Maes, a veces uno cree que ha visto todo, pero hay historias que simplemente se escriben solas. Imagínense la vara: un mae viene en un avión, deportado de Estados Unidos. Me lo imagino viendo por la ventana, pensando "diay, por lo menos ya salí de una, ahora a ver qué en Tiquicia". El avión aterriza en el Juan Santamaría, el compa se baja, respira el airecito de Alajuela y cuando va pasando por migración, ¡sorpresa! No lo espera la familia con un chifrijo, sino los agentes del OIJ con un par de esposas bien puestas. ¡Qué torta para el mae! Justo cuando pensaba que se le había acabado un problema, le cayó encima uno todavía más grande y con sello nacional.
El protagonista de esta tragicomedia es un sujeto de apellido Sandí, de 34 años. Y para que quede claro, el muchacho no andaba recogiendo flores. Tenía una orden de captura emitida desde 2021 por el Juzgado Penal de Puntarenas. Los cargos no son cualquier chunche: Infracción a la Ley de Psicotrópicos y Robo Agravado. O sea, el mae no solo estaba en la lista de los que se portan mal, sino que estaba en la sección VIP. La ironía es que lo agarran justo después de haber terminado de "pagar" por otros asuntos en una cárcel gringa. Es como salir de un examen final pensando que ya pasaste el año, y en la puerta te entregan la convocatoria para la ampliación que debías desde hace tres años.
Ahora, que nadie piense que esto fue pura casualidad o que el mae es el más salado del planeta. Aquí se nota que hubo un brete de coordinación que funcionó como un relojito suizo. La gente de Interpol San José se puso las pilas y estuvo en comunicación directa con las autoridades de Estados Unidos. Básicamente, la conversación debió ser algo como: "Mae, ¿ya casi termina ese muchacho allá? Buenísimo, porque aquí le tenemos guardado un campito por 8 años más. Apenas lo monten en el avión, nos avisan para irle poniendo el café". Esto demuestra que cuando las instituciones quieren, pueden trabajar juntas para que a nadie se le olvide que tiene cuentas pendientes en casa.
El operativo fue limpio y sin mucho escándalo, justo al mediodía de este lunes. A las 12:35 p.m., el sueño de libertad de Sandí se fue al traste oficialmente. Lo detuvieron ahí mismo en el aeropuerto y de una vez lo pusieron a la orden de la autoridad judicial que lo andaba buscando en el Puerto. Se acabó el viaje. Ahora le toca cambiar el P.O. Box por una dirección en alguna de las cárceles del país para cumplir su condena de 8 años. Pasó de un sistema penitenciario a otro sin escalas, un verdadero "tour carcelario" internacional que seguramente no estaba en sus planes de vida.
Esta noticia me deja pensando en varias cosas. Por un lado, da cierta tranquilidad ver que el sistema funciona y que la gente que debe algo a la justicia, tarde o temprano, termina enfrentándola. No hay escondite eterno. Pero por otro, ¡qué historia! Es el guion perfecto para una película de humor negro. Ahora la pregunta del millón, ¿qué piensan ustedes de estas varas? ¿Les da una sensación de que "al que la debe, la paga" y el sistema, aunque lento, es implacable? ¿O creen que el mae simplemente tuvo una racha de mala suerte nivel leyenda? Los leo, maes.
El protagonista de esta tragicomedia es un sujeto de apellido Sandí, de 34 años. Y para que quede claro, el muchacho no andaba recogiendo flores. Tenía una orden de captura emitida desde 2021 por el Juzgado Penal de Puntarenas. Los cargos no son cualquier chunche: Infracción a la Ley de Psicotrópicos y Robo Agravado. O sea, el mae no solo estaba en la lista de los que se portan mal, sino que estaba en la sección VIP. La ironía es que lo agarran justo después de haber terminado de "pagar" por otros asuntos en una cárcel gringa. Es como salir de un examen final pensando que ya pasaste el año, y en la puerta te entregan la convocatoria para la ampliación que debías desde hace tres años.
Ahora, que nadie piense que esto fue pura casualidad o que el mae es el más salado del planeta. Aquí se nota que hubo un brete de coordinación que funcionó como un relojito suizo. La gente de Interpol San José se puso las pilas y estuvo en comunicación directa con las autoridades de Estados Unidos. Básicamente, la conversación debió ser algo como: "Mae, ¿ya casi termina ese muchacho allá? Buenísimo, porque aquí le tenemos guardado un campito por 8 años más. Apenas lo monten en el avión, nos avisan para irle poniendo el café". Esto demuestra que cuando las instituciones quieren, pueden trabajar juntas para que a nadie se le olvide que tiene cuentas pendientes en casa.
El operativo fue limpio y sin mucho escándalo, justo al mediodía de este lunes. A las 12:35 p.m., el sueño de libertad de Sandí se fue al traste oficialmente. Lo detuvieron ahí mismo en el aeropuerto y de una vez lo pusieron a la orden de la autoridad judicial que lo andaba buscando en el Puerto. Se acabó el viaje. Ahora le toca cambiar el P.O. Box por una dirección en alguna de las cárceles del país para cumplir su condena de 8 años. Pasó de un sistema penitenciario a otro sin escalas, un verdadero "tour carcelario" internacional que seguramente no estaba en sus planes de vida.
Esta noticia me deja pensando en varias cosas. Por un lado, da cierta tranquilidad ver que el sistema funciona y que la gente que debe algo a la justicia, tarde o temprano, termina enfrentándola. No hay escondite eterno. Pero por otro, ¡qué historia! Es el guion perfecto para una película de humor negro. Ahora la pregunta del millón, ¿qué piensan ustedes de estas varas? ¿Les da una sensación de que "al que la debe, la paga" y el sistema, aunque lento, es implacable? ¿O creen que el mae simplemente tuvo una racha de mala suerte nivel leyenda? Los leo, maes.