¡Ay, Dios mío, qué bronca! La cosa está que arde en el mundo de la radio nacional. Resulta que la Sala Cuatro del Tribunal Constitucional agarró el caso de la subasta de frecuencias de la Sutel y le puso el turbo a todo. Ahora, el gobierno tendrá apenas tres días – ¡sí, tres días, mae! – para justificar por qué este nuevo modelo de cobro no está armando un maje a todas las estaciones de radio pequeñas y comunitarias del país.
Para refrescarles la memoria, la Sutel lanzó esta subasta en septiembre pasado con la promesa de modernizar el espectro radioeléctrico, pero muchos aseguran que esto es pura gallina ciega para favorecer a los peces gordos. El recurso de amparo, interpuesto por un usuario directo de estos servicios, clama que la Sutel está poniendo más peso al bolsillo que a la calidad del contenido o la importancia cultural de los medios.
Según el demandante, la Sutel diseñó un sistema que básicamente dice: 'Si no tienes lana, te vas'. Montos base elevados y criterios de asignación que parecen sacados de otro planeta están haciendo que los medios más humildes, esos que dan voz a las comunidades campesinas y a las expresiones religiosas locales, ni siquiera puedan soñar con participar. ¡Imagínate, mae!, los dejan afuera sin siquiera darle la oportunidad de competir. Esto podría significar un apagón mediático en muchas partes del país.
Y no es solo un recurso aislado, diay. La Sala Cuatro tiene encima otros dos expedientes similares esperando su turno, todos apuntando al mismo problema: ¿está la Sutel jugando limpio o quiere acaparar el control informativo?
Esta situación levanta banderas rojas porque habla de una posible concentración de poder mediático en pocas manos, algo que va en contra de toda la idea de pluralismo e independencia que siempre hemos defendido. Como bien dicen, 'dinero sobre pluralismo' – y eso no le pega nada a un país que se jacta de ser una democracia vibrante.
Ahora, el gobierno tiene la pelota en su tejado. Tres días para convencer a los magistrados de que no están tratando de hacerle la cama a las radios chicas. Tienen que demostrar que este modelo no es un plan maquiavélico para silenciar voces disidentes y dejar solo los megamedia dominando la conversación. ¡Es hora de poner las cartas sobre la mesa!
Esto, amigos míos, pinta para un capítulo interesante en la historia de los medios de comunicación en Costa Rica. Dependiendo de cómo resuelva la Sala Cuatro, podríamos ver un panorama mediático radicalmente diferente en los próximos años. Desde luego, hay mucha preocupación entre los dueños de las emisoras más pequeñas; temen perder sus espacios y, peor aún, desaparecer del aire.
En fin, la subasta quedó parada, al menos temporalmente, mientras la justicia hace su labor. Pero la pregunta que queda en el aire es: ¿Será suficiente este freno para proteger la diversidad de voces en nuestro país, o estamos frente a un cambio irreversible en el ecosistema mediático costarricense? ¿Creen que el gobierno realmente cambiará su estrategia, o intentará seguir adelante con el plan original a pesar de las objeciones?
Para refrescarles la memoria, la Sutel lanzó esta subasta en septiembre pasado con la promesa de modernizar el espectro radioeléctrico, pero muchos aseguran que esto es pura gallina ciega para favorecer a los peces gordos. El recurso de amparo, interpuesto por un usuario directo de estos servicios, clama que la Sutel está poniendo más peso al bolsillo que a la calidad del contenido o la importancia cultural de los medios.
Según el demandante, la Sutel diseñó un sistema que básicamente dice: 'Si no tienes lana, te vas'. Montos base elevados y criterios de asignación que parecen sacados de otro planeta están haciendo que los medios más humildes, esos que dan voz a las comunidades campesinas y a las expresiones religiosas locales, ni siquiera puedan soñar con participar. ¡Imagínate, mae!, los dejan afuera sin siquiera darle la oportunidad de competir. Esto podría significar un apagón mediático en muchas partes del país.
Y no es solo un recurso aislado, diay. La Sala Cuatro tiene encima otros dos expedientes similares esperando su turno, todos apuntando al mismo problema: ¿está la Sutel jugando limpio o quiere acaparar el control informativo?
Esta situación levanta banderas rojas porque habla de una posible concentración de poder mediático en pocas manos, algo que va en contra de toda la idea de pluralismo e independencia que siempre hemos defendido. Como bien dicen, 'dinero sobre pluralismo' – y eso no le pega nada a un país que se jacta de ser una democracia vibrante.
Ahora, el gobierno tiene la pelota en su tejado. Tres días para convencer a los magistrados de que no están tratando de hacerle la cama a las radios chicas. Tienen que demostrar que este modelo no es un plan maquiavélico para silenciar voces disidentes y dejar solo los megamedia dominando la conversación. ¡Es hora de poner las cartas sobre la mesa!
Esto, amigos míos, pinta para un capítulo interesante en la historia de los medios de comunicación en Costa Rica. Dependiendo de cómo resuelva la Sala Cuatro, podríamos ver un panorama mediático radicalmente diferente en los próximos años. Desde luego, hay mucha preocupación entre los dueños de las emisoras más pequeñas; temen perder sus espacios y, peor aún, desaparecer del aire.
En fin, la subasta quedó parada, al menos temporalmente, mientras la justicia hace su labor. Pero la pregunta que queda en el aire es: ¿Será suficiente este freno para proteger la diversidad de voces en nuestro país, o estamos frente a un cambio irreversible en el ecosistema mediático costarricense? ¿Creen que el gobierno realmente cambiará su estrategia, o intentará seguir adelante con el plan original a pesar de las objeciones?