¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, la crisis agrícola sigue golpeando duro a nuestro país. Esta vez, el sector ganadero está recibiendo una patada bien certera con la reaparición del temido Gusano Barrenador, una plaga que creíamos tener bajo control hace más de dos décadas. Según un estudio reciente del INEC, las pérdidas económicas ya suman más de 32 mil cabezas de ganado, lo que equivale a más de ¢32 mil millones, ¡una cifra que te deja helao!
Para ponerle pausa al asunto, la Encuesta Nacional Agropecuaria reveló que este porcentaje representa un 53% de todas las pérdidas sufridas en el sector. Esto significa que, además del gusano, estamos lidiando con robo de ganado, deshidratación producto de la sequía que nos está pegando, inundaciones inesperadas, hasta quebraduras y golpes, y ataques de esos felinos y serpientes que siempre andan dando lata en las fincas. Un verdadero cuadro general.
Pero la gota que derramó el vaso, según expertos de Corfoga, es la reaparición del Gusano Barrenador. Carolina Solís, jefa de investigación de esa institución, nos explica que esta enfermedad afecta no solo al ganado vacuno, sino también a otras especies. “El gusano barrenador profundizó las pérdidas, afectando diversos animales, aunque los bovinos son los más perjudicados debido a su importancia en nuestra producción alimentaria”, dijo Solís, dejando claro que esto no pinta nada bien para nuestros productores.
Y ni hablar del daño económico directo. Desde que resurgió esta plaga, hemos perdido más de 24 mil cabezas de ganado, y durante este año Senasa ya reporta cerca de 14 mil casos confirmados. ¡Imagínate la angustia de los ganaderos viendo cómo sus animales se enferman y mueren! Solís enfatiza que tratar una enfermedad así, que lleva tanto tiempo ausente, implica mayores costos en tratamientos, pérdida de productividad y, lamentablemente, muertes entre los animales más vulnerables. Un brete pa’ ellos.
Según datos oficiales, actualmente tenemos poco más de 1,46 millones de cabezas de ganado destinadas a la producción de alimento. De estas, 909 mil son para carne, 279 mil para leche, otras 279 mil tienen doble propósito y apenas unas 2 mil se dedican al trabajo de campo. Claramente, el impacto económico recae principalmente en quienes se dedican a producir carne y leche, lo cual pone en riesgo la seguridad alimentaria del país.
Ahora, para que se entiendan bien las dimensiones de este problema, pensemos en el precio de una cabeza de ganado. No es precisamente barato. Estas pérdidas se traducen en un golpe tremendo para la economía familiar de miles de familias que dependen de la ganadería. Además, impacta directamente en los precios de la carne y la leche en los supermercados, porque nadie espera que los ganaderos aguanten la bofetada económica y no trasladen estos costos a los consumidores, ¡ni loco!
Las autoridades aún no han anunciado medidas contundentes para controlar la propagación del Gusano Barrenador. Algunos piden fumigaciones masivas, mientras que otros abogan por métodos biológicos más amigables con el medio ambiente. Lo cierto es que necesitamos soluciones urgentes y efectivas para proteger al hato nacional y evitar que esta crisis se agrave aún más. Veremos si el gobierno le pone empeño a resolver este problema antes de que se nos caiga toda la vaca.
En fin, señores, esta situación es preocupante y requiere atención inmediata. Pero bueno, ¿ustedes qué opinan? ¿Creen que el gobierno debería declarar emergencia nacional en el sector ganadero para poder destinar recursos suficientes para combatir al Gusano Barrenador y apoyar a los productores afectados? ¡Déjenme sus comentarios en el foro y digámonos la verdad!
Para ponerle pausa al asunto, la Encuesta Nacional Agropecuaria reveló que este porcentaje representa un 53% de todas las pérdidas sufridas en el sector. Esto significa que, además del gusano, estamos lidiando con robo de ganado, deshidratación producto de la sequía que nos está pegando, inundaciones inesperadas, hasta quebraduras y golpes, y ataques de esos felinos y serpientes que siempre andan dando lata en las fincas. Un verdadero cuadro general.
Pero la gota que derramó el vaso, según expertos de Corfoga, es la reaparición del Gusano Barrenador. Carolina Solís, jefa de investigación de esa institución, nos explica que esta enfermedad afecta no solo al ganado vacuno, sino también a otras especies. “El gusano barrenador profundizó las pérdidas, afectando diversos animales, aunque los bovinos son los más perjudicados debido a su importancia en nuestra producción alimentaria”, dijo Solís, dejando claro que esto no pinta nada bien para nuestros productores.
Y ni hablar del daño económico directo. Desde que resurgió esta plaga, hemos perdido más de 24 mil cabezas de ganado, y durante este año Senasa ya reporta cerca de 14 mil casos confirmados. ¡Imagínate la angustia de los ganaderos viendo cómo sus animales se enferman y mueren! Solís enfatiza que tratar una enfermedad así, que lleva tanto tiempo ausente, implica mayores costos en tratamientos, pérdida de productividad y, lamentablemente, muertes entre los animales más vulnerables. Un brete pa’ ellos.
Según datos oficiales, actualmente tenemos poco más de 1,46 millones de cabezas de ganado destinadas a la producción de alimento. De estas, 909 mil son para carne, 279 mil para leche, otras 279 mil tienen doble propósito y apenas unas 2 mil se dedican al trabajo de campo. Claramente, el impacto económico recae principalmente en quienes se dedican a producir carne y leche, lo cual pone en riesgo la seguridad alimentaria del país.
Ahora, para que se entiendan bien las dimensiones de este problema, pensemos en el precio de una cabeza de ganado. No es precisamente barato. Estas pérdidas se traducen en un golpe tremendo para la economía familiar de miles de familias que dependen de la ganadería. Además, impacta directamente en los precios de la carne y la leche en los supermercados, porque nadie espera que los ganaderos aguanten la bofetada económica y no trasladen estos costos a los consumidores, ¡ni loco!
Las autoridades aún no han anunciado medidas contundentes para controlar la propagación del Gusano Barrenador. Algunos piden fumigaciones masivas, mientras que otros abogan por métodos biológicos más amigables con el medio ambiente. Lo cierto es que necesitamos soluciones urgentes y efectivas para proteger al hato nacional y evitar que esta crisis se agrave aún más. Veremos si el gobierno le pone empeño a resolver este problema antes de que se nos caiga toda la vaca.
En fin, señores, esta situación es preocupante y requiere atención inmediata. Pero bueno, ¿ustedes qué opinan? ¿Creen que el gobierno debería declarar emergencia nacional en el sector ganadero para poder destinar recursos suficientes para combatir al Gusano Barrenador y apoyar a los productores afectados? ¡Déjenme sus comentarios en el foro y digámonos la verdad!
