¡Ay, Dios mío! La novela de Eduardo “Pana” Martínez Madrigal, mano derecha de Michael “Shaggy” Quesada Meléndez, sigue sin final. Este señor, que anda fogueándose de las manos de la OIJ desde noviembre pasado, parece haberse convertido en el juego del gato y el ratón con las autoridades. Lo buscaban por toda la zona sur, en San Vito precisamente, pero al parecer Pana es más rápido que un puma en la montaña.
Para ponerlos al día, Pana es pieza clave en la banda de Shaggy, encargándose de tomar decisiones importantes y, según el expediente del Caso Los Leones, hasta de administrar unos puntos de venta de... ya saben qué, para mantener el control en el sector de León XIII. Imagínense la bronca que le deben estar metiendo los fiscales para agarrarle. Entre lo que hace y lo que dice, este señor anda bien complicado, diay.
Y ahora resulta que, mientras tanto, este tipejo estaba tratando de venderle la casa a alguien. Una mansión de lujo, ubicada en Las Cruces de San Pablo de Heredia, valorada en un millón de dólares. Sí, así aman, ¡un millón de billetes verdes! Con dos piscinas temperadas, un rancho pa’ las parrandas, cancha de baloncesto, gimnasio… ¡hasta cámaras de seguridad por todos lados! Era pa’ vivirla como rey, literalmente.
Lo más curioso es que anunciaron la propiedad en Facebook y unas páginas de bienes raíces justo antes de los allanamientos, buscando comprador con urgencia, según cuentan los rumores. Parece que Pana sabía que las cosas se le estaban poniendo feas y quería deshacerse de sus propiedades rapidito. Un poco tarde, diríamos nosotros, porque ahora andan reventando la búsqueda para encontrarlo y llevarlo preso.
No es ningún secreto que Shaggy y Pana tienen conexiones internacionales. Según el expediente, estos dos mae viajaron varias veces a Europa juntos, mostrando un poder adquisitivo que levanta sospechas. Y hablando de casos turbios, no olvidemos que Pana podría estar involucrado en la desaparición de Tiffany María Montaño Aragón, un caso que dejó a muchos ticos con la boca abierta. Se cree que la mataron pensando que ella estaba coludida con un atentado en contra del hermano de Shaggy, alias Mongo. ¡Qué macabra vaina!
Ahora, entre otras cositas, se sabe que Pana declaraba como propietario de unas pulperías en León XIII. Esto le permitía lavar plata y seguir operando sin levantar muchas sospechas, aunque eso sí, utilizando los recursos de Shaggy. Así, jugándole sucio a la ley y aprovechándose del sistema para mantener su estilo de vida. Pero bueno, dicen que a nadie le gusta trabajar duro, ¿verdad?
Mientras tanto, Shaggy lleva ya un año cumpliendo pena preventiva, esperando a que lo juzguen por todos sus delitos. Y Pana, desaparecido, convirtiéndose en un fantasma que burla a la policía. Un verdadero escape artista, vamos. Y lo peor es que con toda esta plata que anda moviendo, seguramente tiene un abogado excelente que le está sacando clavos. ¡Menuda bronca!
En fin, la historia de Pana y Shaggy es un claro ejemplo de cómo el crimen organizado puede prosperar en nuestro país. ¿Será que las autoridades lograrán capturar a Pana antes de que siga haciendo daño o seguirá huyendo como si nada? ¿Ustedes creen que este caso revela fallas en el sistema de justicia costarricense que debemos abordar urgentemente, o simplemente estamos ante un caso aislado de individuos particularmente astutos?
Para ponerlos al día, Pana es pieza clave en la banda de Shaggy, encargándose de tomar decisiones importantes y, según el expediente del Caso Los Leones, hasta de administrar unos puntos de venta de... ya saben qué, para mantener el control en el sector de León XIII. Imagínense la bronca que le deben estar metiendo los fiscales para agarrarle. Entre lo que hace y lo que dice, este señor anda bien complicado, diay.
Y ahora resulta que, mientras tanto, este tipejo estaba tratando de venderle la casa a alguien. Una mansión de lujo, ubicada en Las Cruces de San Pablo de Heredia, valorada en un millón de dólares. Sí, así aman, ¡un millón de billetes verdes! Con dos piscinas temperadas, un rancho pa’ las parrandas, cancha de baloncesto, gimnasio… ¡hasta cámaras de seguridad por todos lados! Era pa’ vivirla como rey, literalmente.
Lo más curioso es que anunciaron la propiedad en Facebook y unas páginas de bienes raíces justo antes de los allanamientos, buscando comprador con urgencia, según cuentan los rumores. Parece que Pana sabía que las cosas se le estaban poniendo feas y quería deshacerse de sus propiedades rapidito. Un poco tarde, diríamos nosotros, porque ahora andan reventando la búsqueda para encontrarlo y llevarlo preso.
No es ningún secreto que Shaggy y Pana tienen conexiones internacionales. Según el expediente, estos dos mae viajaron varias veces a Europa juntos, mostrando un poder adquisitivo que levanta sospechas. Y hablando de casos turbios, no olvidemos que Pana podría estar involucrado en la desaparición de Tiffany María Montaño Aragón, un caso que dejó a muchos ticos con la boca abierta. Se cree que la mataron pensando que ella estaba coludida con un atentado en contra del hermano de Shaggy, alias Mongo. ¡Qué macabra vaina!
Ahora, entre otras cositas, se sabe que Pana declaraba como propietario de unas pulperías en León XIII. Esto le permitía lavar plata y seguir operando sin levantar muchas sospechas, aunque eso sí, utilizando los recursos de Shaggy. Así, jugándole sucio a la ley y aprovechándose del sistema para mantener su estilo de vida. Pero bueno, dicen que a nadie le gusta trabajar duro, ¿verdad?
Mientras tanto, Shaggy lleva ya un año cumpliendo pena preventiva, esperando a que lo juzguen por todos sus delitos. Y Pana, desaparecido, convirtiéndose en un fantasma que burla a la policía. Un verdadero escape artista, vamos. Y lo peor es que con toda esta plata que anda moviendo, seguramente tiene un abogado excelente que le está sacando clavos. ¡Menuda bronca!
En fin, la historia de Pana y Shaggy es un claro ejemplo de cómo el crimen organizado puede prosperar en nuestro país. ¿Será que las autoridades lograrán capturar a Pana antes de que siga haciendo daño o seguirá huyendo como si nada? ¿Ustedes creen que este caso revela fallas en el sistema de justicia costarricense que debemos abordar urgentemente, o simplemente estamos ante un caso aislado de individuos particularmente astutos?