Bueno, maes, pónganse cómodos y sírvanse un cafecito porque el arroz con mango político que se viene está para alquilar balcón. Ya es oficial: la Asamblea Legislativa le puso fecha y hora a lo que podría ser uno de los momentos más tensos de este gobierno. Apunten en el calendario: el lunes 22 de setiembre, nuestros queridos diputados decidirán si le levantan el fuero al presidente Rodrigo Chaves. La vara es que el mandatario tiene una acusación por el supuesto delito de concusión en el famoso Caso BCIE-Cariñitos, y sin ese "escudo" de la inmunidad, tendría que enfrentar a la justicia como cualquier hijo de vecino.
Pero ojo, no es que van a llegar ese día a votar así como así. Esto tiene más procedimiento que receta de tamal. Primero, hay una Comisión Especial que está estudiando el asunto. Estos tres diputados tienen hasta el 8 de setiembre para entregar su veredicto. Y aquí la cosa se puede poner color de hormiga, porque no hay garantía de que se pongan de acuerdo. Podríamos terminar con un informe de mayoría a favor, uno en contra, o el escenario más caótico: un informe dividido donde cada uno jala por su lado. Si eso pasa, ¡imagínense el despiche! Sería la señal de que ni entre tres gatos se ponen de acuerdo, mucho menos entre 57.
El día de la verdad, el 22 de setiembre, el Plenario se va a convertir en un teatro. El presidente Chaves tendrá su momento estelar: 30 minutos para ejercer su defensa. Media horita para echar su cuento, presentar sus argumentos y, quién sabe, tratar de convencer a los indecisos. Una vez que termine su discurso, adiós muy buenas, tendrá que retirarse del Plenario para que empiece el verdadero debate. Cada diputado tendrá 15 minutos para soltar su discurso, y si la discusión se alarga hasta las 7 de la noche, se corta el queque y se vota de una vez. ¡Pura presión!
Ahora, vamos a lo que de verdad importa: los números. Aquí es donde la puerca tuerce el rabo. Para que a Chaves le quiten la inmunidad, se necesita una mayoría calificada. Eso significa que no bastan 29 votos, no señor. Hacen falta al menos 38 diputados que levanten la mano a favor. Conseguir esa cantidad de votos en nuestro fragmentado Congreso es una tarea titánica. Esto va a requerir negociaciones de pasillo, alianzas inesperadas y, probablemente, más de un diputado con el estómago hecho un nudo. Es el número mágico que definirá si esta vara avanza o si todo se va al traste y queda en un simple susto para Zapote.
En resumen, lo que se viene no es cualquier brete legislativo. Es un evento que pone a prueba la separación de poderes y que podría cambiar el rumbo del país. La decisión no solo afecta al presidente Chaves, sino que sienta un precedente para el futuro de la figura presidencial. Así que la cosa está que arde, y las próximas semanas van a estar llenas de tensión, estrategia y mucho, pero mucho, cálculo político. Ahora les tiro la bola a ustedes, maes del foro: ¿Creen que las fracciones van a lograr conseguir esos 38 votos? ¿O se va a quedar todo en un simple manotazo en la mesa sin consecuencias reales para el presidente? ¡Se armó el debate!
Pero ojo, no es que van a llegar ese día a votar así como así. Esto tiene más procedimiento que receta de tamal. Primero, hay una Comisión Especial que está estudiando el asunto. Estos tres diputados tienen hasta el 8 de setiembre para entregar su veredicto. Y aquí la cosa se puede poner color de hormiga, porque no hay garantía de que se pongan de acuerdo. Podríamos terminar con un informe de mayoría a favor, uno en contra, o el escenario más caótico: un informe dividido donde cada uno jala por su lado. Si eso pasa, ¡imagínense el despiche! Sería la señal de que ni entre tres gatos se ponen de acuerdo, mucho menos entre 57.
El día de la verdad, el 22 de setiembre, el Plenario se va a convertir en un teatro. El presidente Chaves tendrá su momento estelar: 30 minutos para ejercer su defensa. Media horita para echar su cuento, presentar sus argumentos y, quién sabe, tratar de convencer a los indecisos. Una vez que termine su discurso, adiós muy buenas, tendrá que retirarse del Plenario para que empiece el verdadero debate. Cada diputado tendrá 15 minutos para soltar su discurso, y si la discusión se alarga hasta las 7 de la noche, se corta el queque y se vota de una vez. ¡Pura presión!
Ahora, vamos a lo que de verdad importa: los números. Aquí es donde la puerca tuerce el rabo. Para que a Chaves le quiten la inmunidad, se necesita una mayoría calificada. Eso significa que no bastan 29 votos, no señor. Hacen falta al menos 38 diputados que levanten la mano a favor. Conseguir esa cantidad de votos en nuestro fragmentado Congreso es una tarea titánica. Esto va a requerir negociaciones de pasillo, alianzas inesperadas y, probablemente, más de un diputado con el estómago hecho un nudo. Es el número mágico que definirá si esta vara avanza o si todo se va al traste y queda en un simple susto para Zapote.
En resumen, lo que se viene no es cualquier brete legislativo. Es un evento que pone a prueba la separación de poderes y que podría cambiar el rumbo del país. La decisión no solo afecta al presidente Chaves, sino que sienta un precedente para el futuro de la figura presidencial. Así que la cosa está que arde, y las próximas semanas van a estar llenas de tensión, estrategia y mucho, pero mucho, cálculo político. Ahora les tiro la bola a ustedes, maes del foro: ¿Creen que las fracciones van a lograr conseguir esos 38 votos? ¿O se va a quedar todo en un simple manotazo en la mesa sin consecuencias reales para el presidente? ¡Se armó el debate!