones mágicas. “Vamos a invertir”, “vamos a mejorar”, “vamos a construir…” El discurso de siempre, ¿verdad? Pero la realidad es que necesitamos acciones concretas, no más promesas vacías. Que empiecen a trabajar de verdad y a darle solución a este problema de una vez por todas. Porque la paciencia, como dicen por ahí, también tiene límites. Y esta vaya ya está reventando.
En fin, la situación es complicada, y no hay una solución fácil a la vista. Mientras tanto, toca esperar y seguir informándonos. ¿Ustedes creen que el gobierno debería declarar emergencia nacional por esta crisis en la movilidad o simplemente es otra vara más que tenemos que aguantar en este país?
