Maes, pónganse cómodos porque el novelón por la subdirección del OIJ está mejor que cualquier serie de Netflix. Resulta que, tras la salida definitiva de Gerald Campos, se abrió la plaza y, ¡sorpresa!, 43 personas levantaron la mano diciendo “¡yo quiero ese brete!”. Así como lo oyen, 43. Hay más gente pulseando ese puesto que en la fila para el marchamo en diciembre. Pero claro, esta no es cualquier silla la que está en juego; es la que calentaba el ahora Ministro de Justicia, quien la dejó para no soltar su tan preciada inmunidad.
Vamos por partes, porque aquí es donde la vara se pone color de hormiga. Recordemos el despiche: Gerald Campos, que tenía su plaza fija como subdirector, pidió un permiso para irse de ministro con el gobierno de Chaves. Todo bien, se lo dieron. Pero el permiso se vencía y necesitaba prórroga. La Corte Plena, en un giro de guion inesperado, le dijo que nanay, que ya mucho. ¿Qué hizo Campos? A los dos días, en lugar de volver a su puesto en el OIJ, presentó la renuncia definitiva. ¡Qué torta! Una jugada maestra para blindarse con el fuero de ministro y evitar que la causa penal que tiene pendiente le caiga encima como un baldazo de agua fría. Seamos claros, el mae prefirió aferrarse a la inmunidad que volver a la institución que lo formó. Cada quien con sus prioridades, supongo.
Ahora, con esa silla vacía, tenemos un desfile de 43 aspirantes. La lista es un arroz con mango: hay gente de la casa, nombres conocidos y otros que uno en la vida había escuchado. Por ahí anda Michael Soto, el que quedó de interino y que antes era el jefe de Planes y Operaciones. O sea, el mae ya está probando el escritorio, a ver si le queda cómodo. Pero la competencia está ruda. La Dirección de Gestión Humana tiene ahora el brete de empezar a pasar el colador, a ver quién cumple con los requisitos mínimos y quién se queda en el camino. Es un proceso largo y lleno de papeleo, un filtro para quitar la paja del grano antes de que la lista final llegue a los meros meros.
Y es que al final del día, la decisión no la toma un departamento de recursos humanos con una dinámica de grupo. No, señor. La papa caliente la tiene la Corte Plena. Los magistrados de la Corte Suprema de Justicia son los que van a tener que sentarse, analizar los perfiles y decir: “es usted”. La presión que tienen es gigante, sobre todo después del numerito de Campos. La credibilidad del OIJ y del propio Poder Judicial está en juego. Necesitan a alguien que no solo sea un carga en lo técnico y en investigación, sino que también tenga una brújula moral que apunte siempre al norte, sin desvíos políticos ni personales. Tienen que escoger a alguien con la piel gruesa para aguantar la presión y con la visión para liderar en tiempos convulsos.
Así que el escenario está montado. Tenemos una vacante crítica, un predecesor que salió por la puerta de atrás para protegerse con un escudo político, y una lista de 43 candidatos esperando la bendición de los magistrados. La pregunta es si la Corte escogerá por atestados y capacidad, o si pesarán más las influencias y los padrinos. El futuro de la investigación judicial en el país depende, en buena parte, de esta elección. Esperemos que no se jalen otra torta y que escojan a la persona correcta para un puesto que hoy, más que nunca, necesita a un líder intachable.
Diay, maes, ahora les toca a ustedes. Viendo este panorama, ¿qué opinan? ¿Creen que la Corte Plena escogerá al más carga y con la ficha más limpia, o terminará siendo un nombramiento político más? ¡Abro el debate!
Vamos por partes, porque aquí es donde la vara se pone color de hormiga. Recordemos el despiche: Gerald Campos, que tenía su plaza fija como subdirector, pidió un permiso para irse de ministro con el gobierno de Chaves. Todo bien, se lo dieron. Pero el permiso se vencía y necesitaba prórroga. La Corte Plena, en un giro de guion inesperado, le dijo que nanay, que ya mucho. ¿Qué hizo Campos? A los dos días, en lugar de volver a su puesto en el OIJ, presentó la renuncia definitiva. ¡Qué torta! Una jugada maestra para blindarse con el fuero de ministro y evitar que la causa penal que tiene pendiente le caiga encima como un baldazo de agua fría. Seamos claros, el mae prefirió aferrarse a la inmunidad que volver a la institución que lo formó. Cada quien con sus prioridades, supongo.
Ahora, con esa silla vacía, tenemos un desfile de 43 aspirantes. La lista es un arroz con mango: hay gente de la casa, nombres conocidos y otros que uno en la vida había escuchado. Por ahí anda Michael Soto, el que quedó de interino y que antes era el jefe de Planes y Operaciones. O sea, el mae ya está probando el escritorio, a ver si le queda cómodo. Pero la competencia está ruda. La Dirección de Gestión Humana tiene ahora el brete de empezar a pasar el colador, a ver quién cumple con los requisitos mínimos y quién se queda en el camino. Es un proceso largo y lleno de papeleo, un filtro para quitar la paja del grano antes de que la lista final llegue a los meros meros.
Y es que al final del día, la decisión no la toma un departamento de recursos humanos con una dinámica de grupo. No, señor. La papa caliente la tiene la Corte Plena. Los magistrados de la Corte Suprema de Justicia son los que van a tener que sentarse, analizar los perfiles y decir: “es usted”. La presión que tienen es gigante, sobre todo después del numerito de Campos. La credibilidad del OIJ y del propio Poder Judicial está en juego. Necesitan a alguien que no solo sea un carga en lo técnico y en investigación, sino que también tenga una brújula moral que apunte siempre al norte, sin desvíos políticos ni personales. Tienen que escoger a alguien con la piel gruesa para aguantar la presión y con la visión para liderar en tiempos convulsos.
Así que el escenario está montado. Tenemos una vacante crítica, un predecesor que salió por la puerta de atrás para protegerse con un escudo político, y una lista de 43 candidatos esperando la bendición de los magistrados. La pregunta es si la Corte escogerá por atestados y capacidad, o si pesarán más las influencias y los padrinos. El futuro de la investigación judicial en el país depende, en buena parte, de esta elección. Esperemos que no se jalen otra torta y que escojan a la persona correcta para un puesto que hoy, más que nunca, necesita a un líder intachable.
Diay, maes, ahora les toca a ustedes. Viendo este panorama, ¿qué opinan? ¿Creen que la Corte Plena escogerá al más carga y con la ficha más limpia, o terminará siendo un nombramiento político más? ¡Abro el debate!