Maes, pónganse cómodos porque esta vara se puso buena. Parece que Natalia Díaz, la candidata de Unidos Podemos, se levantó un día y decidió que ya estaba bueno de que el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) ande en la libre. Sin pelos en la lengua, la mae salió a decir lo que un montón de gente piensa por lo bajo: que el INA, como está, es un chunche viejo que necesita una sacudida de las buenas, pero “sin excusas”. Y diay, cuando uno ve los números y las historias de la gente, cuesta no darle la razón en algunas cosas.
El meollo del asunto, según Díaz, es que el INA vive en una realidad paralela. La candidata fue directa al grano: habló de cursos que suenan a la época en que uno usaba enciclopedia para hacer las tareas, de horarios que solo le sirven al que no trabaja ni estudia, y de una desconexión total con lo que las empresas de verdad andan buscando. Su argumento es simple y casi de sentido común: ¿de qué sirve sacar un título si al final no te sirve ni para conseguir una entrevista de brete? Es como comprar un mapa de San José de 1980 para manejar hoy. Sencillamente, no funciona.
Pero aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. La crítica más fuerte, la que de verdad calienta, fue cuando soltó la bomba del billete. Según Díaz, el INA está sentado sobre un superávit de $350 millones. ¡Trescientos cincuenta melones de dólares! Mientras miles de jóvenes andan viendo a ver qué hacen con su vida, sin plata para estudiar o pulseándola para conseguir un brete decente, la institución tiene esa fortuna guardada. "No puede ser que el INA tenga ese dinero guardado mientras la gente está sin oportunidades", dijo, y remató con una frase que es un gancho al hígado: "No puede seguir estafando a la gente". ¡Qué torta! Es que, viéndolo así, suena a que se jalaron una torta monumental en la administración de esa plata.
Claro, no todo es tirar piedra. Díaz también puso sobre la mesa su plan para arreglar este despiche. La propuesta es amarrar al INA directamente con el sector privado. ¿Que una empresa de software necesita 50 programadores en Python? ¡Pum! El INA monta el curso y los forma. ¿Que la zona franca de Coyol ocupa técnicos en dispositivos médicos? El INA se pone las pilas. La idea es que cada curso sea una puerta directa a un empleo o a un emprendimiento. A eso le suma la inclusión de “habilidades blandas” (que de blandas no tienen nada), capacitación para emprendedores de verdad, aulas móviles para llegar a todo el país y una plataforma virtual que no se pegue cada dos minutos. O sea, traer al INA al siglo XXI.
Lo más interesante de todo es el ángulo político. Díaz asegura que para hacer esta transformación no necesita ir a rogarle a la Asamblea Legislativa que le aprueben una nueva ley. Según ella, todo es cuestión de decisión política desde la Presidencia. “Conmigo en la presidencia, el INA se va a sacudir. Desde la presidencia se puede”, afirmó. Es una jugada audaz, porque se está echando la responsabilidad encima, pero también está mandando un mensaje claro: si no se hace, es por pura falta de ganas, no de herramientas. La vara queda en el aire, pero el debate es más que necesario.
En fin, maes, más allá de si les cuadra Natalia Díaz o no, la pregunta aquí es otra: ¿creen que tiene razón con lo del INA? ¿De verdad la institución está tan desconectada que se convirtió en un freno para los jóvenes? ¿O es una exageración de campaña y el INA sigue siendo una herramienta tuanis? ¡Abro el foro para que nos desahoguemos!
El meollo del asunto, según Díaz, es que el INA vive en una realidad paralela. La candidata fue directa al grano: habló de cursos que suenan a la época en que uno usaba enciclopedia para hacer las tareas, de horarios que solo le sirven al que no trabaja ni estudia, y de una desconexión total con lo que las empresas de verdad andan buscando. Su argumento es simple y casi de sentido común: ¿de qué sirve sacar un título si al final no te sirve ni para conseguir una entrevista de brete? Es como comprar un mapa de San José de 1980 para manejar hoy. Sencillamente, no funciona.
Pero aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. La crítica más fuerte, la que de verdad calienta, fue cuando soltó la bomba del billete. Según Díaz, el INA está sentado sobre un superávit de $350 millones. ¡Trescientos cincuenta melones de dólares! Mientras miles de jóvenes andan viendo a ver qué hacen con su vida, sin plata para estudiar o pulseándola para conseguir un brete decente, la institución tiene esa fortuna guardada. "No puede ser que el INA tenga ese dinero guardado mientras la gente está sin oportunidades", dijo, y remató con una frase que es un gancho al hígado: "No puede seguir estafando a la gente". ¡Qué torta! Es que, viéndolo así, suena a que se jalaron una torta monumental en la administración de esa plata.
Claro, no todo es tirar piedra. Díaz también puso sobre la mesa su plan para arreglar este despiche. La propuesta es amarrar al INA directamente con el sector privado. ¿Que una empresa de software necesita 50 programadores en Python? ¡Pum! El INA monta el curso y los forma. ¿Que la zona franca de Coyol ocupa técnicos en dispositivos médicos? El INA se pone las pilas. La idea es que cada curso sea una puerta directa a un empleo o a un emprendimiento. A eso le suma la inclusión de “habilidades blandas” (que de blandas no tienen nada), capacitación para emprendedores de verdad, aulas móviles para llegar a todo el país y una plataforma virtual que no se pegue cada dos minutos. O sea, traer al INA al siglo XXI.
Lo más interesante de todo es el ángulo político. Díaz asegura que para hacer esta transformación no necesita ir a rogarle a la Asamblea Legislativa que le aprueben una nueva ley. Según ella, todo es cuestión de decisión política desde la Presidencia. “Conmigo en la presidencia, el INA se va a sacudir. Desde la presidencia se puede”, afirmó. Es una jugada audaz, porque se está echando la responsabilidad encima, pero también está mandando un mensaje claro: si no se hace, es por pura falta de ganas, no de herramientas. La vara queda en el aire, pero el debate es más que necesario.
En fin, maes, más allá de si les cuadra Natalia Díaz o no, la pregunta aquí es otra: ¿creen que tiene razón con lo del INA? ¿De verdad la institución está tan desconectada que se convirtió en un freno para los jóvenes? ¿O es una exageración de campaña y el INA sigue siendo una herramienta tuanis? ¡Abro el foro para que nos desahoguemos!